04-Los tatuajes de Eddie Munson.

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"Sit next to me before I go".

Eddie posó sus manos ásperas y callosas en la cintura desnuda de Matilda, los besos en sus labios de algodón ahora descendían lenta y cautelosamente por el cuerpo de él. Sabía que estaba mal, pero no era como si él siguiera las reglas concurrentemente. La muchacha besó el cuello pálido de Eddie y el besó su hombro con cariño. La boca de la chica se posicionó en el pecho lleno de tatuajes del chico, él jadeó ante el sobresalto y las cosquillas, Matilda sonrió triunfante. Eddie la volteó y se puso sobre ella. Ambos se sonrieron mutuamente. Él arrasó con los pantalones cortos de la chica por entre las sábanas, y sus manos vagaron por lo prohibido

—¡Dios Eddie!—Gritaba la muchacha una y otra vez. El calor aumentando en sus mejillas al sentir la respiración cálida de Munson en su cuello.

El ruido de una podadora de jardín fue lo que despertó a Matilda de ese sueño. Se sentó en la cama al despertar asustada, su frente y su cuerpo entero sudaba incesantemente, sus sábanas estaban mojadas, se sintió asustada y vulgar. Recuperó la respiración, e intentó eliminar aquellos pecaminosos pensamientos de su cabeza, pero le era casi imposible. Había soñado que tenía relaciones sexuales con Eddie Munson, y le había gustado, pero se sentía culpable y muy mal.

Se paró de la cama con lentitud, miró por la ventana, y pudo ver que las cortinas de su vecino seguían cerradas, vio en el reloj las diez de la mañana en punto. Se vio en el espejo frente a ella, se veía asquerosa. Tomó las sábanas húmedas de su cama, y caminó bostezando ampliamente hacia la lavadora. Sacó un par de toallas y se metió a bañar, al salir, se puso un short de mezclilla, una camiseta grande de Black Sabbath y unos tenis cómodos, no se peinó.

Fue a su habitación y logró ver que las persianas de Eddie ya se habían abierto, ahí estaba el chico sin camiseta de nuevo, pero esta vez estaba echando el aroma del humo de sus cigarrillos por la ventana, pues su tío se había enfadado con él por fumar tan tarde. Aunque fuese insignificante, Eddie también había soñado con Matilda, no se revolcaban en las sábanas, iban de paseo y se besaban, Eddie tenía grabado aquel sueño, que terminó en vergüenza, porque su tío lo despertó diciéndole que murmuraba una y otra vez, el nombre de una tal "Matilda"

Matilda abrió sus persianas y su ventana, captando la atención del muchacho de pelos largos, él le guiñó un ojo, ella le sonrió, sonrojada ferozmente por él sueño del que había despertado hacia tan sólo unos minutos.

—Wilder.—Le saludó el, sentándose en el borde de la ventana y encendiendo un cigarrillo.

—Munson.—Le contestó ella observando sus manos llenas de anillos, instantáneamente teniendo un déjà vu de sus manos en sitios propio apropiados para contar.

—¿Pasa algo?—Matilda alzó la vista de sus manos, al rostro del chico, el expulsó el humo de su boca, haciendo un perfecto círculo con este.

—Nada.—Ella le respondió atando su cabello, nerviosa. Eddie también estaba nervioso, pero lo sabía disimular perfectamente, así que solo miraba a la chica de arriba a abajo, para ponerla aún más nerviosa. Su silueta aquel día se marcaba aún más por la ropa que llevaba, el chico estaba en su salsa, e inclinó aún más su rostro para poder ver a su vecina cuando se agachó a recoger un casete.

—Bonita camiseta.—El le dijo a ella señalándola, ella se miró a sí misma.—Si quieres hoy puedes venir, a las 8 en punto, mi tío no estará y...puedo enseñarte a tocar unas canciones.—Eddie apagó su cigarrillo y la chica sintió que se desvanecía en un hueco lleno de purpurina y brillos, sus ojos brillaron, pero los del muchacho brillaron aún más cuando ella dijo.

—Entonces a las 8, supongo.—Ella le sonrió, y se marchó de la habitación, llegó a la sala y comenzó a chillar y saltar en voz baja, iría dónde Eddie Munson y tendrían una especie de ¿cita? quién sabe.

𝐌 𝐈 𝐍 𝐄 || 𝐄𝐝𝐝𝐢𝐞 𝐌𝐮𝐧𝐬𝐨𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora