Capítulo 12

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Mientras pensaba qué hacer, el charco de sangre se hacía más y más grande. Era una escena aterradora en la que su madre no paraba de llorar. Aunque sus manos temblaban todavía por la conmoción del momento se puso en marcha y tomó los pies del hombre para arrastrarlo hasta el armario de su habitación.

¿Una terrible idea? Tal vez. Pero su armario era el único de la casa que no tenía alfombra y quizá más adelante eso facilitaría el trabajo de limpieza. El traslado obviamente dejó una marca de arrastre. Heena miraba con miedo y él se negaba a pedir su ayuda. El cuerpo de su padrastro era pesado, era un hombre grande y debía pesar el menos 95 kilos.

—¿Qué hacemos? — preguntó su hermana al borde del colapso.

—Esto tiene que ser una pesadilla— Nakyum miró a su madre llorando sin control. Tenía pequeñas manchas de sangre en sus tenis blancos y apenas si podía sostenerse de pie.

—Debemos limpiar— trató de sonar confiado y aparentar como si todo estuviese bajo control, pero no estaba seguro de que el terror que estaba experimentando no se asomara ni un poco en su actuar—. Creo que debemos ganar tiempo.

—Creo que es mejor que llamemos a la policía— Heena era una chica inteligente y a pesar de que su padre estuviese ahí sin vida, ella tenía un par de ideas elocuentes. Era una joven estudiante de medicina e ingenuamente confiaba en las autoridades. Esas malditas autoridades que nunca aparecieron cuando su madre tenía la nariz rota y se consumía en el dolor durante semanas, esas autoridades que nunca vinieron a ayudarlo cuando ese sujeto lo obligaba a chuparle el pene, esas autoridades tan ajenas a todo lo que pasaba en su supuesta familia.

Nakyum estaba lleno de rabia y por primera vez en su vida, deseó abofetear a su hermana para hacerle ver que su idea no podía ser más tonta.

—Claro. Eso es quizá lo más estúpido que podemos hacer.

—Hijo, podemos alegar que fue en defensa propia ¿No lo crees? Él estaba abusando de ti. Yo pienso que solo...

—Limpiaremos, ganaremos tiempo y sabremos que hacer con él. Llamar a la policía no es una maldita opción— luego miro directo a los ojos de su hermana. No iba a abofetearla, pero si le dejaría bien claro lo que sentía—. Tuviste suerte de ser su hija de sangre ¿No? Siéntete afortunada. ¿Qué harás para remediar esto? Deberías al menos aceptar que sabías lo que él hacia conmigo. Ahora quieres ir y llamar a la policía. Bien, hazlo si piensas que es lo mejor. Pero al menos deberías pensar en otra forma de ayudar.

Heena no pudo sostenerle la mirada, Nakyum sabía que le había dado justo donde le dolía. Sabía que ella vio a su padre abusando de él una o dos veces. Jugó con el sentimiento de culpa, la hizo sentir terrible persona y pudo percibirlo, pero luego se arrepintió. Quería a su hermana y la verdad era que ella no tenía nada que ver con su mala suerte.

—Lo siento— se disculpó de inmediato—. Iré a comprar algunas cosas.

Luego las terribles imágenes aparecieron en su mente. El cuerpo desmembrado en su habitación, las salpicaduras de sangre que alcanzaban el techo, su madre llorando fuera de sí. Heena cubierta de un rojo intenso y el olor tan asqueroso que llenaba sus fosas nasales. Fue ahí cuando se dejó caer de rodillas y comenzó a maldecir todo lo que pasaba.

~

Despertó con la respiración entrecortada. Tenía sudor en la frente y le dolía la garganta quizá por haber estado jadeando.

—¿Estás bien? — Seungho se acercó a él y lo trajo de vuelta a la realidad. Todo tomó orden de nuevo. Estaba en la habitación de ese pequeño complejo de apartamentos en Busan. Habían llegado temprano y él se quedó dormido debido a que la noche anterior no fue muy buena en lo que a dormir respecta. Seungho le acercó un vaso con agua y lo bebió como si tuviera prisa por terminarlo.

Irreversible (Pintor Nocturno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora