𝐌 𝐈 𝐍 𝐄 || 𝐄𝐝𝐝𝐢𝐞 𝐌𝐮𝐧𝐬𝐨𝐧

07-Lágrimas

"Forever isn't for everyone
Is forever for you?
It sounds like settlin' down or givin' up
But it don't sound much like you, girl"

El cielo se abrió entre nubes, dando paso a los pequeños rayos del sol entre ellas, Matilda lo podía percibir por el pequeño calor que emitía una luz apuntando a través de la ventana, directo a sus mejillas húmedas y saladas, aquella tarde en la biblioteca.

Matilda estaba recostada sobre sus brazos desnudos, mientras sonaba alguna canción que no conocía de Vashti Bunyan, pero sin duda la tenía tan triste, que las lágrimas que prometió no derramar por un hombre, ahora caían sin cesar por sus mejillas, inundando sus pulmones de una profunda tristeza y un dolor instalado en su estómago representaba su primera pena por amor, o por desamor.

A las cinco de la tarde, caminó a paso lento e inseguro al campo de trailers, no debió ilusionarse, no debió pensar cosas que no eran, no debió hacer se su cerebro produjera expectativas altísimas, no debió idealizarlo, no debió dejarse encantar por Eddie Munson, no debió ser así de fácil, pensaba mientras 'Hebridean Sun' llenaba el hueco de sus oídos y le ayudaban a hacer fluir sus agobiadores pensamientos.

Llegó al trailer, y sin mirar hacia el trailer vecino, entró con la vista alta a su hogar. Amanda aún no llegaba, pero ahí estaba Ozzy. Matilda se sentó en el suelo y de nuevo sus ojos se inundaron de lágrimas, mientras abrazaba al cachorro, y trataba de idealizar que ella también se había 'encaprichado', pero eso era imposible, porque había pasado tan poco tiempo, y a ella le había gustado Eddie.

El cachorro pasó su lengua por su cara y luego se acurrucó en su pecho, Matilda cerró los ojos con fuerza mientras miraba hacia la muralla sin querer pensar en nada más. Ella le dejó un poco de comida a Ozzy, y se encaminó a la cama, sin el interés de cambiarse a un pijama o a algo más cómodo, se acostó en la cama, y luego no supo nada de ella misma hasta una hora después, cuando el teléfono de la casa sonó, sobresaltandola, y haciendo que se pusiera de pie rápidamente, contestó con la voz somnolienta, aún sentía sus ojos pegados y sus mejillas pegajosas y húmedas.

—¿Diga?—Dijo ella tallando sus ojos, y mirando a través de la ventana de la cocina, para ver a Eddie escribiendo algo sobre su cuaderno de notas, frente al escritorio de su habitación.

—¿Matty? ¡soy yo, Will!—El semblante triste de Matilda cambió drásticamente cuando oyó la voz de su mejor amigo del alma a través de la línea.

—Will Byers.—Dijo ella con una sonrisa leve, sentándose junto al teléfono.

—¿Cómo estás Matty? no me has llamado en semanas.—Reclamó el chico.

—Oh Dios Will, han sucedido tantas cosas.—Matilda respiró profundamente mientras apoyaba su cabeza en la muralla detrás de ella, evitando soltar un desconsolado llanto.

—¿Estás bien?—Le preguntó su amigo, con tono preocupado, al no recibir respuesta de la chica, volvió a hablar.—¿Es algo amoroso verdad?

—Ajá—Le contestó la chica al borde de las lágrimas, se sentía realmente patética.—Me gusta un chico mayor, ya sabes, metalero y muy guapo, realmente era muy bueno.—Matilda sonrió entre lágrimas, mientras recordaba el suave tacto de Eddie sobre su cintura y su cabeza recostada en su pecho.

—¡Genial Matty! entonces, ¿cuál es el problema?—Le preguntó Will.

—Hoy entramos a la escuela, y le escuché decirle a un amigo, que yo jamás le gustaría, porque era solamente una niña, fue horrible William.—Matilda soltó un sollozo y se quedó mirando a Eddie mientras mordía el lápiz y miraba con atención a su agenda.