Capítulo 8. "Siempre contigo".

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—Estúpido, estúpido y mil veces estúpido. ¿Por qué diablos tienes que ser así Steve Harrington? —Me dije susurrando mientras observaba el techo del salón. Me recosté de lado, realmente no cabía muy bien pero no era tan incómodo como había pensando en un principio. Recorrí el salón con mis ojos, realmente mis padres habían tenido un buen gusto eligiendo decoración pero lo notaba muy anticuado, en cuanto tuviera más dinero empezaría a cambiar cosas. —O no si fuera a la universidad... —Sonreí imaginándome en un nuevo piso con Munson y mi pecho se encogió un poquito.

El moreno ya se había acostado en su nueva habitación y yo, para seguir cerca, había creado una pequeña cama en mi sofá, no era incómodo así que podría aguantar el tiempo que necesitara aunque la tela se pegaba a la piel y tenía que estar encogido y de costado para que las piernas no sobresalieran. Pero, ¿nadie comprendía que no quería irme a mi cuarto? Estaba en el segundo piso, demasiado lejos de Munson y no olvidemos que estaba saliendo de casi morir y, aunque estuviera considerablemente mejor, no dejaba de ser una persona dependiente de cuidados, ¿nadie entendía que le podría pasar algo? Y yo me moriría si eso ocurriera.

Suspiré vaciando mis pulmones, esta decisión de quedarme en el sofá me había ocasionado una pequeña pelea con él, nuestra primera de hecho.

—Ok, eso suena como si fuéramos pareja. —Dije mientras escapaba una sonrisa.

Él quería que durmiera en mi cama y yo me niego rotundamente a estar tan lejos de Munson, aunque no se lo he dicho así claro está. Él no puede saber que cuanto más separado estemos más me duele el pecho y me quema el alma. Y ahora sin embargo, aquí estaba, como si tenerlo a tan solo metros de distancia me estuviera ayudando cuando era todo lo contrario, porque aunque estuviéramos en el mismo pasillo y solamente tuviera que salir del salón, parecía que estaba demasiado lejos, como si se hubiera marchado a otra ciudad y no fuera a verlo nunca en mi vida. Por consecuente, la cosa no había acabado muy bien y no sé quien de los dos es más cabezota. Bueno sí, él que directamente se había acostado sin siquiera decirme "buenas noches" y eso, me estaba matando, tenía en el pecho una sensación aplastante y asfixiante y la culpa me invadía porque si, por tremendo idiota.

Esta noche desde luego me estaba coronando. Di la vuelta de nuevo en el sofá dentro del poco espacio que tenía. Noté como las piernas habían creado un pequeño vacío con la tela y sonó demasiado el movimiento para mi gusto. Después de lo bien que se lo había pasado con Robin y Munson en la cena todo fue poco a poco cogiendo un tono desastroso por mi culpa. Había sido un completo idiota al entrar en el baño y recordarlo me hacía sentir una tremenda vergüenza recorrer mi cuerpo.

—¿Qué habrá pensado de mi?

"Qué eres gilipollas" exclamó la voz en mi cabeza. ¿Cómo se puede ser tan idiota? Que vergüenza ajena pensar que Munson me ha visto hacer el idiota para no verlo cuando entró en el baño. Es que Steve, ¿en serio entrar con los ojos cerrados palpando el lavabo? ¿Y Munson se estaba duchando todavía? ¡No! Estaba ahí, sin camiseta por cierto, pero mirándome con cara de pensar: "¿Qué haces puto loco?". Como si yo, Steve Harrington, no estuviera acostumbrado a ver chicos desnudos en el instituto.

—Eso suena muy raro. —Me dije curvando las cejas en desaprobación.

Lo peor es pensar y saber como me he dado cuenta de que estaba actuando como un tremendo idiota delante de él y ¿cómo me he dado cuenta? Pues no he sabido que Munson estaba viendo toda la escena hasta que se ha puesto a carraspear y reírse desconsoladamente.

—Dios mío, soy un tremendo y grandísimo estúpido.

Y para colmo luego nos hemos peleado por, ¿dormir en mi cama? Absurdo. ¿No se da cuenta que necesito estar cerca suyo?

Steddie | Nuestro mayor secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora