𝙉𝙞𝙣𝙚𝙩𝙚𝙚𝙣; Complicidad

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Con extremo cuidado, llevé a Denver hasta el despacho. Aunque Tokio me dijo que Río estaría aquí y me ayudaría, no era el caso. Todo estaba en completo silencio. Deposité a Denver en el sillón y abrí la puerta de la habitación contigua para ir a buscar el botiquín. Ante mis ojos presencié una escena un tanto grotesca. Río estaba tirado en el suelo mientras se agarraba el cuello, en busca de oxígeno. Presa del pánico, me acerqué a su cuerpo un tanto débil y lo ayude a recolocarse.

— B-Berlín... — susurró con las pocas fuerzas que le quedaban.

— Se ha escapado, lo sé. De hecho, me ha salvado — intento tranquilizarlo. No parece servir de mucho porque en cuánto escucha que me ha salvado de algún peligro, se levantan como puede y comienza a tocar mi cuerpo en busca de alguna herida.

— ¿E-Estás bien?

— Perfectamente, y gracias a él. ¿A tí qué te ha pasado? — le pregunté, a la par que con mi ayuda se levantaba del suelo.

— Tu querido Berlín casi me asfixia —se queja a regañadientes. ¿Está celoso?

— Entonces debe ser así como ha llegado hasta mí. ¿Cómo ha sabido que estábamos en peligro? — pregunté a ambos una vez dejé en su silla a Río, justo al lado de Denver.

𝘽𝙖𝙟𝙤 𝘾𝙤𝙣𝙩𝙧𝙤𝙡 [La Casa De Papel: Corea]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora