Al final fueron quince minutos y les tocó correr con el coche hasta la Ópera.
—No tenemos por qué ponernos nerviosos en absoluto —le dijo Dimitri a Vlad.
Estaba sentado en las escaleras mientras esperaba que llegara Anya, que había subido en otro coche con Sophie. Vlad se paseaba ante Dimitri de un lado para otro. Toda la seguridad y alegría que había mostrado hacía unas horas, ahora se había convertido en nervios, como una termita que lo carcomía por dentro. La capa negra que lo protegía del frío volaba tras él en cada paso.
—Ella es la princesa —continuó Dimitri.
Dejó caer la cabeza, cerró los ojos, y se preguntó, por enésima vez, si lo ocurrido apenas un rato antes con Anya había sido buena idea. No sabía lo mucho que la deseaba hasta que la tuvo frente a él, hasta que tocó sus curvas, hasta que su cuerpo rozó el suyo con esa intimidad que lo hizo explotar de un millón de formas diferentes. Aún podía sentir las caricias que habían compartido, y ver esa última sonrisa antes de salir de su habitación lo atormentaba.
— Lo sé, lo sé, pero...
—No, no, no, no. Tú no tienes ni idea —Dimitri se levantó, incapaz de seguir sentado—. Yo era el muchacho del palacio, el que abrió la pared. Ella es la auténtica, Vlad —confesó por fin.
Miró a su camarada, pero había dejado la mirada perdida y los ojos muy abiertos. Lo más probable era que ahora estuviera procesando cada momento con Anya, igual que él había hecho hacía unas horas.
—Eso significa que nuestra Anya ha encontrado a su familia.
La sonrisa de Vlad llenó a Dimitri. En ese momento, a Vlad no le importaba el dinero, ni ganarse de nuevo el favor de la realeza; solo le importaba que su querida niña Anya había conseguido recuperar a la única familia que le quedaba, después de diez años huérfana.
—Hemos encontrado a la heredera del trono ruso —sentenció tras una pausa.
La frase fue como una lápida sobre Dimitri. Si había albergado la esperanza de que en algún momento Anya y él tuvieran una oportunidad, con esa frase, Vlad había terminado de abrirle los ojos. Nunca habría un futuro para ellos. El destino de ella era convertirse en emperatriz y entrar en un juego de poder por recuperar el trono ruso, y él había tenido suficiente revolución para toda la vida.
—Y tú...
—Yo saldré de su vida para siempre.
—Pero...
—Las princesas y los pinches jamás se casan —ironizó.
No tenía sentido fingir ante Vlad que entre Anya y él no había nada. Lo crio como a un hijo, habían hecho cientos de negocios juntos y era su mejor amigo. Ocultarle lo que sentía por ella era inútil y, lo más probable era que en cuanto llegara Anya, solo con mirarlos, Vlad supiera que había ocurrido algo entre ellos.
—Lo sé, pero...
—Esto seguirá adelante. Nada es distinto —Dimitri intentó transmitir la seguridad que en realidad no sentía en cada palabra.
—Tienes que decírselo —se enfrentó Vlad.
—¿Decirme qué?
Dimitri se giró al escuchar su voz, suave y tranquila. La contempló como no había podido hacer al salir del hotel. Su cabello cobrizo se recogía en un moño alto y despejaba su rostro, que dejaba todo el protagonismo a sus ojos, ahora perfilados. Llevaba un maquillaje sencillo y elegante, a juego con los pendientes de perlas y su gargantilla. Sus manos, enguantadas en blanco, cerraban un grueso abrigo azul que le llegaba hasta los pies.
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Disney New Adult: Anastasia
FanfictionConocemos la historia de Anastasia y cómo nos la contó Disney, pero, ¿qué pensamientos tuvieron Anya y Dimitri? ¿Cómo fue su viaje? ¿En qué momento se enamoraron? Yo os contaré esa parte de la historia. Fanfic basado en: Anastasia Completa Los per...