EPÍLOGO

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Seis meses después...

EFREN


Lanzo la pelota... y la atrapo. Lanzo la pelota... y la atrapo.

Estoy tendido en el sofá de tres cuerpos; mi cabeza en el reposa brazos y mis pies colgando por un extremo. Tengo una pequeña pelotita anti estrés en las manos con la que llevo jugando cerca de una hora.

Mi cabeza está hecha un lío.

En la mesa de centro que ahora hay en el salón, descansa la copia del email que Eddie me envió hace unas horas: Suck it! está cordialmente invitado a participar en el Rock Festival anual de San Francisco.

Lo hicimos. Realmente lo hicimos. La banda que comenzó como cualquier otra en una cochera con chicos desafinados y desentonados, ha logrado llegar a un festival de Rock importantísimo. Nuestra carrera está despegando y no solo por esto. Hace aproximadamente dos meses atrás firmamos contrato con Millenium Records. La disquera de un tipo independiente conocido por impulsar artistas jóvenes. Él realmente está mucho más con el country y todo eso, pero dijo que llevaba meses observándonos y que teníamos potencial. Dijo que podía trabajar con nuestro ritmo y dado que Eddie es quien se encarga de las cosas sociales, hemos confiado en él cuando aseguró tener un buen presentimiento respecto al hombre.

Imagínate esto, estábamos tocando, entre la multitud un grupo de tipos de traje viendo nuestra presentación. El público gritaba, la noche se sentía la correcta; nuestros pies dejan la tarima y frente a nuestros ojos aparece un contrato con el sueño completo. Ni el diablo podría haberlo hecho mejor.

Alucinamos, fue el giro ideal para toda la mierda que hemos tenido que soportar en el último tiempo. Porque con Leah, las cosas no nos han tocado fácil.

El juicio en contra del puto de su jefe duró cerca de dos meses. El cabrón tenía toda clase de recursos para encubrir sus huellas. Pero como suelen decir, nada dura para siempre. Mucho menos en mi contra. Soy un tipo enamorado, tengo un propósito.

Con mi hermano le pedimos favores a todo el mundo, dimos vuelta nuestra agenda del taller; abogados, jueces, policías que nos llevaban sus carros. Contactamos guardias y trabajadores descontentos de empresas Melvin para obtener la máxima información que nos llevara a algo. Cualquier cosa. Y el detective que contrató el padre de Leah no se quedaba atrás. Era un tipo aterrador; husmeaba bajo las piedras, estaba en todas partes. Si no hubiese estado de nuestro lado, me habría hecho en los pantalones de verlo.

Fue precisamente él quien nos dio el dato que marcó la diferencia.

Cuando todo parecía perdido, cuando estaba por arrancarme pelo por pelo de la cabeza, apareció una de las tantas secretarias que Aarón había tenido en el último tiempo. Dejando caer el comentario de su genio. Más específicamente, sobre sus constantes cambios de humor y episodios preocupantes. Si siguen mi línea de pensamiento, llegamos al psicólogo. Al desafortunado tipo que tuvo que lidiar con el bastardo cuando este era joven y a quien se le había pagado una suma ridículamente grande para encubrir la gran verdad.

Trastorno de la personalidad.

Verán, cada persona arma su temperamento con un poco de todo. Y es normal que cambies de opinión, que las emociones te superen, que hoy te guste el blanco y mañana el negro. Pero cuando te vuelves errático, cuando tu equipaje es más del que puedes cargar, entras en los registros médicos. Así que resultó ser que Aarón no solo es narcisista, mentiroso compulsivo y un abusador en potencia, sino que presenta rasgos psicópatas de acoso hacia sus trabajadoras.

El abogado que contratamos se llama Ryan Prescott, otro de los tipos que da miedo, pero por motivos muy diferentes. Él luce como uno de los tipos del club de Aarón, todo trajes y rectitud. Cuando debajo de la ropa, es uno de los míos. Está tatuado casi en un ochenta por ciento del cuerpo, dejando libre solo las zonas que se ven obligatoriamente en una sala de juzgado y su carácter es el de un demonio. Tocamos juntos cuando era un crío. Me enseñó como lucir un bajo. No creerás que todo lo genial que soy con el instrumento es solo obra mía. Alguien tuvo que enseñarme, no puedo llevarme el crédito por completo. Este tipo era amigo de papá y estaba en la casa todo el tiempo, siguió yendo de visita cuando él se fue y con el tiempo para checar que Richard y yo lo hacíamos bien.

Siempre LeahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora