Subí los doce pisos del estúpido edificio que me llevarían con Lena. Me acerqué a una chica, al parecer la secretaria de Lena. Llevaba un mini vestido negro con unos tacones color crema. Traía un gafete con su nombre: jess
- Hola, disculpa, ¿se encuentra la señorita Luthor? - pregunté amable.
- Por supuesto. ¿Desea que le llame? - me preguntó.
- Por favor.
- ¿Quién la busca? - dijo alzando la bocina del teléfono.
-Una amiga.
Asintió con la cabeza y presionó el botón rojo que haría llamar a Lena. Disfruté el momento en el que la chica colgó y me sonrió de oreja a oreja con un poco de disgusto.
- Puede pasar - me invitó mientras le daba la espalda y me dirigía a la gigante oficina de Lena.
- Gracias, jess - dije provocativa.
Golpeé un par de veces la puerta de madera hasta que escuché el grito sensual de Lena detrás de ésta invitándome a que pasara. Abrí la puerta y entré tan despacio como un gato. La vi con su traje negro de espaldas a mí, por un momento no quise que volteara para poder salir corriendo e irme de ese lugar, pero otra parte de mí me pedía que me quedara, que dejara atrás todo mi orgullo y aceptara de una vez que Lena me gustaba y que me gustaba muchísimo.
Te dije que no Robert - dijo al teléfono. - Su padre es un hígado - siguió hablando. - Después te llamo ¿sí?, tengo asuntos que resolver. Adiós.
Se dio vuelta y se quedó helada cuando me vio. La miré directo a los ojos y después bajé a sus labios.
- Hola - la saludé tímida.
Le dio vuelta al escritorio para quedar frente a mí.
- ¿Qué haces aquí? - me recorrió con la mirada y luego tocó mi rostro, justo debajo del labio inferior, donde había quedado una marca de sangre después del golpe que me había soltado papá. -
¿Qué te pasó? - me preguntó con un tono preocupada.
- Solo vengo a pedirte una sola cosa.
- Dime - me ofreció continuar.
- ¿Tienes alguna propiedad que no estés usando?
- Sí.
- ¿Qué posibilidades habría de que me la rentaras? Si fuera un apartamento sería mejor - le pedí.
-¿Puedo preguntar por qué? Robert...
- Él no hizo nada - lo interrumpí. - Fue mi padre.-
- ¿Él te hizo eso? - señaló la herida debajo de mi labio.
Asentí con la cabeza.
- Robert acaba de decirme lo que pasó entre ustedes.
-Bah. A puesto que te dijo que nada era lo que parecía - bufe
- Está devastado. Deberías de hablar con él.
-¿Ahora eres mi psicóloga o qué? Yo solo vine a pedirte un espacio donde pueda quedarme. Te pagaré la renta, no te preocupes - dije algo enojada.
- Hey, hey, hey, tranquila ¿quieres? Está bien que estés alterada pero eres menor que yo.
-¿Qué tiene eso? A decir verdad, soy más madura que tú.
Empezó a balbucear muchísimas cosas
que no pude entender. Dios mío, eso me
prendía muchísimo.