Capítulo 2. "Protección".

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Antes que nada aclarar:

Este capítulo se me ha pasado de palabras pero porque creo que es muy importante que la escena vaya entera!! Espero que lo disfrutéis. Un saludo!

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Ahí estaba su cuerpo tirado en el suelo y noté perfectamente como mi corazón se saltaba más de un latido. Lo observé con detenimiento mientras me acercaba a él todo lo rápido que podía, me sentía torpe, mis manos temblaban y si, tuviera que hablar, seguramente no saliera nada por mi boca. Le toqué, su piel helada me erizó por completo. El único movimiento que tenía era su espalda al respirar y, aunque pareciera una tontería, hizo que me relajara un poco. Lo inspeccioné con cuidado, estaba boca abajo, claramente había intentado levantarse de la cama con la consecuencia de dar de bruces contra el suelo y quedarse en esa posición. El cuerpo intentó moverse de nuevo al escucharme mientras lanzaba un pequeño gemido. De nuevo un escalofrío recorrió mi columna de arriba a abajo. Me acerqué del todo y apoyé mis rodillas en el suelo lo más cerca que pude de él.

—¡No te muevas! —Grité mientras mis manos se abalanzaban contra el cuerpo para ayudarle a darse la vuelta. —¿Qué estás haciendo? Te vas a hacer daño. —Susurré como si de aquella manera mis manos no fueran a hacerle daño. Le toqué tentativamente la nuca entre tanto pelo. Estaba sudado y lo tenía un poco pegado. —Te dije que no te movieras y me esperaras.

—Es muy fácil decir... —Tosió acortando la frase mientras le daba la vuelta con cuidado quitando de su rostro algunos mechones de su pelo. Parecía tan frágil en esos momentos... Mis ojos no pudieron evitar vagar por su cuerpo. Tenía el torso desnudo, tal y como lo había dejado, excepto todas las vendas que curaban aquellas heridas realizadas por los murciélagos del Upside Down. Necesitaba saber que no se había hecho daño y como si se tratara de un resorte, palpé con mi mano libre todo lo que pude en su cuerpo para verificar que estaba en perfectas condiciones.

—Está bien. —Suspiré con alivio. —No te has hecho nada, ¿estás bien? ¿Te-te-te encuentras bien? —Tartamudeé, me costaba horrores poder incluso concentrarme en soltar una palabra bien.

—Si Harrington. —Dijo alzando la mano como para quitar importancia mientras dejaba escapar una mueca de dolor. —Tan solo quería algo de libertad... —Dejó escapar una pequeña sonrisa. —Necesitaba ir al baño.

—A ver... ¡Te dejé todo preparado por si lo necesitabas!

—No iba a mear en una lata... Como comprende...

—Perdone señorito. —Le interrumpí. —¿Crees que esto es mucho mejor? ¿Cuánto tiempo llevas aquí en el suelo?

—Bueno, ahora tengo al señor importante Don Harrington a mis pies como si fuera una pequeña damisela en apuros. Es mucho mejor que permanecer en el suelo desde luego.

Lo observé y tenía razón. Sonreí como una contestación a mi derrota. Me encontraba de rodillas mientras le agarraba la cabeza con mi brazo derecho como si quisiera que la vida me fuera en ello. Él sin embargo se encontraba en peor situación, boca arriba sin casi movimiento y con el único apoyo de mi brazo como sostén.

—Sé que te encanta Munson, pero tendrás que ponerte de pie si todavía quieres ir al baño.

—No estaba en mis planes que me llevaras tú, pero si. —Bromeó.

—Está bien, vamos. —Le quité importancia al último comentario. Con él no sabía cuando era todo broma o realidad. Incorporé su cuerpo todo lo mejor que pude y con la mayor delicadeza que la posición podía permitirme. Munson gruño un poco cuando sus músculos se tensaron y quedó en una posición más doblada que la anterior. —Un pequeño empujoncito más, ¿de acuerdo? —Asintió mordiéndose el labio inferior mientras me dediqué a agachar la cabeza para que pasara su brazo por encima de mi nuca. Otro escalofrío recorrió mi cuerpo cuando noté la fría piel del muchacho posarse en mi cuello.

Steddie | Nuestro mayor secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora