17.1 Raith: Sorpresa, sorpresa, te has equivocado

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Me resulta imposible de concebir pero a la vez, me alegro. Sonrío de corazón, porque me los imagino viviendo en las montañas de Vetr, apartados de todo, con un pequeño huerto y tierras que cultivar, criando a sus hijos, sin preocuparse de quién podía mirarlos o juzgarlos. Ambos abandonaron el trono, no solo él. Ella también, siendo la princesa del trono de Vetr, ambos decidieron que nada ponía interponerse entre su amor. Sin embargo, al mirar ahora a Wilder, sé que no siento eso por él. No lo amo a toda costa. Solo me gusta un poco, creo. Quizás solo me gusta la atención que me da.

—Me alegro por ellos, se merecían ser felices.

—¿Crees que lo fueron?

—¿Por qué no? Estaban con la persona que amaban, viendo crecer a su hijo y pudiendo compartir los momentos más especiales de sus vidas. Se levantaban y se acostaban juntos, no puedo pensar en algo mejor que eso.

—¿Pensabas asesinarme con ese ridículo cuchillo? Porque no lo hubieras logrado.

—Una chica puede soñar—le lanzo mirándolo a la cara. Miro hacia la puerta, para que se vaya, pero él no lo hace y tampoco me mira a mi, solo al suelo—. ¿Quieres algo más? De lo contrario te agradecería que te vayas.

—Te espero en mis aposentos.

—Pues espera sentado.

—Un trato es un trato. Pensé que los piratas cumplíais vuestra palabra. 

—Y yo pensaba que podía confiar en ti. Supongo que ambos nos equivocamos.—Echa a caminar hacia la puerta y justo antes de salir me mira con los ojos entrecerrados mientras se suelta el pelo. Se me para el corazón al momento, al igual que todo pensamiento coherente, porque es, bueno, hermoso, devastadoramente hermoso.

—Si no cumples tu palabra, vendré yo a dormir aquí y preferiría mi cama ya que es más ancha. Tú misma.

—¿Sabes esos momentos en los que me amenazas o me humillas con mi propia humanidad y yo cedo a lo que tú quieres?—le pregunto y él asiente, orgulloso, con una media sonrisa en la cara—. Ya... Se han acabado—digo seca levantándome de mi cama para bajarme los pantalones suavemente por las caderas. siento una verguenza inmensurable, más grande de lo que haya sentido nunca, incluso cuando me dio mi primer orgasmo, pero aun así, empujo a través de ella hasta que me quito los pantalones por completo y los tiro al suelo. Solo me queda la ropa interior y cuando toco la base de mi camiseta y le dejo ver mi estómago, lo veo, el pequeño tic en su mandíbula, ese músculo tensándose—. Yo no oigo tu corazón ni te huelo, pero para poder hacer lo que hicimos el otro día, tú también debes desearme. Buenas noches, Wilder, espero que no te enfríes al dormir solo, capullo.—No me quito nada más y me meto en la cama, abriendo las mantas y sábanas hasta estirarme por completo de manera cómoda. Entra mucha luz por la ventana, pero si lo intento, sé que lograré dormirme.

Escucho la puerta cerrarse y no me hace falta mirar para saber que se ha ido. Tiene una presencia cargante, del tipo que absorbe el aire y me eriza la piel, por lo que sé cuando se marcha. Tampoco esperaba que se quedara, porque al final del día, yo sigo siendo su prisionera humana y él un príncipe niklars. Había llegado a importarme lo que pensara y sintiera, sí, pero es algo que debo cortar de raíz. ¿Cómo me he podido desviar así del plan? ¿De qué sirve que me pasee por ahí como un perrito faldero y lleve su collar si de igual modo no cambia nada? ¿Y qué esperaba? Pues, ni siquiera me atrevo a decirlo, ni en mi mente. Es soñar demasiado alto y la caída puede ser terrorífica, así que me dedico a mirar las pinturas de mi techo.

Podría haber pintado todo el techo de rojo, solo para joderle. De hecho, aún estoy a tiempo, aunque eso implicara cargarme los bonitos árboles que había logrado hacer. Empleé mucho tiempo en sus hojas, para darles textura, al igual que al tronco, pero todo muere, ¿no? Me levanto sobre mis codos al escuchar la puerta abrirse de nuevo, y es que no he cerrado con llave, claro.

Invierno en Leinheim✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora