- ¿Qué haces aquí tan tarde mocoso? ¿Sabes que no deberías desperdiciar las noches pacíficas?, Ve a dormir - Edvar se dirigía a su habitación luego de una reunión en la sala de altos mandos cuando se encontró con el cabizbajo castaño, Einar, sentado, absorto en sus pensamientos deslizaba sus ojos del retrato que sus temblorosos dedos le enseñaban, con la sorpresiva voz del capitán volteó a verlo de un brinco y lo dejó caer.
- lo siento capitán - se inclinó para alcanzarlo, pero Edvar lo hizo antes, vio la imagen donde varias personas aparecían, de forma monocromática era difícil distinguir un cabello rubio de uno castaño, u ojos claros de oscuros, aun así, se aventuró a fingir interés en el soldado para obtener información
- ¿ya estás llorando muchacho? - Edvar le acercó la imagen
- ¡No!, No - Einar acompañó las palabras con la negativa de su cabeza y un torpe agitar de manos - es solo que en unos días será el cumpleaños de mi hermana, en esas fechas suelo ver la fotografía de mi familia, ya sabe... Para tener más fuerza.
- ¿Cuál es tu hermana? - preguntó fingiendo un colosal desinterés, su expresión sombría cotidiana ayudaba a que fuera sencillo dar esa imagen
- esta de aquí, y esta es mi... - Einar apuntó a la chica en la fotografía y continuó señalando al resto de los Duval - ...y finalmente mi madre, Katerina
Los ojos de Edvar dejaron de cazar el movimiento del dedo índice del castaño una vez que señaló lo que quería.
"una chica de tez blanca, ojos miel, delgada, atractiva, hermosa"
Recordó la descripción de los músicos sobre aquella misteriosa mujer que apenas y captaba su atención para aquel entonces, ahora sabía tanto de ella y no fue hasta ese momento en que al fin conocía el rostro tras las cartas, la descripción de los hombres había sido certera sin duda, sin embargo "hermosa" era una definición subjetiva y poco específica, dado el factor personal para catalogar a alguien como hermosa, las preferencias personales influenciaban el criterio a aplicar, porque para él la joven de la imagen era más que solo hermosa, su mirada a pesar de estar congelada en el tiempo sobre aquel antiguo papel parecía cobrar vida ante la mirada del azabache y verlo directo a su interior, ¡Qué disparate!, era primera vez que conocía a la mujer y ya podría decir con certeza cuál era su libro de poemas favorito, sabía que si preguntaban por su novela favorita diría "Orgullo y prejuicio" pero sabía que en realidad era "la edad de la inocencia", que gustaba de sentarse frente al mar a escribir y los damascos, que si tuviera que comer una sola cosa por el resto de su vida serían las galletas navideñas de Katerina, pero que tampoco le molestaba comer arroz todos los días, que amaba tanto las criaturas marinas que dejó de comerlas en su adolescencia y que escribía sin duda los poemas más bellos jamás leídos, era inteligente, encantadora y fuerte, con gran carácter pero tremendamente dulce, así podía seguir definiendo a Agnès Lund ¿Cómo es que sabía tanto de ella?, ¿de una desconocida?
- ¿Capitán?
- eh...lo siento, solo pensaba que afortunadamente tu hijo se parece a tu esposa - fingió ante las cavilaciones de su mente
- en realidad si esto fuera a color vería que se parece a mí - Einar sonrió siguiendo la broma con gracia
- Mañana viene el chico del correo, usa tu tiempo para enviarle una carta a tu hermana, de seguro va a apreciar más que el hecho de que te desveles en misión.
- ¡Sí Capitán!
- buenas noches, Duval.
Días después el chico del correo que salió del campamento de soldados al norte, toca a la puerta de la oficina de las Madrinas con la correspondencia.
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Canto de Sirena
Romance- Las madrinas de soldados fueron creadas en la primera guerra mundial en Francia, eran mujeres que se escribían con soldados que no podían contactar a sus familiares o que no tenían familia, con el fin de darles ánimo y ayudarlos a enfrentar las in...