Vl. Woods malory

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El viaje continuó sin contratiempos. Yim y Selene fueron cogiendo confianza hasta que...

                  -Hemos llegado.- anunció Yim al segundo día de marcha.

                  -¿Ya?¿Tan pronto? -preguntó Selene divida entre el sentimiento de llegar a un lugar seguro y separarse de Yim.

                  -Bueno...Hemos llegado al pueblo. -aclaró Yim. -Barahaus vive en esas colinas de ahí.-explicó, señalando vagamente un lugar oculto entre la neblina del mediodía.

Selene notó las palpitaciones en su cuello y tragó saliva nerviosa. Iba a conocer lo que sería su hogar. Pensó en como había cambiado su vida desde el momento en el que los aberrantes habían irrumpido en la posada. Había transportado cadaveres, había visitado rápidamente Luwynor... Inconscientemente mientras todos aquellos pensamientos volaban en su cabeza como los ruiseñores en verano por el cielo, había estado apretando el extraño artefacto que había comprado al artesano. Una rendija de sangre corrió por la palma de su mano izquierda que corrió por todo su brazo debido a la fuerzo con la que apretaba la punzante roca.

                -¿Te has hecho tu eso?- preguntó sorprendido Yim mientras le cogía delicadamente la mano envolviendosela en un paño de tela.

                -Mmm...Creo que sí- murmuró avergonzada Selene.

               -Todo va a ir bien. -afirmó Yim sonriendo. Cuando acabó de vendarle la mano cogió el objeto con el que Selene se había herido, para, casi de inmediato, soltar un grito.

             -Joder!!...-exclamó observandose la mano. -¿Como no te quemas? Esta ardiendo y...-se interrumpió abrubtamente.

              -¿Qué?- inquirió Selene sorprendida mientras palpaba el tibio objeto para nada caliente como Yim aseguraba.

            -No sé, ha sido como si todos mis miedos se agaloparan en mi garganta y se convirtieran en dolor.

            -Pues por como has gritado debes tener muchos miedos.- bromeó Selene un poco preocupada.

             -No muchos, pero los que tengo...

             -Entiendo. 

En todo el transcurso del tiempo el caballo que tiraba del carro había emprendido valerosamente la cuesta a las colinas. La niebla no dejaba ver nada por lo que iban muy despacio. El vaho se formaba delante de ellos mientras una tensión expectante les apretaba el estómago. De repente, como surgida de la nada, apareció Woods Malory. Una planta que le daba un aspecto de abandono cubría toda la mansión y se oían unas voces amortiguadas del interior. Unos puntitos de luz que bien podrían ser hadas o luciérnagas iluminaban la entrada  dejando ver el muy cuidado jardín.

Y hasta ahí llegaban los halagos a lo que bien podría ser una casa abandonada. Las vallas del jardín estaban deterioradas hasta el punto de tener agujeros, cosa que Selene encontró especialmente peligroso.

               -Bueno...-murmuró Selene.

               -Bueno...-murmuró también Yim.

Aquello era ridículo, pensó Selene. Si no podría hacer frente a su abuelo, ¿como se enfrentaría a los aberrantes cuando llegara el momento? Porque lo había estado pensando y lo tenía claro. No podía seguir siendo la niña buena que leía poesía y  leyendas de Luwynavia, no. Ahora quería venganza y tenía a muy claro como se la cobraría. Matando a todos los aberrantes de Luwynavia. Uno por uno.

Selene observó inmóvil como el carro se perdia entre la niebla, cuando ya no lo pudo divisar se giró hacia la enorme puerta y notó como su corazón se aceleraba. Trató de empujarla pero de inmediato se apartó notando como el acero le abrasaba la piel. Asustada, vió como en la palma de su mano una mancha negra se extendía y el ardiente dolor no se esfumaba. Aulló de dolor aún a riesgo de ser escuchada. De repente, oyó un crujir de ramas en un arbusto cercano y una especie de susurro.  No tuvo que pensar en como abrir la puerta ya que ésta se abrió sola con un metálico chirrido. Volvió a oir aquel extraño susurro que la tentaba y la aterrorizaba a partes iguales. Lo peor de todo aquello es que entendía lo que el susurro llevado por el viento le decía.

Lo ignoró y, aunque trató de evitarlo cuando una rama rozó su hombro, echó a correr despavoridamente sin darse cuenta de que de su abultada maleta se había caído un libro manchándose del húmedo lecho.  

La puerta de la mansión estaba cuidadosamente decorada con unos símbolos que Selene no logró interpretar. Estaba semi-abierta por lo que solo tuvo que empujar un poco y logró entrar cuidándose de cerrarla bien. La casa olía a moho y a humedad. Unos pasos cortos y rápidos eran lo único que se oía. De repente, el olor a jabalí con miel llegó a Selene. Rápidamente se las apañó para llegar al lugar del que procedía el delicioso aroma. Las puertas del salón estaban abiertas y descubrió una enorme mesa rectagular con un mantel azul y plateado. Jadeó asustada al recordar que aquellos colores estaban prohibidos en Luwynavia al ser los antiguos representantes de la Luna. En efecto, un jabalí que brillaba por la miel reposaba plácidamente en la mesa. Solo había un plato y una copa por lo que Selene dedujo que la comida era para ella. Se sentó y solo dudó unos segundos antes de lanzarse a por la comida. Cuando hubo acabado con el plato de jabalí, dando buena cuenta de las patatas cocidas y admirado el sabor de la tarta de zanahoria, decidió que tenía suficiente. Se levantó un poco insegura y un poco nerviosa logró encontrar las escaleras principales que la conducirían a un sueño reparador. Subió las escaleras apoyada en el  pasamanos que tenía un sutil manto de polvo.

Su habitación era sencilla, se respiraba un curioso aroma a vainilla. Doblado en una esquina se encontraba un camisón blanco como el dulce crisantemo. Trato de dormir sin saber todo lo que en Woods Malory le esperaba. Cuando los párpados empezaron a pesarle a causa del abrazo del sueño, lo último que  oyó fue un susurro. Deseándole buenas noches.

                                                                  ***

No sabía  como había pasado de huir aterrorizado a quedar prendado. Las quedadas, siempre furtivas, se realizaban de noche. Entre el hablar de los árboles se dedicaban palabras de amor y apasionadas caricias.

                -¿Cómo debo llamaros?- preguntó él, en uno de sus encuentros, acariciando una cicatriz en forma de luna en cuarto creciente que relucía al brillo de la verdadera.

                -Artemisia.-respondió.

               -Decidme Artemisia,¿cuál es el origen de esta cicatriz en vuestra hermosa piel?

               -Lo sabrás, pero no todavía, no es....-un suave ronquido le indicó que Artemisia yacía dormida en sus brazos. La  acunó, sin  saber el porque de aquella cicatriz, sin saber, que cuando entendiera el origen seria demasiado tarde.

                                                                         ***

Los rayos del sol se filtraron por el ventanal de su habitación. Se levantó y parpadeó tratando de situarse. En los pies de la cama se encontraba una tunica azul y plateada, se vistió y vió un paquete cuidadosamente envuelto. El libro que había perdido en el jardin, ahora estaba como nuevo en sus manos junto con otro ejemplar. Al cogerlo notó un cosquilleo y leyó el título, este rezaba así: La Verdadera Historia de Luwynavia. Desde luego, no se iba a aburrir. El viento paso páginas del libro. Solo había un problema, aquel día no corría ninguna brisa.


AAAAHHH!! Por fin otro capítulo! Estoy super ilusionada, muchas gracias por todo el apoyo que me estáis dando, es maravilloso en serio. Todavía no conocemos a Barahaus...Pero volvemos a la persecución!! Recordad comentar si os gusta ya que es la mayor muestra de apoyo que me podéis dar junto con seguirme. Muchísimas gracias y sin nada más que decir...

Chao Luwynavos!!!!

Selene la llamada de la Diosa (BORRADOR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora