CAPÍTULO DIECINUEVE

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LEAH

La semana ha transcurrido drásticamente y sigo sin poder hacerme un tiempo para poner las cosas en orden.

Mientras cierro todos los programas de la computadora, hago una nota mental para llegar a casa pronto, mi madre estará a la espera de la prueba del vestido para la fiesta de mañana; ella también ha sido invitada así que está muy nerviosa respecto a lo que usará tanto ella como papá. Le he repetido hasta el cansancio que el vestido que ella ha elegido es de lo más apropiado y maravilloso, pero mi madre es la clase de mujer que debe de asegurarse mil veces de que se verá perfecta.

Una vez el ordenador apagado, me levanto a llevar las últimas carpetas que tenía abiertas en mi escritorio hasta el aparador de enfrente.

Menos mal que yo me parezco a mi padre, si bien soy muy preocupada de mí misma, siempre busco el balance entre lo espectacular y lo cómodo. Y estoy segura de que mi vestido vaporoso lo es. Estoy segura de que se verá encantador con los tacones que me compré hace solo unos días atrás en un intento de despejar mi cabeza.

Aunque la compra fue de lo más provechosa, no consiguió su cometido inicial; que era distraerme.

No he podido alejar de mi mente el pensamiento que me tortura.

Encontrarme con mi mejor amigo.

Efren no es un chico complicado en realidad, su guardarropa se compone principalmente de jeans en varios tonos y montones de camisetas negras con cuello en v.

La única vez que lo he visto lucir un traje fue para nuestra graduación hace ya un par de años. Fue algo clásico, de negro y con una corbata azul que supuestamente iba a combinar con mi vestido de aquel entonces, se veía guapísimo y me emocioné mucho al verlo, sobre todo porque iba del brazo de otra chica, cuando habíamos quedado de ir juntos.

Así que supongo que sí, que estoy un poco nerviosa por ver cómo irá vestido en esta ocasión. Él puede hacer que un mono sucio, manchado de grasa se vea como la prenda que usa un modelo de revista, así que en un saco bien entallado, es absolutamente arrebatador. Créanme.

Pero a quién quiero engañar, eso será lo de menos.

La verdad es que no sé que cómo reaccionar cuando lo vea. Es hora de asumir que me pone nerviosa con solo su presencia normal. Lo he extrañado un montón, ni se cuántas veces he tenido que dejar el teléfono de lado para no llamarlo o enviarle un texto contándole del día. Ya llevamos un par de días sin vernos ni hablarnos y eso es nuevo para mí. Claro que parece que él lo está sacando lo más bien, tampoco se ha molestado en intentar ubicarme y lo poco que he sabido por los chicos es que está bien, que ha estado más arisco pero que se está tomando todo con calma, sea lo que sea que eso significa.

Jamás pensé que podíamos lograr el estar sin comunicación. Es como que no existiésemos para el otro. Me recuerda a las peleas de los chicos de instituto; un día se amaban con sus novias mostrando su amor físico por toda la escuela y al primer problema, pues ya se andaban ignorando o dándose de gritos. Que bobería, si yo me reía de eso. No puedo creer que hayamos caído tan bajo.

Sé que para nuestro grupo de amigos también se ha vuelto algo complicado, tienen que reservarse en sus conversaciones y tantear el terreno para hacer planes. Siempre hemos sido nosotros siete y aunque algunos nos peleábamos con otros de vez en cuando, nunca habíamos estado en esta clase de situación.

La noche recién pasada, fue la despedida de Mandy y yo, como una cobarde, me quedé en casa solo para no tener que ver a Efren.

Creo que es lo más cobarde que he hecho sin duda.

Siempre LeahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora