XV. Las habitaciones secretas parte l.

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AVISO: ESTE CAPÍTULO CONTIENE ESCENAS DE VIOLENCIA, NO DEMASIADO EXPLÍCITAS PERO NECESARIAS PARA EL ENTENDIMIENTO DE LA TRAMA, ADEMÁS SE DIVIDIRÁ EN DOS PARTES.

La prisión permanecía inalterable. La chica, Alba, que había sido encerrada acusada de practicar necromancia estaba recostada en un rincón dormitando.

***

En Luwynor, Liliath vestida con una túnica roja y dorada murmuraba palabras rápidamente y sujetaba un cuchillo con el que se cortó finamente en el brazo. La sangre goteaba y tras recogerla en un cuenco dorado la untó en su mano derecha para después escribir en su frente una runa con forma de sol.

***

Lejos de ahí, volviendo a la prisión de los mil suspiros, la voz, un hombre encorvado lloraba amargamente la pérdida de su amor. Un amor que desde el principio había sido prohibido pero que él, con esperanzas, había mantenido en secreto hasta que todo se acabó. Observó a Alba, al principio no había mostrado su cara, no sabía porque, diez años que su compañera había estado petrificada. Aunque probablemente ella no lo sabía por el, relativamente, poco tiempo que llevaba en la prisión, pero aquella prisión de los mil suspiros en un principio no había sido creada para albergar humanos.

Un rugido de dolor arañó el silencio de la prisión. Aunque hacía ya tiempo que había desistido a la idea de pedirles a los guardias una mejor celda y mucho menos a la idea de escapar, no podía dejar dejar de contar los relevos de los guardias observar cada vez que traian o se llevaban a un prisionero y escuchando el número de pasos que daban para realizar cualquier actividad rutinaria.

No podía dejar de hacer eso, había alguien que lo esperaba fuera de la prisión.

***

«¿Por qué no hay más habitaciones?»

Se mordió el carrillo.

«He visto muchas puertas.»

Se mareó y notó una punzada en las mejillas. Se lo mordió con más fuerza aún.

«No tiene sentido.»

No paró cuando sintió el dolor.

«Y lo más inquietante, en las noches de luna llena, se oyen gritos desgarradores de su casa»

El sabor metálico de la sangre se esparció por su boca.

Los pensamientos de Selene habían caído en un tornado oscuro de autodestrucción. Quería, necesitaba saber la verdad y sabía que Barahaus le estaba ocultando algo.

—¿Qué te pasa Sel?

Selene se recompuso rápidamente. Estaba sentada de cuclillas agarrándose la cabeza con las manos y murmurando de tal forma que parecía una lunática. Había salido a los jardines para pensar a solas pero estaba claro que no había servido de nada ya que Marcus la miraba divertida exhibiendo una sonrisa en su rostro.

—Pareces una pequeña lunática así sentada.—comentó.

—Callate.—respondió Selene enfurruñada lanzandole con una brizna de yerba. Cuando fue a arrancar otra para relajar los dedos noto un escozor y cuando bajó la mirada vió como una gota de sangre de un intenso color granate teñía la brizna.

—¿Qué te pasa?—volvió a preguntar Marcus, esta vez con tono más serio mirando el corte que se había hecho.

—¿Que oculta mi abuelo Marcus? Y si...¿y si es verdad lo que dicen de él?—preguntó notando un nudo en la garganta, la mirada se le desenfocó y al parpadear una lágrima corrió por su mejilla.

Selene la llamada de la Diosa (BORRADOR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora