3.1.-Raith: Calabozo

35 6 1
                                    


                                                           ═══════ ≪ •❈• ≫ ═══════


Escucho voces, pero no puedo reconocer el idioma, porque claro, hablan su lenguaje extraño, que suena más placentero de lo que me había parecido. Agudizo el oído y oigo, dos voces, que aunque son nuevas para mi dentro de lo que cabe, creo que les puedo poner cara. Una de ellas es más estridente y aguda, aunque sin llegar a ser obvia de una mujer, sé que pertenece al que ha venido antes, al Niklars de pelo corto y gris, que se asemeja al trozo de carne quemada. La otra voz, grave y autoritaria, corresponde al otro, al que me dio los dos trozos de pan pero a su vez, me apuntó con una lanza la garganta y me empujó al agua. Si él me hubiera matado, ahora no tendría que estar aquí encerrada, no sería prisionera de nadie ni de nada, solo de mi propia mortalidad.

No me muevo nada, porque si bien aún no me han matado, podrían estar debatiéndolo ahora, pensando quién se lleva la agonía de tener que tratar conmigo, pero la felicidad de degollarme el cuello. Sus voces se acompasan, danzan entre ellas, y no sé si es porque son Niklars o porque creo que estoy en proceso de desnutrición o locura pura. Mis días aquí empiezan a parecer eternos y no sé si eso me consuela o me empeora.

Me han quitado la poca dignidad que me quedaba, encerrándome como a un animal, sin poder acceder a un aseo digno.

—Hola, soy Agnor Wraith —dice pausadamente. Se me ponen los pelos de punta, no solo porque sé que me habla a mi, sino porque su apellido y mi nombre suenan demasiado parecidos. Eso me disgusta, porque de alguna manera, eso me roba parte de mi identidad. Cierro los ojos y finjo estar totalmente dormida, haciendo que mi respiración parezca suave y relajada—. Me gustaría saber tu nombre y tu apellido.

¿Es que no lo recuerda? Supongo que no, porque no soy lo suficiente importante como para ello. Yo ya dije mi nombre y él ya lo ha preguntado dos veces. ¿Cuántas más respuestas negativas tendrá que obtener para entenderlo?

—No os debo nada —musito.

—Solo quiero poder hablar contigo un rato.

—No deseo charlas —espeto con la mayor serenidad posible porque no puedo dejar que lo peor de mi aflore. Me arriesgo, claro, porque el hecho de rechazar lo que quiere, puede considerarse como insubordinación, pero yo no soy una Niklars, yo soy humana, hija del mayor pirata de la historia, hija del capitán Roberts.

—¿Tienes hambre?—pregunta como si no fuera una respuesta obvia. ¿Es que ellos no comen? Porque estoy segura de que sí lo hacen. Algas, probablemente coman algas. U otros pescados, lo cual me pone la piel de gallina. ¿Se considera canibalismo? ¿Cómo de imbécil tengo que sonar? ¿Es esto lo que provoca la hambruna?—. Seguro que tienes hambre.

—Disculpe pero no me apetece charlar. Quiero tranquilidad.

—¿Eres consciente de que eres una prisionera?—pregunta de nuevo y yo ruedo sobre mi costado para mirarle a la cara y que él pueda hacer lo mismo. Ahora, viéndolos, puedo averiguar mucho. Me habla el del pelo corto, pero el de pelo largo nos observa, con ambos brazos cruzados sobre el pecho y una trenza que le aparta el pelo de la cara, marcando unas sienes y una mandíbula prominentes, manteniéndose lejos, sumido entre las sombras. Desvío la mirada hacia el que me habla y me encojo de hombros, sentándome contra la fría pared. Sé que tengo que estar sucia, más allá de la ropa, porque claro, solo me dejan hacer mis necesidades en un rincón de la celda, que aunque parece ir hacia abajo, el olor sube, inundándolo todo. Huelo mis propias heces y mi propia orina, y por encima de todo eso, huelo mi propio miedo, mezclado con el sudor que no me abandona desde que llegué. No sé qué corre por mi mente para creer que tengo derecho a ponerme asertiva con mi secuestrador, o secuestradores en este caso, pero no tengo mucho a peder, salvo a mi padre—. Quiero saber tu nombre y acto seguido, me hablarás sobre tu barco.

Invierno en Leinheim✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora