« Solo vemos las consecuencias cuando están delante de nuestras narices. » ᵀᵒᵏⁱᵒ
« Tienes que quererte más y pasar de ese payaso, que encima te chulea. » ᴺᵃⁱʳᵒᵇⁱ
« La traición no depende de cuánto amas a alguien ni de cómo, depende de la magnitud de...
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Estar tantas horas encerrada en una habitación y que el único entretenimiento posible sea hablar con Ann o leer me estresa. A parte, no sé dónde está Miseon ni a dónde se la ha llevado Denver. No le va a hacer daño, he visto como la mira, pero él no es el jefe, y si el líder le manda hacerle algo malo, a él no le queda otra que cumplir la orden. Por otro lado está Río, no dejo de pensar si seguirá cabreado con nosotras. Estuve de acuerdo con intimidarlo si era necesario pero jamás dispararle. Si esa arma llega a estar desbloqueada, él hubiera muerto y nosotras dos después.
Dios, todo se está complicando. Estamos empezando a incluir los sentimientos en esto y eso nunca sale bien. Yo debo proteger a los rehenes y hacer cualquier cosa para ello, da igual si por culpa de eso algún ladrón sale herido. Ellos nos tienen aquí en contra de nuestra voluntad y por mucho que los vea incapacitados para dispararnos nadie sabe si moriremos al final o no.
En mitad del silencio que reinaba la habitación se escucha como abren la puerta y entra Miseon. Río era quién le había permitido el acceso, pero ni siquiera nos miró cuando volvió a irse.
— Miseon, menos mal que estás bien — admito muy aliviada al verla con vida aún — Pareces contrariada, ¿qué pasa?
— Sentimos no haber podido cumplir nuestra parte del plan — se disculpa por mí también Ann.