"al igual que usted soy de lecho de sábanas frías"
- ¿por qué dije eso?Agnès se cuestionaba, sabía bien que no debía intercambiar con los soldados de sus cartas información sobre ella, pero a diferencia de los otros emisores que había leído, el capitán le pareció alguien con la altura de mira para alternar la verdad y la mentira, con los otros jugaba a ser otra persona, una madre, una profesora, una costurera, una enfermera, etc., etc., en particular con el capitán quería tantear qué tan interesante resultaba ser una mujer como ella, no pretendió seducir en lo más mínimo, solo ser honesta, no habló de ser soltera sólo habló de la temperatura de sus sábanas, las cuales estaban con certeza frías, más aún no carentes de acompañante, pero frías. Agnès se acostaba todas las noches junto a su marido, él de costado durmiendo, agotado de vagar por el pueblo y aceptar unos vasos de licor durante el día, o a veces, de trabajar de forma esporádica en el puerto y calmar la sed con piropos banales de damiselas que aún no eran informadas de la calaña de hombre que tenían en frente, y quizás también una cuota más recatada de licor, recostado con los ojos cerrados, Agnès deslizaba sus manos demandantes de atención masculina por su cintura, hacia sus abdominales y por debajo de la ropa interior, con la esperanza de volver a avivar la llama que alguna vez ardió como un incendio, sin embargo, solía obtener un ingrato ronquido, aunque aun teniendo suerte a veces su necesidad de atención no lograba ser cubierta, el acto amatorio ya no se sentía íntimo, algo más como parte de una necesidad biológica, ya no había esa chispa en sus ojos, las manos no se arrastraban sedientas de su piel, escasos besos y ninguna palabra en el acto, siendo ella una mujer de amores y pasión, nuevamente algo tan maravilloso como hacer el amor para ella sólo era sexo, a veces solo quería compartir alguna gracia hecha por su sobrino o alguna carta divertida que leyó en el trabajo, pero su esposo no estaba ahí para oír, sólo para escuchar. Dénes no era un hombre violento o malvado, era solamente ingrato de forma intermitente, su presencia ausente era casi igual a que no estuviese en el lugar, lo que no hacía más que sumir a Agnès en la soledad más terrible, la de estar acompañada pero sola a la vez. Agnès siempre fue una joven de atributos destacables, nunca necesitó maquillaje o vestiduras que acentuaran parte de su anatomía, más en el último tiempo, en su desesperación por llamar la atención de su esposo comenzó a incursionar en el arte del maquillaje, a veces tardando una cantidad razonable de tiempo en alistarse para su hombre, del cual nunca obtuvo más respuestas de las usuales.
Una pared en cada camino que se aventuraba a tomar de ese laberinto tal como él cuando quería conquistarla. Sin notarlo, la tristeza comenzó a hacerla olvidarse de ella, siendo a veces las 19.00 horas y no había comido bocado desde la manzana y el café del desayuno, su peso fue en disminución, algunas personas incluso llamaban la atención de Dénes preguntando si su esposa estaba enferma o si algo le ocurría ya que estaba cada vez más delgada, él por supuesto, en total ignorancia de lo que acontecía con ella pues su madre difunta era una herida más profunda, negaba que algo extraño le sucediera a su esposa, no lo notaba pero los vestidos que usaba en su juventud, lucían claramente no hecho a la medida de su cuerpo actual, por lo que lo de sábanas frías era sumamente real, a veces se levantaba de su cama y se sentaba en el escritorio del comedor para adelantar la correspondencia de su trabajo, o leía, incluso lloraba leyendo los poemas que escribía hace tantos ayeres.
- ¿de verdad yo escribía palabras tan hermosas?
Se preguntaba incapaz de volver a conectar con esas emociones actualmente a causa de que ya no tenía sentimientos viscerales, ahora relegada a la vida de su rol, sumida en la idea que inicialmente su marido tenía del matrimonio, no era más que el símbolo del conformismo y el deber, esperaba que una definición ambigua de ella misma entre realidad y ficción, diera una respuesta para saber si ella resultaba un ser interesante o sólo una mujer más como tantas otras esposas, y justamente la única carta en que fue medianamente honesta no traía respuesta, no hasta al menos aquel día miércoles, dos semanas y días después
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Canto de Sirena
Romance- Las madrinas de soldados fueron creadas en la primera guerra mundial en Francia, eran mujeres que se escribían con soldados que no podían contactar a sus familiares o que no tenían familia, con el fin de darles ánimo y ayudarlos a enfrentar las in...