solo se fue

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Cuando volví a despertar Robert ya no estaba más a mi lado. Sentí un vacío enorme en el estómago, pero sabía que volvería. Me asomé por el rabillo del ojo a la mesita de noche que estaba a un lado mío. Había un arreglo hermoso de flores y una nota. La abrí.

"Regresaré pronto. Siempre tuyo, Robert"

Una sonrisa se dibujó por todo mi rostro. Intenté ocultarla, pero no pude. Saqué una rosa blanca del bol que sostenía el arreglo y la olí. Su olor era tan reconfortante que no sentí ningún tipo de dolor en mí, me sentía viva, explosiva. Quería levantarme y empezar a correr por todos lados, dar de brincos y olvidarme de la noche anterior, de zack, de Lena, del mensaje que había recibido, de todo menos de éste momento, de éste preciso instante.

Hola señorita danvers - sentí un golpe en mis entrañas, nadie me decía así más que Lena Respiré bruscamente y dirigí mi mirada hacía la voz que había dicho mi apellido. - Al parecer está mejor - dijo la enfermera que se aproximaba a mí con una bandeja llena de alimentos.

- Hola...  - dije con una sonrisa en el rostro.

- Aquí está tu desayuno. Comete todo...

- Yo me aseguraré de que así sea - dijo la voz cautelosa de Robert.

La enfermera se giró y descubrió a un hombre caucásico de un metro setenta y seis centímetros, musculoso, de ojos verdes y con un peinado asombroso. Robert me sonrió y se acercó al sillón que estaba pegado a la pared para depositar su chamarra de cuero en él.

- Bueno, disfruta tu comida y tómate tus medicamentos. La doctora Vasquez piensa dejarte ir pronto - anunció  antes de irse.

- ¿¡Enserio!? - exclamé emocionada. asintió y se retiró.

Volteé a ver a Robert y le sonreí ampliamente. Me sentía bien, en ese momento, me sentía bien.

- ¿Estás contenta?

- ¿Se nota mucho? - pregunté algo sonrojada. Soltó una risita y se sentó en donde daban mis pies y con su brazo
acerco el desayuno hacia mí.

Me sonrió y tomó el jugo de naranja y le dio un sorbo.

- Un muy buen jugo de naranja - dijo aun saboreando el sabor del jugo.

- ¡Oye, ese jugo es mío! - exclamé intentando quitarle el jugo de la mano.

Le dio otro sorbo e hizo un sonido de placer que me dio escalofríos.

- ¡Dame! - dije casi gritando.

Solo porque no quiero que le digas a la doctora que te quito tu jugo - extendió el jugo hacía mí para que lo tomara. En cuanto lo tuve en mis manos le di un sorbo enorme. Sabía asqueroso

- mentiroso

- que puedo decir tienes que comer

-prefiro una hamburguesa -

Terminé todo mi desayuno aunque sentía que vomitaría por tanta asquerosidad,

- Iré a la máquina por unas frituras. Ya vuelvo - dijo Robert mientras salí de la habitación. Hice un movimiento con mi cabeza que me hizo gritar. - Demonios,

¿estás bien? - dijo acercándose a mí. - Sí, creo que no debo mover la cabeza...

Soltó una risita y

- Ahora vuelvo.

Asentí y casi lo empujo para que saliera. No quería tenerlo tan cerca, me tentaba... y a pesar de que era casi impenetrable que Lena y yo rompiéramos, aún era como mi novia...

"¡No puede entrar!". Varias personas gritaban lo mismo, pero al parecer la persona no se rendía y seguía insistiendo.

- ¡Es mi jodida novia buenos para nada! ¡Tengo que verla! - gritó desesperada. - ¡Kara! - gritó mi nombre.

Casi rogué que no fuera ella, que no fuera Lema, porque sabía que al ver sus ojos esmeralda, su cuerpo escultural frente a mí me desmoronaría y perdería los estribos.

- kara, hay una mujer que quiere verte

dijo la enfermera entrando a la habitación. - Solo queremos asegurarnos que la conoces y que está bien que entre.

- Déjenla entrar...

Sentí como me puse helada, mi cuerpo no reaccionaba y tampoco mi mente. Y de repente entró a la habitación, deshecha. La camisa a cuadros que llevaba puesta estaba sucia y desgarrada, su peinado era una cosa terrible, pero eso no le quitaba lo apuesta que era. Sus ojos estaban cubiertos por unas gafas negras y sus labios estaban quebrados.

- kara... - susurró en la entrada de la habitación.

Tragué saliva e intenté no comenzar a llorar. La admiré, seguía estando guapa, preciosa, pero tenía algo que no me gustaba, que me daba pánico. Se quitó las gafas y pude ver sus ojos completamente hinchados y llorosos. Había llorado, mi Len había llorado.

Todo estará bien, lo resolveremos, juntas - dijo mientras se acercaba a mí.

Tomó mi rostro entre sus manos con tanta delicadeza que me estremecía. Sus labios aplastaron los míos dulcemente pero con terror, con miedo. No pude contenerme y regresé el beso. Se sentía realmente bien besarla de nuevo, tenerla cerca de mí de nuevo, pero no podía ignorar el hecho de que me había engañado. Puse mis manos en su pecho y la separé de mí. Cuando la tuve lejos de mi rostro pude ver que se había desconcertado por mi reacción.

- Me violaron... - dije con voz seca. -' - Y tú no estuviste ahí para ayudarme - solté un quejido. No quería hacer esto, pero era necesario.

- ¿Qué? Estaba en metropolis y lo sabes - se excusó.

Tomé mi celular de la mesita de noche abrí los mensajes de la noche anterior. Le enseñé las fotos y pude ver el desconcierto en sus ojos. y

- ¿Qué quieres decirme con esto? - dijo mientras ponía el celular en mi pecho.

- Esa eres tú y una zorra en la cama, teniendo sexo - dije sin aliento.

- Pero esa...

- No quiero escucharte. ¿Dónde estabas? Uno de tus empleados me abrió la cabeza mientras tú te revolcabas con la puta que está en las fotos... ¡¿Dónde demonios estabas cuando te necesité?! ¡¿Dónde?! - empecé a gritar con lágrimas rodando por mis mejillas.

- kara... no puedes decir que...

- ¡No! No quiero escuchar que la de las fotos no eres tú o que te drogaron y no supiste en qué momento esa chica se revolcó contigo, no lo digas. Te suplico, te imploro que no lo hagas.

Pero mi amor... - dijo llorando. - Te amo kara te amo tanto que no sé cómo explicarlo...

Vete - dije en un susurro.

- ¿Qué? - preguntó. No supe si no me había escuchado o simplemente se sentía ofendida.

- ¡Vete! ¡Vete ya! - empecé a gritar.

- kara, por favor, no... amor, por lo que más quieras... no...

- ¡Vete! - dije entre lágrimas, sollozos

Y solo se alejó de mí y se fue deprisa, si mirar atrás, se fue.

sex instructor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora