vomito

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Lena se quedó mirándome fijamente durante unos largos segundos mientras que yo intentaba figurar las palabras correctas para decirle que quería seguir con ella sin importar lo que había pasado

- Te amo - solté.

Ldna me miró ilusionada, con una luz brillante en sus ojos y con tanto amor que no podía dejar ni un segundo más sin besarla, sin sentir su calor recorrer mis arterias e inundar todo mi cuerpo. Tenía que tocarla, tenía la urgencia de saborear sus labios y de oler su aroma toda la noche.

Lena cortó la distancia que nos separaba y tomó una de mis manos entre las suyas y besó la palma de ésta. Me abrazó y me levantó del piso. Comencé a llorar y a sollozar. La extrañaba, la añoraba, la amaba.

- No llores, aquí estoy - susurró al aire. - Te amo, no sabes cuánto.

Sonreí y me separé un poco de ella para poder observar su bello rostro.

- Perdóname, perdón por todas las estupideces que hice, perdón - dije mientras la yema de su dedo pulgar limpiaba las lágrimas cayendo sobre mis pómulos.

- Sht, sht. Ya todo está bien, estamos bien y lo estaremos.

Me acerqué a su hermoso rostro y la besé dulcemente en sus labios, atrapándolos y acariciándolos con los míos mientras sus manos rodeaban mi rostro y su cuerpo se pegaba más al mío haciéndome sentir sus palpitaciones. Una de sus manos bajó hasta mi espalda baja y comenzó a acariciarla aún besándome. Nos movimos hasta que llegamos a la sala sin separarnos ni un segundo. Se sentía tan bien estar de nuevo así, besándola y tocándola mientras la luz de la luna se escapaba por las cortinas e iluminaba nuestros rostros de una manera espectacular. Una lágrima se derramó por mi mejilla y Lena pudo sentirla chocar contra su piel.

- ¿Qué pasa? - preguntó con ternura.

- Prométeme que a pesar de todo lo que pase o lo que pueda pasar, siempre, siempre vas a recordar la primera vez que me tocaste, que me acariciaste y que me besaste, promete que lo recordarás y tendrás esa imagen de mi para siempre, por favor - dije sollozando.

Lena me miró con confusión pero aun así asintió con la cabeza y me acarició la mejilla.

- Te lo prometo - dijo al fin.

Sonreí y empecé a acariciar su rostro asegurándome de que era real, que todo esto era real.

- Te amo.

Lena me limpió las lágrimas de las mejillas y volvió a besarme.

- Te amo todavía más - le contesté cuando nos separamos.

Nos sentamos en el sofá y solo nos miramos, admirándonos con ojos de amor, observando cada detalle de nuestros rostros, cada poro era importante en ese momento. La mano de Lena se desvió de la mía y recorrió todo un camino de vellosidad hasta llegar a mi hombro desnudo. Tocó mi cuello y comenzó a acariciarlo de una manera tan delicada que me sentía como una joya siendo apreciada por su acreedor. Suspiré. La mano de Lena subió a mi rostro y con la yema de su pulgar siguió la línea de mis labios seguida por mi mentón. Bajó al espacio entre mis senos, los delineó y después bajó despacio a mi vientre. Cerré los ojos y volví a llorar. Su otra mano viajó a mi cabello mientras su mano otra mano en mi vientre me hacía sentir pacífica y triste. Interrumpí sus caricias en mi vientre con mi mano y la desvié para ponerla en el lugar donde se situaba mi corazón.

No hablamos, ni una de las dos lo hizo. Estábamos tan fascinadas y centradas en nuestras propias imágenes que nada importaba; el tiempo se había congelado y con él, los problemas y los pensamientos. Para mí ya no había nada, solo dos personas que eran lo más importante para mí; una estaba dentro de mí y la otra me miraba fascinada, encantada. Toqué el rostro de Lena y tomé una foto mental de este momento para guardarla en el fondo de mi corazón para siempre, para mantenerla a salvo y nunca olvidar este preciso momento. Era mágico, todo era real en todas sus formas; la luz de la luna sobre nosotros, el líquido rojo que corría por nuestras venas, el calor que emanaba de nuestras pieles, el color de cada detalle y de cada maniobra. Esto era justo lo que necesitaba, necesitaba a Lena junto a mí, de esta manera, contemplándome antes de hacerme suya una vez más, admirando el cuerpo inmundo de una mortal. Necesitaba la mirada de la futura madre de mi hijo o hija, de la culpable de mi falta de sueño y mis pensamientos impuros. Ella era todo lo que necesitaba en ese momento.

La mirada de Lena se desvió al fondo del bosque para después regresar a mis ojos.

-Nunca me cansaré de ver tus ojos- observé sus ojos verdes. Yo tampoco me cansaría de verlos jamás.

-Yo jamás me cansaré de verte.

Eres perfecta. - dijo mientras me tomaba entre sus brazos y me ponía debajo de ella.

La miré, tan perfecta, toqué sus labios y los junté con los míos. Sentí su longitud entrar lentamente en mí.

- Estoy rompiendo las reglas - anuncié.
- Mi doctora me dijo "nada de sexo" y heme aquí - sonreí.

- Yo rompí mis propias reglas desde el día en que te conocí.

Sonreí y otra lágrima salió de su órbita. Acerqué su rostro al mío con brusquedad y una vez más, la besé. Lena se movió dentro de mí de una manera asombrosa. Sus embestidas eran lentas pero profundas y su cuerpo me abrazaba de la manera más hermosa que jamás haya experimentado. Besó mi cuello y lamió de él mientras hacía que todos mis sentidos enloquecieran gracias a la presencia de su cuerpo dentro de mis paredes. Gemí tan duro que Lena tuvo que callarme con un beso.

- Mi madre está arriba - susurró divertida.

Volvió a envolverme en una embestida tan dura que casi lloro.

- Ah, te sientes tan bien - dijo Lena en un quejido.

Y de repente todo se arruinó.

- Demonios, Lena quítate - le dije
mientras la empujaba a un lado y me iba corriendo al baño.

Me recargué en la taza y comencé a vomitar. Puse una mano en mi vientre desnudo y escupí el líquido amargo en mi boca.

- ¿Te encuentras bien? - preguntó Lena preocupada mientras entraba al baño.

Le sonreí.

- Vázquez dijo que serían efectos secundarios de la medicina - mentí.

- ¿Quieres algo? ¿Hay algo en lo que pueda ayudarte? - dijo sin saber qué hacer.

- Agua, un poco de agua no me caería mal.

Lena salió del baño hacía la cocina y yo salí apresurada y me puse mi ropa. Aún me resultaba incómoda andar por ahí desnuda.

- Aquí tienes - me ofreció un vaso con agua.

Le sonreí y tomé el vaso entre mis manos para después tomar un trago de agua. Cuando me acabé el agua le regresé el vaso. Sus dedos tocaron mi piel y sentí como me estremecí ante el contacto de su piel con la mía.

- Mañana iremos a la playa para quedarnos toda la semana. Puedes venir si quieres - me invitó mientras caminábamos a la cocina.

Lo pensé unos segundos, tenía que hacer las maletas para la mudanza y todo eso. Alex me odiaría, pero necesitaba estar lo que restaba de la semana con Lena, disfrutar de mis últimos días con ella e intentar hacer esto lo mejor posible.

- No estaría nada mal.

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