Kara POV:
Alex tomó el labial rojo y lo embarró delicadamente en mis labios.
- ¡Te vez preciosa! - exclamó mientras me sonreía tiernamente.
- Gracias. Pero tú hiciste todo el trabajo.
- Pero la belleza es tuya, yo solo le di un toque especial.
Moví la cabeza y me le quedé viendo a Alex Alzó la mirada y vio a su novia.
- Estás preciosa.- Dijo sam
- ¡Amor! - Alex soltó un chillido en modo celosa
Se acercó a ella y se empezaron a besar.
-Bueno, tengo que irme.
- Oh, si quieres te llevamos - me ofreció alex
- ¿No les importaría?
- ¡Nah! Para nada - dijo sam mientras tomaba a alex de las manos
Vámonos - dijo alex.
Subimos al auto de sam, un mustang viejísimo. Su abuelo se lo había heredado cuando cumplió dieciocho y obtuvo su permiso para conducir. Salimos de los suburbios, del lugar donde vivía. Tomó una curva y de inmediato nos encontramos con la carretera para ir a la ciudad. Pasamos la caseta y después vinieron los enormes edificios, ahí donde mi papá me había llevado hace unos años. Me asomé por la ventana y a unas tres calles vi el hotel. "Hotel Maryland" leí en silencio.
- Bueno, llegamos chiquita - dijo mi hermana mientras su cabeza se asomaba por la ventanilla.
Bueno - suspiré.
Abrí la puerta y bajé lentamente. Alex me chifló a lo lejos.
- ¡Todos los detalles! - gritó antes de que Sam arrancara y se fueran por completo.
Me di vuelta y vi el lujoso hotel. Me acerqué y un caballero abrió la puerta de la entrada justo cuando me vio.
Buenas noches - dijo mientras entraba
Le devolví la sonrisa y me metí al hotel. Había gente vestida con trajes, mujeres con vestidos hermosos, niñas con brazaletes de diamantes y niños con peinados formales. Fui hasta una pequeña salita, nadie estaba ocupando los sillones así que tomé asiento. Jalé el vestido para que me cubriera al menos las rodillas, pero solo logre arrugarlo.
- Señorita, se ve realmente bien.
Cerré los ojos y dibujé una sonrisa en mis labios mientras sentía su aliento contra mi piel. Me puse de pie. Me di vuelta y miré sus ojos verdes, su peinado perfecto, su esmoquin y la pequeña rosa que se acomodaba en el bolsillo de su saco. Tenía las manos en los bolsillos y una sonrisa de oreja a oreja. Dios mío, era perfecta.
- Profesora - dije con un tono casi poético
-Señorita danvers
-Reí.
Vi como Lena sacaba un cigarro y me daba uno a mi
- Oh, pero nada como un cigarro y un buen whisky cuando no se tiene compañía.
-Nunca lo he intentado.
-Por eso llegué a su vida, señorita danvers porque quiero enseñarle los placeres de la vida.
Alzó sus brazos y junto con ellos se alzó el saco. Reí un poco cuando hizo un gesto de mujer codiciosa y avariciosa.
- ¿Empezamos la clase? - me preguntó
mientras me ofrecía su brazo.
- Empecemos.
Subimos unos pisos y nos metimos en la habitación que Lena había rentado para esa clase. Estaba oscuro, pero aun así Lena no prendió la luz.