Solté otro gemido encima de sus labios, de esos carnosos y deliciosos labios. Lena rió suavemente y empezó a hacer los movimientos más y más lentos. Me di vuelta y volví a morder sus labios mientras ella empezaba a sacar su mano y yo a desabrochar la bragueta de su pantalón.
-Me gusta el sexo de reconciliación.
- Me encantaría experimentarlo.
Metí mi mano para tocar su miembro y acariciarlo de arriba abajo mientras admiraba sus gestos retorcidos.
- Te has hecho mejor en esto del sexo - admitió mientras enarcaba la ceja.
- Se necesita de una buena profesora para aprender este tipo de cosas - dije sobre su rostro.
Me sonrió pícaramente y apartó mi mano de su miembro. Me besó y empezó a tocar mis senos por encima de la sudadera; la desabrochó y los pellizcó causándome una sensación de placer inmensa. Cerré mis ojos y me dejé llevar por las caricias de Lena, que me llevaban a experimentar cosas nuevas.
- Extrañaba tocar tus senos. Los tienes hermosos - susurró - La verdad es que extraño mucho estar dentro de ti, se me ha hecho como una adicción a tu cuerpo, es como si fueras mi propia marca de kriptonita
- ¿Por qué me extrañas tanto después de un día? - pregunté interesada mientras me empezaba a desnudar frente a ella.
- Tu entrada está ajustada, tus senos redondos y firmes, tu abdomen es el mejor abdomen que haya visto en toda mi vida, tus piernas están duras y tienes una belleza sobrenatural. Si no fuera por mis reglas, me gustarías mucho físicamente - soltó.
- Yo no te extraño - admití. - No puedo extrañar a alguien que no conozco, que no tengo nada que ver con ella y menos que no confío.
- Auch, eso dolió - dijo mientras arrugaba la entreceja y me sonreía de lado. - Lo bueno es que ninguna de las dos necesitamos de la otra para nada, solo para sentirnos bien un ratito.
- A veces me siento muy zorra contigo.
-¿Por qué lo dices? - preguntó mientras me ayudaba a quitarme el sostén.
- A veces me dan ganas de decir cosas tan vulgares como lo haría una de tus clientas, o de hacer cosas sucias contigo - me rasqué la cabeza.
Mis senos quedaron desnudos y Lena una vez más, los admiró.
- Anda, di cosas vulgares - me invitó.
- No, no quiero ser una más de tu lista. Empecé a quitar mis bragas.
- Créeme que nunca serías una más de mi lista. Eres diferente a todas.
Eso me interesaba. Lena estaba diciendo que era diferente a todas, igual y eso era algo bueno.
-De verdad me gustaría tener otra plática, pero quiero cogerte de una vez por todas, señorita danvers
- Otro día será.
-Otro día entonces.
Me recosté en la cama. Lena empezó a sacarse toda la ropa y de inmediato se puso sobre mí, pero esta vez lo hizo de la manera dura, sin pensarlo metió toda su polla dentro de mí haciéndome soltar un grito del tamaño del mundo. Una lágrima se salió de mis órbitas.
¡Carajo kara! ¿Por qué sigues haciendo esto? La respuesta es tan sencilla como disfrutar sexo de la queridísima de Lena: estoy empezando a sentir cosas por ella. Y lo peor es que no hice nada para evitar lo que viene, sí, lo que viene.
Tomó un respiro después de tantas embestidas brutales, de tantos golpes de placer dentro de mí. Cambiamos de posición unas tres veces. Cuando yo estuve encima de ella, moviendo mis caderas en círculos para satisfacernos a las dos, sentí como un líquido dentro de mí. No le hice caso, no me importaba a decir verdad, no sabía lo que estaba pasando hasta que de repente sentí más.
Kara me vengo - jadeó Lena mientras yo seguía moviéndome encima de ella.
Me detuve bruscamente y me recargué en su pecho, miré sus ojos verdes y vi una mirada de tristeza pero también de dulzura en ellos. ¿Qué escondía? Sabía que escondía algo, algo que no quería compartir con nadie, pero que estaba ansiosa por hacerlo.
- Espera un poco - le dije mientras aumentaba la velocidad.
Sentí como yo también me venía encima de ella, pero en lugar de eso, me separó de su erección y me puso boca arriba debajo de ella. Bajó hasta mi feminidad y empezó a lamerla deliciosamente, de esa manera que solo ella podía. Da arriba abajo y de adentro hacia afuera. Mi respiración se aceleraba cada vez más al igual que mis latidos.
Una vez más, una descarga eléctrica recorrió todo mi cuerpo, haciéndome retorcer de placer y justo en el medio de la acción, Lena decidió volver a entrar en mí, haciendo sus embestidas duras y rápidas mientras soltaba gritos de placer. Se vino junto conmigo, pero no pude detenerlo, detener la sensación de que algo estaba mal, y así era.
¡Maldita sea kara! - gritó Lena. - Estás demasiado caliente - dijo mientras echaba su cabeza para atrás y seguía con las embestidas.
- ¡Oh, Lena! - grité al mismo tiempo.
Giré mi cabeza y pude alcanzar a escuchar un ruido extraño. Hice caso omiso y solo pretendí no haber escuchado nada. La admiré de nuevo, frente a mí, desnuda, haciéndome sentir bien una vez más. Acaricié su miembro y le sonreí amablemente. Se echó para adelante encima de mi cuerpo y escondió su rostro en mi cabello. Acaricié su nuca y absorbí el rico olor de su piel con mi nariz. Disfruté el momento, hasta que algo y alguien nos interrumpieron
¡¿Qué diablos?!
Lena y yo éramos ajenas a esa voz. Giramos la cabeza hacia la puerta, donde el cuerpo bajito y rellenito de una señora de edad se remarcaba en el margen de la puerta.
- ¡¿Qué hacen ustedes aquí?!
Me removí debajo del cuerpo de Lena y corrí a alcanzar la camisa que llevaba puesta para cubrirme. La señora de cabello blanco y de edad avanzada se quejó en silencio y le dio una mirada amenazadora a Lena que se mantuvo desnuda sobre la cama sin importarle nada.
- Disculpe señora, creímos que no había nadie. Soy amiga de Mike
Bueno, no me incumbe - dijo ignorando mis palabras. - Usted, jovencita, tendrá muchos problemas, ella apenas es una chiquilla.
Y era verdad, era una completa inmadura enamorada de un profesor de literatura y resentida con una de sexología.