Privilegios

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Es extrañamente increíble como cosas tan simples se convierten en un privilegio de pronto. Y ayer no pude evitar que se me aguaran los ojos y todo por una simple salsa de ketchup que terminó desperdiciada en el suelo por un mero accidente.
Y sí, lloré por eso.
Porque me di cuenta que estoy tan quebrada que ni siquiera me puedo permitir comprar otro paquete de esta.
Porque tener ketchup en casa se ha vuelto un privilegio y rayos sí que quería comer mis papitas con ketchup, y terminé viendo cómo se cayó mi frasco de vidrio al suelo por estúpidamente ponerlo en la silla de al lado donde mi perrita no pudiera alcanzarlo pero mi novio terminó tropezándose con ella y mi ketchup desparramado en el suelo.
Lloré porque cómo es posible que terminé en una situación económica así y cómo es posible que aún no haya podido salir de ella.
No es que no me cuestione a diario qué estoy haciendo mal porque sí que lo sé, pero en realidad no estoy haciendo nada para salir de esta.
Tratar e intentar no es suficiente, lo sé; pero es que siento que ya no tengo la misma fuerza de antes, me siento cansada y agotada. Sin embargo, aún así me sigo insistiendo en que debo encontrar un motivo, ese impulso de querer salir adelante, por mí.

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