19. ¿Mi primera pijamada?

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—Joda, mana —alargó las palabras en señal de pereza, la chica bajita—, sí que nos demoramos.
—No, de hecho no fue así, Andrea —la contradijo Lorena, trayendo café y pan para sus amigas—, de hecho, tardamos menos de lo que esperaba.

Lola enrolló la cartulina mientras Alba ponía la mesa de vidro de nuevo en el centro de la estancia, a petición de Lorena, quien batallaba con un mechón rebelde (que había escapado de la maraña de pelo rizo que había tras su cabeza); Andrea fue guardando marcadores y demás materiales en la bolsa que Camila había traído, mientras que esta última se quitaba los lentes de marco azul que se ponía siempre que tenía que leer. Las jovencitas adineradas (y Alba) se dispusieron a tomarse su cafecito.

—Ya necesitaba soltar esa bandeja, jaja —bromeó Lorena haciendo ademán de sobarse los músculos—, y lidiar con este amigo problematico —ahora recogiendo su negra, pero brillante, melena.

Ni comiendo se puede hacer callar a Lola, pues parece que hablaría hasta por los codos si esto fuera posible. Aunque en esta ocasión estaba justificado, puesto que todas tenían preguntas para Alba, con quién no habían interactuado mucho con anterioridad. Lola, quien estaba sentada al lado de su mejor amiga, Andrea, y está a su vez en medio de ella y Camila en un sofá frente a la mesa; seguía preguntando cosas, algunas más menesteres que otras, así que Lorena, que estaba a su izquierda, en un sillón personal, intentó silenciarla con una mirada matadora, al tiempo que desgarraba el pan de la manera más elegante posible. En la otra punta de la pequeña mesa, en el otro sillón unipersonal, Alba intentaba no explotar por tal bombardeo de preguntas, comentarios, y socialización en general.

—Así que eres una artista marcial. Que genial —tomó un pedazo de pan, la única "sofisticada" de las chicas, casualmente, la única que llevaba puesto un vestido, el cuál era azul y le llegaba hasta las rodillas.
—¿No te parece que es muuuyy... varonil?
—Lola, no digas esas cosas, no seas irrespetuosa, ¿no ves que la ofendes?  —se apresuró a decir la más bajita de las chicas, y procedió a darle una palmada en la nuca.
—No te preocupes, no me ofende.
—Bien, ¿Y ahora qué? —apresuró la de pelo castaño—, aún hay luz de día, no podemos empezar la pijamada si es de día.
—Podríamos empezar viendo películas.
—Buena idea, ¿qué quieren ver? —se dirigió a su sala de televisión—, Alba, ¿me ayudas a traer un colchón de la habitación?, pesa un poco.
—Claro.

Alba siguió a Lorena a la habitación de esta última, quién le hacía sugerencias de que ver a su compañera, que solo observaba, en silencio, las hermosas pinturas en las paredes, pensando que eran obras carísimas de profesionales, lo que no sabía era que, en realidad las había hecho el hermano mayor de Lorena.

—Mira, este, llevemos mi colchón.
—¿Duermes en una cama matrimonial? —recorrió la estancia de arriba a abajo, las paredes tenían luces de todos los colores (cómo las de navidad), el armario tenía tres pares de puertas, la cama estaba entre un par de mesas de noche, con decenas de libros sobre ellas, su escritorio estaba prolijo, y su ventana daba al inmenso patio tracero.
—Jaja, sí... es que me muevo mucho en la cama.

Las chicas salieron de la habitación, una intentando ayudar a arrastrar el colchón desde la parte de atrás, y la otra llevando casi todo el peso desde delante. Alba estaba interesada en preguntar por las pinturas, pero la pena la superaba.
En la sala, las otras tres chicas estaban echadas en dos sofás que allí habían. Se levantaron para mover un poco los muebles y colocar en medio el colchón. Camila fue a la habitación de Lorena en busca de almohadas, pues esta última no había podido traer nada más que el colchón.
Ya con todas las chicas acomodadas frente al inmenso televisor, la dueña de la casa teniendo el control en la mano, movía en la pantalla la propuesta automática de material audiovisual de la plataforma de Streaming, al tiempo que sugerencias como «esa es muy buena» y «mejor pon esa», se oían.

Trás las más de dos horas que les tomó ver orgullo y prejuicio (por primera vez para la mayoría), Lorena quiso seguir con el tema del romance. Le interesa saber que tanto ha hecho Andrea con su querido hermano.

—Así que —dijo Lorena alargando las palabras—... ¿Quien no querría tener a un señor Darcy en su vida?
—Yo estoy más que feliz con tu hermano —le respondió Andrea, con una sonrisa.
—Es un muy buen pintor, me encantan los retratos que hace de nosotras —continuó Lola—, y los cuadros que ha dejado en la casa también son hermosos.
—¿Las pinturas del pasillo no son de un profesional? —interrumpió sorprendida Alba.
—No, pero pronto lo serán, mi querido novio estudia Artes plásticas en la universidad de los Andes.
—Te pongo en contexto —inició Camila—, Felipe, el autor de las pinturas del pasillo y hermano de Lorena es el novio de Andrea, que junto con Lola, son las únicas con novio.
—Bueno, sacando a Andrea, ¿Quien no quiere a un señor Darcy en su vida? —continuó Lorena.
—Es un poco difícil de tratar, de hecho. Quitando eso, dios, cualquiera —respondió Camila.
—¿Lola?, ¿Alba?
—Cien por cien, jaja —contesta Lola efusivamente.
—No sé, esas cosas no me interesan mucho que digamos —le sigue Alba, escogida y frotandose el brazo.
—¿Esa es tu forma de decir que solo tienes ojos para ese muchacho...?, ¿cómo se llamaba?, ¿Hugo Gil?, ¿no? —interrumpió Andrea.

Alba se ruborizó, y la mirada de Camila decayó. Lorena se preocupó por la situación de su mejor amiga, pues era la única enterada de lo que pasó entre Camila y Alba.

—Mi único refente de una pareja real son mis padres, así que entenderán que me es difícil concebir a un hombre como el señor Darcy —intentó desviar un poco la atención.
—Ay, Lore, no seas así, también nos tienes a tu hermano y a mi.
—Sigo sin aceptar eso, y sabes la razón, Andrea.
—Auch, ya lo sé, ya lo sé, pero ¿quién no querría follar con su enamorado cuando este le pide formalizar la relación?

Alba escupió parte de su bebida, Calima tragó saliva, Lola casi se atraganta y Lorena tenía ganas de matar a su amiga, si las miradas fueran acciones, sí que lo habría hecho.

—¡No digas esas cosas con una invitada, tarada! —le exclamó tirándole una almohada, mientras que Lola reía Jocosamente.
—Yo voy a pedir algo para la cena —se apresuró Camila, resultó ser mejor ella desviando la atención de los temas 'sensibles' que Lorena.

"Pizza", "hamburguesas", y "comida china" fueron las primeras cosas que se escucharon.
Camilla ya le estaba pidiendo pizzas a su primo, que era dueño de un restaurante bastante bueno.

—Creo que es hora de sacar las cosas de la segunda bolsa —empezó a repartirle bolsas de dulces, los favoritos de Andrea y Lola, ya estaba preparada para que no se molestarán por no pedir lo que ellas querían, era casi rutina para las amigas.
—¡Yeiii!
—Me encantan estos.
—Buena idea, Cam.
—Gracias.
—Y mientras esperamos —sacó más cosas de la bolsa—, ¿qué tal unas mascarillas de aguacate?
—Volveré a encender el equipo —se levantó Lorena, buscando una buena playlist para la situación.
—¡Esa me en encanta! —chilló Lola, saltando y regando parte de sus dulces en el colchón.

Andrea y Lola empezaron a bailar, Alba no sabía que hacer, era su primera pijamada, y nunca había bailado frente a nadie, aún así Lola la instó a levantarse y "tan solo mover el cuerpo".

—Puedes pedir una si deseas, Alba, ya llevamos bastantes de nuestro gusto.
—Bueno... Mi madre siempre ponía una canción y decía que era de lo mejor de la historia...
—Dale, eso suena bien, ¿cómo se llama?
Garota de Ipanema.
—Oh, he escuchado de ella, fue muy famosa en su momento. Ya la pongo.

🎶🎶
Olha que coisa mais linda
Mais cheia de graça
É ela a menina que vem e que passa
🎶🎶🎶

—¡Me encanta Vinícius de Morais —intervino Lola—, mi novio me dedico esa canción cuando fuimos a las playa en San Andrés.
—El novio de Lola es corista de una banda —explicó Lorena.
—Mi tío también se la dedicaba a mamá, cuando iban a são Paulo.

La miraron extrañadas, y Lorena bajó el volumen.

Una Historia ClichéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora