› Epílogo. 𝙊𝙪𝙧 𝙨𝙝𝙤𝙪𝙩 𝙤𝙪𝙩.

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—¡Cariño, date prisa!

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—¡Cariño, date prisa!

Los nervios a flor de piel, su tez pálida empapada de sudor; una dosis de adrenalina estaba recorriendo sus venas efervescentes sin parar, alimentando su energía, contribuyendo a su emoción. No podía dejar de moverse de un lado a otro, sus traicioneras piernas la llevaban hacia la entrada a pesar de que tenía que esperar a Sunoo que estaba sacando un par de cajas del coche de Heeseung.

—¡Ya voy! —exclamó. Por su tono de voz que tanto conocía, Minah sabía que estaba feliz y con esa preciosa y característica sonrisa pegada al rostro. Y entonces lo vio, apareció con las cajas menos pesadas, dejándolas al lado de la puerta de su nuevo hogar.

Veinte de Septiembre.

Sunoo llevaba varios días acomodándose en el piso de Heeseung, en el cuarto de Minah, superando los tres el obstáculo que suponía vivir juntos.

Aún hacía pocos días desde que el chico la había llamado emocionado diciendo que sus maletas ya estaban fuera de aquel hogar torturador, cuando Minah se sintió feliz del todo y la esperanza reinó por encima de cualquier otro sentimiento o mal presentimiento momentáneo.

Fue entonces cuando lo mismo se repitió, una llamada en forma de inyección de alegría: era su padre.

"Estamos en un acuerdo con nuestros socios y ya hemos hablado con el testador".

Hyun pasó a segundo plano, sus padres y el odiado negocio también. Ya no eran algo que estuvieran en mente de ninguno de los dos, Minah recordaba el día de su fallida boda como el día en el que fue libre, y nada más.

Sunoo hizo el honor, agarró las llaves que le extendió Minah y, seguidos por Heeseung, abrió la puerta de su casa.

Había pasado un duro año y medio, nada ni nadie pudo interponerse en lo suyo, su relación, su camino construido y recorrido. Sunoo había aprobado, tenía a la mejor profesora para ello, Karina y Sihyeon continuaron siendo una parte fundamental de la vida de Minah, que constituía sus amistades, y Sunghoon, Jay y Jake no se quedaron atrás, siendo liderados por Heeseung.

El pelirrosa había vuelto al negro aportándose a sí mismo un toque maduro, estudiaba en la universidad como nunca se vio pudiendo hacerlo, pero ahora era posible, sin embargo, trabajaba; jamás creyó que Minah le devolvería esas esperanzas nulas en ser profesor como tanto había querido, y ahora estaba de prácticas mientras continuaba su carrera, solo que había decidido ser maestro, más concretamente, de niños pequeños.

Contemplaron su hogar, suyo, solo de ambos, donde continuarían su historia partiendo desde otro punto nuevamente, desde una nueva perspectiva, cada una mejor que la atención. Sus corazones se sobresaltaron al ver lo que habían logrado y lo bien que lo hicieron, sin soltar la mano del otro.

Y justo en ese momento se tomaron de la mano mientras inspeccionaban su hogar, que ya lo habían visto, pero ahora era suyo, estaba pintado, renovado y vacío, listo para recibir cada una de las cosas que constituirían el siguiente punto de partida de Minah y Sunoo.

Enamorados y sonrientes, se miraron con ojos centelleantes y expresivos.
Aquel fue su grito al mundo, su forma de recordarse que estaban escribiendo su historia, el libro de su vida, vivido junto a la persona correcta.

...

𝗖𝗢𝗟𝗗 | Kim Sunoo ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora