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Nos agrupamos en nuestras formaciones comunes, repartidos en dos columnas y dos filas en cada una. Cuando estuvimos todos los rehenes y ladrones juntos la “reunión” empezó.
— ¿Para qué es esto? Estamos muy ocupados imprimiendo dinero — se quejó una de las mujeres, la que al comienzo tenía una peluca morada.
— A partir de ahora, los norcoreanos a mi derecha y los surcoreanos a mi izquierda. Venga — indicó el jefe muy serio, más de lo común.
En mi caso me tuve que mover hacia la columna de la izquierda. La gente andaba con pies de plomo. Desde que comenzó la unificación de las dos Coreas, éramos reacios unos con otros. De esta manera, todos sabíamos quiénes eran como nosotros y quiénes no. ¿Eso es lo que buscaba?
— Yo no soy de ninguno — dijo una mujer entre los rehenes. Es Ann, la hija del embajador de EEUU aquí en Corea. Es alguien a quién me siento en la obligación de proteger, sobre todo porque es posible que sigamos vivos gracias a ella.
— Tú no juegas. Río, llévatela a algún sitio y vigílala — ordenó el jefe. El nombrado asintió, aceptando el encargo. No, de eso nada. ¿Separarla de los demás y dejarla indefensa?
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𝘽𝙖𝙟𝙤 𝘾𝙤𝙣𝙩𝙧𝙤𝙡 [La Casa De Papel: Corea]
Aksi« Solo vemos las consecuencias cuando están delante de nuestras narices. » ᵀᵒᵏⁱᵒ « Tienes que quererte más y pasar de ese payaso, que encima te chulea. » ᴺᵃⁱʳᵒᵇⁱ « La traición no depende de cuánto amas a alguien ni de cómo, depende de la magnitud de...