✾Capítulo XXV✾

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Un error, claro, un completo error, pensaba eso mientas estaba sujetando de la cintura a su esposo, recostados viendo una película, era domingo, Jimin se había quedado dormido, Yoongi no podía prestarle atención a la televisión, un error que no podía volver a cometer, volver a besar esos dulces labios, acariciar ese cabello sedoso de nuevo.

¿Qué rayos estaba pensando?

Definitivamente al día siguiente le aclararía las cosas a Bianca, le diría toda la verdad, su lindo esposo no merecía ser ocultado de esa manera.

Dejó de sobre pensar y pudo ver como su esposo escondía su rostro dormido bajo la manta, una costumbre que Jimin tenía al tomar una siesta cuando era por la tarde era ocultar su rostro bajo las cobijas, inconscientemente hacia esa acción por que la luz le estorbaba mucho, pero minutos después graciosamente se las sacaba de encima porque no podía respirar, este acto ante los ojos de Yoongi era demasiado adorable, por encima de la manta plantó un beso en lo que trataba de atinar era la frente de Jimin, a el también lo estaba venciendo el sueño, y disfrutó de una siesta junto a su esposo esa linda tarde.

...

[Mientras corrían por no ser atrapados por el padre de Jimin en esos tiempos donde su relación no estaba bien ante sus ojos, reían un poco porque a pesar de que todos vieran su amor de una manera incorrecta, con sus miradas aclaraban que al menos ambos eran cómplices de lo mismo, que, aunque existieran barreras que lo quieran impedir, ambos harán lo imposible por destruirlas, sus risas traviesas mientras corrían lo decían todo, y estaban sumidos en lo que solo ellos pueden llamar un amor puro.

Habían perdido a quien los perseguía de su vista y cuando llegaron a un árbol se detuvieron a descansar, a pesar de lo cansados que estaban, Yoongi jaló del brazo a Jimin y no se resistió a besarlo con dulzura, este le siguió el beso con gusto, se separaron para nuevamente iniciar otro beso que esta vez empezó Jimin, se reían en medio de los ósculos que se dieron tiempo a apoyarse en el árbol y cayeron al pasto, pero poco les había importado, solo desparramaban amor por todos lados.

El atardecer era hermoso, habían perdido la noción del tiempo, al punto de saber que, si ambos llegaban a sus respectivas casas en ese momento, un regaño era poco lo que iba a recibir, pero estar juntos era más importante, todo perdía valor si ambos estaban al menos cinco minutos manteniendo sus miradas fijas en el otro, sin siquiera decir palabra porque sus ojos demostraban todo lo que las palabras no podían expresar.

Para ver mejor el atardecer, habían subido al árbol junto a ellos, era agradable y romántico pensar que solo eran ellos dos en el mundo en ese momento, para ser 1994 y que la gente tenga un poco más abierta la mente con respecto a las relaciones homosexuales que en épocas pasadas, no podían evitar seguir sintiéndose observados de mala manera o ser juzgados, incluso a veces llegaban a perseguirlos por la única razón de querer agredirlos, ya pasaron por mucho pero momentos como este, hacían hacerles pensar que su lucha valía completamente la pena.

- La primera estrella. - Jimin apuntaba hacia la estrella que había encontrado, se notaba su emoción incluso por las cosas más pequeñas.

- Yo veo una estrella todos los días. - algo por lo que Yoongi se caracterizaba mucho era, el no ser un romántico si de alguien se trata, pero Jimin verdaderamente había movido cables en el corazón un poco duro del mayor.

- ¿De verdad? Y dime, quien es esa estrella que te roba suspiros cada que la vez. - Sabía que se trataba de el mismo, pero le gustaba jugar a hacerse el ofendido de vez en cuando, para que su lindo novio le recalcara que él era lo más importante de su vida, no por egocentrismo, solo le gustaba escucharlo.

- Es alguien que amo mucho, que el brillo en sus ojos supera el de las estrellas y que está sentado en la rama de un árbol justo en este momento a mi lado, y quiero hacerle una pregunta, ¿me permite besar sus delicados labios ahora mismo por favor? - De a poco se iba acercando a Jimin y lentamente iba tomando tu mano esperando autorización.

- Permiso concedido - Rió un poco antes de que sus labios fueran apresados por los del contrario, se separaban cada que estaba por terminárseles el aire, para iniciar nuevamente otro beso.

- ¡Mira Yoonie! - apuntó nuevamente al cielo - una estrella fugaz. - algo que le gustaba a Yoongi de Jimin era verlo feliz por cosas tan pequeñas, Jimin puede emocionarse hasta por que el sabor de algo que comió sea delicioso.

- Pídele algo, hermoso. - rió y beso el cachete de su novio, quien ya había cerrado sus ojos para pedir algo que quería mucho.

- ¿Me dirás que pediste? - Habló nuevamente Yoongi.

- Claro que no, ¿qué no sabes que contarle tus deseos al resto es de mala suerte? No me quites mi lindo sueño - quiso parecer enojado pero su risa no ayudaba.

- Dímelo, o el monstro de las cosquillas te va a atacar. - sus manos ahora estaban cerca del cuerpo de Jimin, pretendiendo hacerle tener miedo de las cosquillas que pronto iba a recibir.

- ¡No! Yoonie eso es trampa. - Quería alejarse, pero si lo hacía, caería de la rama.

No faltó mucho para que Yoongi comenzara con las cosquillas, ambos se reían, y llegó el punto en el que Jimin ya no podía soportar más.

- ¡Esta bien Yoonie, para! - Yoongi se detuvo. - Le pedí algo a la estrella, que tiene que ver con nosotros.

- ¿Sí? Cuéntame cariño.

- París. - Pronunció Jimin.

- ¿Eh?

- Quiero ir a París contigo, quiero pasear por sus calles contigo, ni siquiera se bien porque, pero anhelo que tú y yo vallamos a París una vez tú y yo. - A Jimin se le notaba que sus palabras no mentían, que esperaba en verdad un día viajar con el amor de su vida a esa ciudad.

- Haremos de París nuestra ciudad para amar, te lo prometo.

Ya la Luna había salido, y su resplandor alumbraba a la pareja que nuevamente inició otro beso, lento y lleno de amor, con nuevos sueños por cumplir, y con más razones para ser felices.]

...

- ¡Kiim Seojiiiin! - Una noche de borracheras en su propio bar que decidió no abrir esa vez para lamentarse por sí solo y desahogarse al fin, eso es lo que Kim Namjoon padecía.

- Ya ni siquiera pronuncias bien su nombre, deja de tomar, estás hecho un asco.

Jackson estaba de guardia, no del bar, sino de Nam, cuidaba que no vaya a hacer una tontería y le estaba quitando algunos vasos de tequila que bebía.

- Tu no luo entiendesh, lo bushco, lo bushco y por más que parezca que está cerca de mí, alguo pasha para hacegme entedeh que nunca lo encontrade. - Jackson, de todo lo que Nam había dicho, solo entendió la mitad.

- Ya se, ya se, pero ¿qué más quieres hacer? Cambió su número, ya no vive donde solía vivir cuando se conocieron, su familia ni siquiera te recuerda, ¿estás consiente de que su apellido es el más común de toda Corea? Si ni siquiera en este pequeño pueblo puedes encontrarlo, ¿qué esperas si lo buscas en todo el país? Es tan común que hasta tu llevas su apellido.

Nam no dijo nada porque el tequila lo venció y tuvo que atender asuntitos en el baño.

- Este me va a terminar matando. - Jackson aprovechó la huida de su hermano para limpiar el tequila que derramó Nam al salir corriendo al baño. Alzó la vista y vio la silueta de un hombre estar parado frente a la puerta, se acercó hasta allá para abrirla.

- Lo siento amigo, pero está cerrado.

- ¿Conoces a Kim Namjoon? - el hombre quien venía encapuchado por la poca lluvia que caía, habló sin más.

- Eh, sí, es el dueño de este bar, ¿lo necesitas?

- No, de hecho, lo que necesito es que deje de buscarme, un gusto, soy Seokjin, Kim Seokjin.

-...






ℜ𝔢𝔪𝔢𝔪𝔟𝔢𝔯 𝔪𝔢, 𝔭𝔩𝔢𝔞𝔰𝔢... [𝐘𝐌]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora