El competidor

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Andrés era un niño muy cariñoso. Siempre colgado de su brazo o del de su padre. Les regalaba besos y caricias sin cesar, y aunque su habla aún no era muy clara, los "te amo" eran sus palabras más nítidas. Pero en las últimas semanas, ese comportamiento se había intensificado, especialmente con ella, llegando a un punto de que era incapaz de pasar más de dos segundos sola. Andrés estaba constantemente encima de suya.

Etapas.

Le había asegurado su hermana Norma, ella más experimentada con tres niños era la voz que la guiaba en ocasiones como aquella. Lo que su hermana no le pudo determinar fue cuanto tiempo iba a durar esa etapa, y aunque no le preocupaba de primeras, sí que empezó hacerlo cuando el pequeño se volvía arisco cuando alguien trataba de separarlo de su mamá.

Franco trató de minimizar la situación y hacía hincapié en las palabras de Norma.

"Pronto se le pasará"

Pero cambió de opinión en cuanto Andrés no permitió ni que se le acercase a darle un beso. La menor muestra de cariño que Franco le mostrase era motivo de enfado del pequeño que llegaba corriendo desde cualquier punto de la casa para separarles.

"Mami. Mía"

Y con esas dos palabras, Andrés justificaba su comportamiento.

Aún no estaban desesperados, pero que sí que querían comprender que era lo que estaba ocurriendo con su hijo.

-Dejarlo unos días aquí con nosotros.

Franco y ella se miraron no muy convencidos ante la propuesta de Óscar. Si el pequeño se enrabietaba cuando perdía unos segundos de vista a su madre, no querían ni imaginar lo que pudiera suceder si fueran varios días.

-O unas horas -propuso Jimena.

Estaban sentados alrededor de la mesa situada en la terraza de la casa de su hermana y su cuñado, estos les habían invitado a comer. Hacía unos días que acaban de llegar de un viaje de trabajo, y aquella era la forma de ponerse al día.

Bajó la vista para mirar al pequeño que dormía en su regazo con la cara apoyada contra su pecho, incluso en su sueño, Andrés tenía fuertemente agarrado un mechón de su pelo entre sus dedos.

-No sé... -porque a ella también le costaba horrores separarse de su hijo.

Cuando Andrés despertó, Óscar consiguió convencerle para que la dejase unos minutos, le habían traído un regalo, y eso a cualquier niño le llamaba la atención. Franco los siguió al interior de la casa con el fin de que el pequeño viese que no iba a aprovechar el momento a solas para acercarse a su madre.

-Yo no creo que sea algo de lo que debáis preocuparos -trató de animarla Jimena. Con la marcha de los tres hombres se habían quedado solas- Además, es tan tierno verlo así de apegado a ti.

-No me quejó de eso, es mi niño y adoro cuando me besa y me abraza, pero esa dependencia tan extrema me tiene inquieta -suspiró-. Quizás le ha ocurrido algo, y como aún no es capaz de comunicarse totalmente, esta sea la forma que tiene de contarlo.

-Detente hermana -Jimena levantó la mano en señal de stop-. Deja de darles vueltas a esa cabecita tuya. Tu hijo está bien.

Ahogó un lloró en su garganta.

-Pero ¿qué le pasa? ¿Por qué está así? -se le encogía el corazón al pensar que algo le pudiera ocurrir a su hijo.

Jimena entrecerró los ojos y la miró fijamente.

-¿Cuándo empezó este comportamiento?

Se mordió el labio, pensativa.

-Hace un mes, aproximadamente -puede que un poco más o un poco menos, pero por ahí rondaba el tiempo.

-¿Y recuerdas si hace un mes ocurrió algo? Cualquier cosa, un simple momento o lo que fuera.

Negó con la cabeza. Todo había sido normal, y todo continuaba siendo normal, la única preocupación en sus vidas era su pequeño.

-Sara -Jimena la distrajo de sus pensamientos-, ¿cabe la posibilidad de que puedas estar embarazada?

Miró extrañada a su hermana con el cambio tan repentino de conversación. No entendía por qué saltaba con esas ahora.

-¿Y eso a que viene, hermana? ¿Acaso no ves que estoy angustiada porque algo malo le está ocurriendo a mi hijo? -no pudo aguantar más y las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas.

Jimena se levantó rápidamente de su asiento y ocupó la silla de Franco junto a ella. Le tendió un pañuelo para que pudiera secarse.

-Yo creo que estás embarazada, y que Andrés de alguna manera... Lo nota.

Respiró profundamente. No estaba de ánimo para esas tonterías.

-No empieces con tus locuras -la avisó.

Jimena se giró hacia ella totalmente y le sonrió ampliamente.

-Hermana, mi última locura fue la hizo que descubrieras que ibas a ser mamá. Quizás para esta segunda vez, también necesitas la ayuda de la tía Jimena.

Se mantuvo callada.

¿Existía la posibilidad?

Sí, no se podía engañar. Franco y ella no se cuidaban, o no lo hacían tan bien como para evitar un embarazo. Pero no encontraba como eso pudiera estar relacionado con el comportamiento de su hijo. La teoría de Jimena le parecía inverosímil.

-Dicen que los niños lo saben -comenzó su hermana-. Que notan la llegaba de un nuevo "competidor" y que se vuelven más cariñosos con sus mamás, y mi vida, tu niño está insoportable contigo.

-No digas que mi hijo está insoportable -se cruzó de brazos indignada.

Jimena solamente la miró con una sonrisa pícara, pero no dijo nada más.

Andrés volvió corriendo hacia ella portando un coche de juguete que debía ser el regalo que sus tíos le habían traído, y se subió a su regazo de nuevo. Estuvieron unas horas más charlando hasta que empezó a oscurecerse y decidieron marcharse. Antes de despedirse, su hermana soltó un comentario que no fue entendido por nadie, solo por ellas dos.

-Recuerda de lo que hablamos, el competidor.

Negó con la cabeza ante la mirada confundida de su esposo, y se montaron en su auto.

-¿De qué hablaba Jimena? -preguntó Franco cuando ya iban en ruta hacia la casa.

Miró brevemente hacia atrás. Andrés iba sentado en su sillita concentrado en su nuevo juguete.

-Ya sabes, Jimena y sus locuras -volvió su vista hacia su esposo-. Luego te cuento.

Y aquella noche, mientras Andrés dormía plácidamente en su cama, Franco salía de la hacienda hacia la farmacia más cercana con el fin de comprar una prueba de embarazo, la cual rápidamente mostró un claro positivo.

Jimena tenía razón, y el competidor estaba en camino.

La familia de Sarita y FrancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora