—Oye Rob... —Le dije a mi inseparable compañera mientras cerrábamos el Family Club Video. Era la una de la tarde y nos moríamos de hambre. —Recuerda por favor...
—Estar callada y no comentar nada hasta que lleguemos. —Me cortó. —Lo sé Stevie —Dijo en tono cursi mientras pestañeaba muy agitadamente.
Yo solo me reí, odiaba que me llamaran así pero solo se lo consentía a ella. Estábamos más que decididos de pedir algo para llevar a casa, así ella aprovecharía y vería un poco a Munson y a mi me permitiría soltar tensión. No era lo mismo verlo a solas que tener a alguien al lado. Aunque conociendo a Robin... seguro que me vería algo extraño y me lo estaría restregando durante días y días. Aún recordaba cuando fui a trabajar al día siguiente de dormir media noche con el moreno y tener aquel sueño. Robin era como una madre adolescente, tenía todo lo infantil e inmaduro que se podía tener pero sabía a la perfección que si te pasaba algo, estaba en lo cierto, no fallaba nunca. Su frase inquisidora era: "A ti te pasa algo" y, si negabas más, peor se ponía la cosa.
—¿Vamos a pedir algo en especial?
—Que no lleve picante por favor. —Supliqué. —La última vez me sentó muy mal. —Arrugué la cara recordando aquellos dolores intensos que tuve de estómago durante tres días seguidos.
—¡Perfecto! ¡Marchando picante! —Rió mientras avanzaba su paso. —¿Y a parte de ti? ¿Algo favorito? —Gesticuló con las cejas enfatizando las palabras.
—Creo que le apetecería... —Susurré pensativo realmente más para mi que para ella. —Le gusta mucho el queso, algo que lleve o bien queso de cabra o cualquier tipo de queso azul.
—Puajj, queso azul...
—Bueno, tiene su punto. —Dije encogiéndome de hombros. Le había preparado más de una vez algún plato especial para que lo disfrutara y no había estado feo.
—¿El queso? —Sonrió. —¿O el cachorrillo Stevie?
—De verdad Robin que a veces no te aguanto eh... —Me ruboricé, yo lo noté y ella también. Ambos sabíamos que estaba como un tomate.
—Ajam... como a mucha gente o bueno... —Pensó enfatizando los gestos con la mano en la barbilla para que la viera en su teatro. —Te recuerdo decir alguna vez que odiabas a los cachorros, ¿qué cosa no?
—No, en ningún momento yo he dicho algo así. Es solo que bueno, no me caían bien.
Robin solo reía mientras me miraba divertida. Tenía la sensación de que sabía más de lo que yo quería y eso, en cierta medida, no me hacía ni pizca de gracia. ¿Tenía cierto interés amoroso en Eddie Munson? Si. ¿Podía contárselo a Robin porque también era homosexual? Pues si pero, no era todo tan fácil. Primero, me había dicho a mi mismo que solo era un interés, una fase, es decir, solamente me habían gustado las chicas durante toda mi vida y nunca, nunca, me había interesado por un chico y eso, que había tenido todas las oportunidades. Ni siquiera cuando había estado en las duchas del instituto después de cada entreno me había fijado siquiera en un trasero. "Menos en el de Munson aquella vez que coincidimos" me dijo la voz de mi subconsciente y bueno, tan solo había sido una vez, aquello no indicaba absolutamente nada. Tampoco podía culparme, Eddie Munson llevaba aquella vez el uniforme deportivo muy pegado, como dos tallas menos, era normal, todas las chicas lo habían comentado.
Entramos en la tienda con las risas de Robin y mi inquietante silencio mientras en mi cabeza le daba mil vueltas a todo el asunto. ¿Y si era gay? No podía serlo y Munson tampoco lo era. Dios mío... veía constantemente lo mal que lo pasaba Robin con eso, ¿debería quizás preguntarle? Ella lo sabría mucho mejor que cualquier otra persona. La miré de reojo mientras pedía un par de pizzas. Realmente... era mi mejor opción. Ya me había confesado hacia relativamente poco, que le encantaba pasar tiempo conmigo por dos cosas, una: porque se lo pasaba muy bien y dos: porque sus padres se creían que había entre nosotros algo amoroso y dejaban esas sospechas que siempre tenían con ella. Quizás, a mi también me interesaba su compañía por los mismos motivos.
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Steddie | Nuestro mayor secreto
FanfictionTodo el mundo guarda algún secreto, ¿no? Un posible amor no correspondido, alguna mentira piadosa, cartas que nunca se han mandado, sueños que quizás no deberían ver nunca la luz pero, el secreto de Steve Harrington era mucho mayor. Steve guarda u...