"And I thought you might be mine
In a small world on an exceptionally rainy Tuesday night
In the right place and time".Ese día nublado y oscuro, amenazaba una tormenta en Hawkins, Matilda encendió la televisión de la sala, dónde la meteoróloga rubia del canal 14 anunciaba tormentas con ráfagas de viento de hasta 55km/hr, pero eso no le asustaba, es más, le entusiasmaba, y no arruinaría sus planes. Amanda le había dicho a la adolescente que llevaría a casa a alguien muy especial. La mayor le dijo que invitara a sus amigos para qué conociesen a esa persona tan importante que seguramente sería el, o la protagonista esa noche. Matilda pensó qué tal vez era alguien importante del trabajo, o alguna amistad, pero luego de darle unas vueltas, bastantes vueltas, llegó a la conclusión de que podía ser un novio...o novia.
Nunca le había visto un novio, amigos así, amigas también, pero no se imaginaba a Amanda en una relación.
Saliendo de sus pensamientos, observó el reloj en la muralla, que indicaba el palito pequeño en el siete y el más grande en el cinco. Así que sin perder tiempo, se puso un delantal de cocina de color amarillo (su favorito) y comenzó a preparar su especialidad, y lo único que sabía preparar, pasta.
Preparar pasta era rápido, considerando que los invitados llegarían en 20 minutos, y ella ya tendría la comida lista. El problema era que cocinar para seis personas era más trabajo, ya que, Matilda estaba acostumbrada a solamente cocinar para Amanda y para ella.
Comenzó preparando una salsa con crema y queso, para que fuese más cantidad, le echó más crema, la salsa no se demoraba demasiado, tal vez solo un par de minutos, lo desagradable eran los fideos. Puso una olla con agua caliente, a esta le puso aceite, y cuando fue a buscar la sal, se percató de que no había.
Se quería morir.
Pensó en qué tal vez Amanda podía llevar del supermercado, pero dijo que estaría en casa a las siete con treinta, y ella era extremadamente puntual, así que, en definitiva no iba a hacer una parada en el supermercado. Se rascó la barbilla en busca de respuestas, hasta que, se le ocurrió, solo una ocurrencia, de que probablemente su vecino Eddie Munson, estaría en su trailer. Corrió hacia la ventana de su habitación, y ahí estaba el, sentado sobre la cama, concentradamente escribiendo algo en una libreta. Justo cuando él dejó de escribir, se escuchó un trueno, y Matilda saltó en su lugar, corriendo por el sobresalto, agarró un vaso pequeño, y salió a la puerta del trailer, sin tomar en cuenta, que había comenzado a llover terriblemente.
Camino tan sólo unos pasos, hasta el trailer vecino, allí suspiró nerviosa y con frío, y tocó la puerta dos veces, para no sonar insistente. Sintió pasos dentro del trailer y su corazón comenzó a agitarse descontroladamente, comenzó a practicar mentalmente que decirle, porque nunca fue demasiado buena con la oralidad, y menos cuando estaba nerviosa.
Diez segundos después abrió Eddie Munson, quien la miró sorprendido, justamente estaba escribiendo sobre ella en una libreta, para luego componer una canción para la banda. La chica lucía un desaliñada con ese raro delantal de cocina, pero aún así seguía siendo hermosa, y le sonrió tímidamente.
—¿Tienes sal?—Le preguntó ella agitando el vaso vacío en su mano. Eddie Munson a reaccionar, al darse cuenta de que la chica se estaba mojando bajo la lluvia. Le tomó de la mano y la jaló dentro del trailer. Ambos sintieron como los vellos de sus brazos se pusieron de punta ante el solo roce de la mano fría y pequeña de la chica, y la mano abrigada y áspera del chico.
—¿Me esperas aquí? Iré por la sal.—Matilda le extendió el vaso y el chico lo tomó con una sonrisa.—Ya vuelvo, ponte cómoda.—El volvió a guiñarle un ojo cómo hacía unos días, cuando se conocieron. Mientras Eddie buscaba la sal, Matilda y su curiosidad imparable, se puso de pie y comenzó a ver las fotografías enmarcadas sobre los muebles de aquel cálido lugar. Pudo ver una de un pequeño niño de cabeza rapada, con un hombre, presumiblemente si tío, el niño llevaba un diploma y sonreía a la cámara, la misma sonrisa, era él. Luego observó otra fotografía, era su tío, con otro hombre, ambos en un bote, hacían señas.

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𝐌 𝐈 𝐍 𝐄 || 𝐄𝐝𝐝𝐢𝐞 𝐌𝐮𝐧𝐬𝐨𝐧
Fiksi Penggemar❝ La tensión entre el metalero rebelde y su querida nueva vecina era inevitable, cuando se miraban era como si ambos levitaran y viajaran a un universo distinto y alejado de la realidad ❞. ¿Acosadores el uno del otro, o enamorados?