Nuestra primera cita
Ansiosa y nerviosa, abrí la puerta de la casa y al salir me sentí cálidamente recibida por la hermosa vista del atardecer.
- ¡Hey, tú! - escuché decir a mis espaldas y supe perfectamente quien era.
- ¡Piscis! - exclamé volteando a verlo.
- Te ves hermosa - dijo él.
- Gracias - le sonreí. - Y tú muy guapo.
Hace unas semanas que había visitado un par de universidades en busca de la mejor opción académica para mí. Y allí lo vi. Al chico lindo que dirigió mi tour.
Como estudiante antiguo e integrante del comité, él se había encargado de mostrarnos el lugar semanas atrás y debo decir que parte de mí andaba más atenta en él que en el tour. El chico de resplandeciente cabellera dorada y ojos café me pidió intercambiar números en caso de tener alguna duda; aunque no hemos hecho más que hablar de nosotros desde entonces. Fue realmente una pena que cuando me invitó a salir yo tuviese que ir a conocer otra universidad. Pero, por fortuna, logramos reprogramarlo. Y aquí estoy, con el corazón desbordado, en mi primera cita con él.
Piscis.
- Apuesto a que te gustará este lugar - aseveró. - Y estoy seguro que nadie te lo ha mencionado antes.
- Lo más probable es que no - respondí. - Y espero con ansías llegar ya.
Aún con la mirada fija en la carretera, podía admirar aquella encantadora sonrisa formada en su rostro.
Cerré mis ojos y extendí mis brazos dejando que el viento cálido me acariciara. Estábamos en su descapotable manejando por toda la costa, dejándome llevar hasta ese lugar que sonaba prometedor.
- Llegamos
Abrí mis ojos y me encontré frente a un marco enorme de piedra que daba entrada a un inmenso parque que parecía no tener ni inicio ni fin. Giré y detrás de mí podía ver las luces de los edificios cruzando la vía. Es más, aún podía escuchar las olas del océano.
- ¿Estamos en...?
- Seguimos en la costa, Acuario.
- Estoy confundida.
- Seguimos aquí, solo que arriba.
- ¿Un malecón?
- No. Es solo un parque realmente grande - lo miré aún sin entender ni un poco. - Ven. Esto te gustará.
Extendió su mano y la tomé sin más. Quería ver qué nos deparaba.
Seguimos el sendero apenas iluminado, entre árboles y flores. El ambiente olía increíble, con un toque a cítrico y dulce.
Nos adentrábamos de a pocos en este lugar que aún no lograba comprender del todo, pero he de decir que me vi envuelta por su magia de inmediato.
- Hace un año que abrieron este lugar - dijo. - Pertenece al distrito, es un espacio público - continuó. - De hecho, fue la última obra del anterior alcalde. Convirtieron este terreno olvidado y sucio en algo más memorable. Un rincón donde la gente pudiera disfrutar un poco más de la naturaleza aparte de la playa.
- ¡Vaya! Sí que es hermoso
Caminamos un poco más y a la mitad de todo había varias mesas ubicadas alrededor de un mini café bar.
Nos sentamos en una de ellas y una de las meseras se nos acercó ofreciéndonos la carta y encendió la vela de nuestra mesa.
"Gracias", dijimos al unísono antes de que la señorita se retirara.
- Podemos pedir lasaña o un postre - mencionó.
- Tienen churros con helado - señalé.
- Podemos pedir eso - aseveró. - ¿Por qué no los dos?
- Y algo de beber - continué.
El asintió con la cabeza, llamó a la mesera e indicó nuestra orden.
Miré alrededor, me había quedado fascinada y admiraba con detenimiento la belleza del lugar. Pero de pronto noté a unas personas acercándose a los faroles encendiendo velas dentro de ellas. No era que el área no estuviera ya iluminado, porque sí lo estaba por las diminutas luces decorando los árboles. Sin embargo, ahí estaban ellos alumbrando más el sitio.
- ¿Por qué están haciendo eso? - le pregunté finalmente a Piscis.
Mi pregunta sonó más a reclamo y Piscis no pudo evitar reírse.
- Espera y verás - contestó él. - ¿Recuerdas que te dije que esto te iba a gustar? - asentí.
- ¿Se puede poner aún mejor?
- Dale un par de minutos.
- De acuerdo.
Observé un poco más a mí alrededor, pero nada pasaba; así que puse mi atención en los platos de lasaña que nos habían traído. Cuando de pronto, todo se oscureció, quedando iluminados solamente por la tenue luz de las velas. Hubo un gran apagón en toda la zona permitiendo al cielo brillar por sí mismo esta vez.
- Me encantan las estrellas - dije completamente derretida por la vista.
- A mí también - coincidió él. - Es lindo ver el cielo despejado en la ciudad aunque sea una vez.
- ¿Lo sabías?
- ¿Qué cortarían la electricidad? Sí - me miró. - Y también sabía que te gustaría.
Y le había acertado. Me encontraba hechizada por todo el panorama, la noche iluminada por la luna y las estrellas, la fragante vegetación rodeándonos y las velas creando el escenario más romántico posible.
- Me gusta tu sonrisa - manifestó. - Y me gusta lo que se ha formado entre nosotros.
Divagué en su mirada, en la forma de sus ojos, su nariz y sus labios.
- Me gustas, Acuario.
Él extendió su mano rozando la mía sobre la mesa y la acarició suavemente. Me estremecí con su toque y supe que debía estar más que sonrojada, pero no quería alejar mi mano de la suya, quería devolverle la caricia.
Y eso hice.
Piscis me gustaba mucho, me sentí atraída por él desde que lo vi y lo estuve aún más a medida que lo iba conociendo. Adoraba su ternura y que se hubiese tomado el tiempo para hacer de esto una cita memorable.
Todo esto era mucho más bonito de lo que había imaginado. Era de lejos la mejor cita que había tenido.
- Me gustas, también, Piscis.
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HISTORIAS DE ACUARIO
RastgeleSon historias de los signos del Zodiaco, en especial de Acuario. Soy Acuariana y siendo sinceros describo mejor a mi signo que a los demás; sin embargo, tengo amigos de otros signos y trato de retratarlos lo mejor posible en mis historias. Pero uste...