𝐖𝐀𝐑𝐌 | "Crees que lo sabes todo sobre ti, pero la realidad es que no te conoces a ti mismo".
Ella era alegre y sentía le necesidad de hacer felices a los demás. Él cargaba con el peso de una extraña dependencia en sus manos, y estas, congeladas...
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Sunoo no le habló a Minah. Minah no le habló a Sunoo.
Había pasado una semana y la joven podía sentir la tensión entre ambos aunque la distancia fuera más prudente que nunca, aunque estuviera bien lejos en las clases y siempre tratara de no llamar la atención entre los otros cincuenta y nueve alumnos, pero lo hacía. Para ella, lo hacía más que nadie. Y no era por que Minah estuviera enfadada, ni mucho menos. Aún estaba procesando lo que el chico le dijo, barajando la posibilidad de que tuviera razón. Esa relación forzada y todo lo que ocurrió entre las cuatro paredes de la casa que prepararon para ella y Hyun le provocaron cosas que nunca le habían pasado. Ansiedad, una tristeza horrible creada por el sentimiento de libertad nula, ganas de huir, rencor hacia sus padres... y no quería que eso le pasara a nadie, por eso lo contaba, para tratar de evitar que mucha gente cometiera su error. Y eso no era malo, al contrario, era muy bueno, pero lo que más le asombraba era la capacidad que tuvo Sunoo para verlo, y cómo ella fue incapaz y se escudó en su personalidad extrovertida.
Aquel chico era extraño, cada vez tenía más ganas de descubrir cosas sobre él, de ayudarlo. No quería alimentar su curiosidad, ya no, la única razón por la que se acercaba era porque lo veía solo y sentía la necesidad de ver alegría en sus ojos.
Ese día las clases fueron bastante aburridas. No le tocó con la clase de Sunoo, por lo que tampoco interactuó demasiado con Sunghoon y Jay, pero sí con algunos más pequeños. En eso preciso instante estaba fuera, charlando con dos alumnos llamados Ni-ki y Jungwon. El primero era japonés. Llevaba en el país desde hacía menos de un año, pero dominaba el idioma como si fuera nativo, aunque a veces se le escapaba su acento, lo que hacía que Jungwon riera y le imitara, como había ocurrido varias veces desde que Minah estaba hablando con ellos en el patio delantero. Todos los profesores estaban ahí, eran las ocho y esperaban pacientemente a que fuera la hora de cenar. Algunos hablaban con otros alumnos, el resto entre ellos, pero lo que a Minah le gustaba ver era que no importaba la diferencia de edad o cargo, allí todos eran uno, todos se relacionaban con todos y el ambiente era de lo más alegre e igualitario.
-Ni-ki, ¿hace cuánto que estás en Daegu, o te mudaste aquí directamente? -Llevo aquí ocho meses. Estuve dos meses antes en Seúl.
Y ahí iba de nuevo. Jungwon rio por el acento que utilizó Ni-ki sin darse cuenta, Minah se sorprendió por la amistad tan fuerte que parecían tener aunque solo llevaran ocho meses conociéndose. Su conversación fue interrumpida cuando Jimin se acercó tímidamente, Minah la había visto hablar con Jeonghan y mientras hablaba con los chicos observó movimiento entre algunos miembros del profesorado, pero supo que si era algo importante la noticia le llegaría volando, por lo que no se entrometió.
-Minah -Jimin, o como le había insistido en que la llamara, Karina, apoyó una mano en el hombro de su compañera, que se levantó atendiéndola-. ¿Puedes venir un momento?
La pelinegra asintió, despidiéndose por un momento de los dos adolescentes que tenía delante. La otra profesora de coreano la llevó bastante alejada, prácticamente a una esquina de la zona vallada, donde estaban Jeonghan y Serim.
