XVl. Habitaciones secretas parte ll.

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                           —Tu abuelo no te oculta nada sin motivo Selene.

Se encontraba con Marcus en las cocinas, para que fuera más realista y que ni Dorothea ni Barahaus sospecharan, tenía que vestirse como si realmente fuera a acostarse por lo que llevaba un camisón blanco leche que solo le llegaba hasta  las rodillas y la mata rizada de pelo negro recogido en una trenza cosida desde el final de su frente hasta la parte final de su nuca otorgandole un curioso aspecto.

                           —¿Tienes miedo aberrante?—bromeó Selene para tratar de olvidar su propio temor.—Ahora en serio Marcus, ¿qué quiere decir eso? ¿Te estas rajando?

Si Marcus se negaba no tendría forma de conseguir las respuestas que quería.

                           —No Sel, pero...No sé, no puedo arriesgarme a que me eche.—murmuró desviando la mirada.

Claro, aunque Selene no se lo había planteado hasta ese momento, ¿qué hacía un aberrante viviendo con su abuelo? Cuando olvidaba su condición de bestia monstruosa que podía transformarse y matarla, que curiosamente ocurría con bastante frecuencia, Selene pensaba que Marcus estaba de aprendiz de su abuelo aunque no tenía mucho sentido.

                         —Oye, si te echas atrás lo entenderé. No me debes nada.—dijo dándole un suave apretón en el brazo y obligándole a hacer contacto visual. Los ojos de Marcus, marrones con motitas doradas se rasgaron por la enorme sonrisa que cubrió su cara.

                        —Claro que no te debo nada repugnante humana.—exclamó demasiado alto por lo que moduló la voz. Selene parpadeó patidifusa sin saber como reaccionar.—Pero, sin embargo te concederé el honor de pasar más tiempo con alguien de mi extirpe mientras te enseño sobre tu patriarca lo que he prometido.—acabó tratando de adoptar un porte de frialdad y seriedad aunque de inmediato estalló en carcajadas.

                   —Anda vamos antes de que nos pillen.—Respondió Selene con un suspiro.
Marcus se negaba a darle más explicaciones de las necesarias y Selene sentía el palpitar descontrolado de su corazón y oía la sangre corriendo por sus venas del absoluto silencio que reinaba en la mansión. Subieron las escaleras y Marcus arrugó el gesto cuando un crujido extremadamente ruidoso producido por la madera resonó por el aire. Contuvieron la respiración pero no sucedió nada por lo que continuaron.

Marcus se detuvo ante una pequeña puerta. Era pequeña, bastante desgastada por lo que le había pasado desapercibida a Selene. El pomo era de plata y tenía una pequeña luna grabada a fuego lo que hizo que la respiración de Selene se acelerara notablemente.

Y abrió la puerta.

Tragó saliva y observó lo que se ocultaba, no sabía como describirlo. La palabra más adecuada sería un enorme herbolario interior, con árboles frutales que crecían exuberantes, moho y pasto por el suelo. Algunas mesas ocupaban el espacio central de la habitación con forma circular. A Selene no le pasó desapercibida una pequeña daga con algunas gotas de sangre seca ni los gruñidos, maullidos y diversos sonidos que definitivamente no eran de animales corrientes.

                    —¿Hay aberrantes? En la habitación digo. —preguntó agarrándose inconscientemente al brazo de Marcus.

                    —Si.

La respuesta fue tan clara y directa que sorprendió a Selene. No se esperaba que Marcus, tan acostumbrado a las bromas y chistes en malos momentos, estuviera cambiando.

«Tampoco creas que lo ha hecho ahora.» Se recordó con bilis amarga en la garganta.

                   —Explicamelo. Todo y sin saltarte nada.

Selene la llamada de la Diosa (BORRADOR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora