Capítulo 29

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Pasan varias horas hasta que finalmente, viene un médico a avisar que han intervenido a mi tía con éxito, que está completamente fuera de peligro.

Siento como el alivio consigue relajarme los músculos.

Gracias al cielo.

La expresión del jefe de la policía también parece relajarse.

Su mirada vuelve a clavarse en nosotros.

—¿Cuáles son las condiciones? —indaga, mirando fijamente a Alec.

—Queremos salir de aquí completamente impunes —comienza a hablar—. Sin ningún tipo de investigación abierta. Con la vida de la directora, ya no tiene ningún hilo del que tirar.

—No nos someteremos a ningún interrogatorio —añade Aaron—. Simplemente nos marcharemos de aquí como si esto nunca hubiera pasado.

El agente se queda en silencio, como si estuviera sopesando sus palabras.

—Está bien, ¿quiénes seréis? —indaga.

—Los que estamos presentes —dice Aaron.

—¿Todos ustedes?

Aaron asiente.

—¿Y esta chiquilla, quién es? —indaga el agente, mirándome fijamente.

—Es mi hija —responde Aaron apresurado—. Ella también se irá de aquí sin ser sometida a ningún tipo de interrogatorio.

—¿Está diciendo que por la vida de la directora, pretende que hagamos la vista gorda ante todas estas desapariciones?

—No, agente. Acabáis de salvarle la vida a la responsable de todo esto —corrige Alec—. Lo que te estamos pidiendo es que simplemente hagas como si nosotros no hubiéramos estado aquí jamás.

El agente frunce el ceño, pensativo.

Da un par de pasos hacia atrás y enciende la radio que tiene colgada cerca de sus hombros.

—Aquí el Jefe Fiore. Los sujetos que se encuentran ahora mismo dialogando conmigo, requiero sean borrados de la investigación.

Puedo ver una sonrisa victoriosa en la cara de Alec.

Después de todo... ¿se van a salir con la suya?

Me niego.

¿Querían ver el monstruo, no?

Pues aquí lo van a ver.

Me deslizo con rapidez detrás de ellos y alcanzo la pistola que me quitó Alec, la cuál la tiene en la parte trasera del pantalón.

Con otro movimiento veloz, me coloco detrás del jefe de la policía y le apunto con la pistola en la sien.

La sorpresa y el desconcierto se reflejan en los rostros de todos los presentes al verme con la pistola en mano, apuntando al jefe de la policía. Mi corazón late con fuerza en mi pecho.

—¡Detente, Nellie! —exclama Alec, con una mezcla de sorpresa y furia en su voz.

—¿Qué estás haciendo, hija? —agrega Aaron, con un tono de advertencia.

Ignoro sus palabras y mantengo mi mirada fija en el agente. Mis manos tiemblan ligeramente, pero mi determinación no flaquea.

—¿Creéis que podéis saliros con la vuestra así como así? —les digo, con la voz cargada de desafío—. No lo pienso permitir.

El agente me mira con una mezcla de sorpresa y temor en sus ojos, pero también puedo ver una chispa de comprensión. Sabe que estoy en lo cierto, que no puedo dejar que estos monstruos se escapen así como así.

El club de los 15 © #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora