14

308 52 18
                                    

Donny y yo estamos parados en medio de un mar carmesí y blanco. Estoy haciendo mi parte para encajar. Llevo vaqueros negros y la única camiseta roja que tengo.

Cuando te sonrojas tanto como yo, es mejor evitar el color.

El sol acaba de ponerse detrás del estadio de fútbol. Yo ocasionalmente vengo a ver jugar a Priya, pero Donny viene todos los partidos.

Él es la energía personificada. Cada vez que Priya toca la pelota, su corazón grita. Su rostro está rojo no solo por los gritos, sino también por el número siete de Priya pintado en sus mejillas.

Siento una punzada de celos.

También quiero tener citas como esta, afuera y libres.

Cualquier tensión que hubo al principio del día parece haber sido olvidada. Justo como sabía que sucedería. Donny es siempre un novio solidario. Aun así, está hecho un desastre nervioso a mi lado. Ha estado comiéndose las uñas desde que el equipo visitante empató el marcador.

—No podemos permitirnos perder este. Realmente necesitamos los puntos. —Le sonrío a mi amigo. Es lindo ver cómo se refiere a las actividades de Priya como propias.

—¿Qué sucede? —pregunta Donny cuando me pilla mirándolo.

—Es solo que... prácticamente tienes corazones en los ojos.

Donny se ríe.

—¿Es tan obvio?

—Solo para mí, porque soy tu mejor amigo. Y te conozco.

—Lo mismo me sucede contigo —dice Donny—. Te conozco.

Antes de que pueda preguntarle qué quiere decir, Priya anota. Donny prácticamente salta a mis brazos, y apenas logro detenernos de caer al piso. Cuando nos separamos, me río.

Por el resto del partido, Donny y yo somos el equipo de porristas de Priya. Funciona, ganamos dos a uno.

Después del juego, Donny y yo vamos a tomar un refresco a los camiones de comida. Mi garganta lo necesita.

—¿No estuvo increíble? —Donny ha estado hablando de Priya sin parar.

Sé que no debería, pero siento una punzada en el pecho. Quisiera poder hablar abiertamente sobre quién me gusta, no solo con mis amigos, sino también con el resto del mundo.

Es injusto cómo los heterosexuales llegan a amar, reír y vivir tan libremente, mientras nosotros pensamos todo dos veces. Nuestras acciones son siempre cautelosas.

Como si mis pensamientos los hubieran invocado, veo a Jimin y a su novio. Están cruzando el estacionamiento hacia su auto. Se ven felices, ajenos a las pocas personas que se han detenido a juzgarlos.

O tal vez no tan ajenos. Se detienen y miran deliberadamente a esos idiotas. Mi estómago se hunde, espero que no provoquen una escena.

Por cada paso que doy para querer salir del armario, estos momentos me retienen.

Es una mezcla de miedo e ira que el mostrar mi verdadero yo signifique lidiar con cosas como esta. Jimin sonríe y acerca a su novio hacia él. Se besan y dan a los homofóbicos algo de qué hablar. El grupo se dispersa y Jimin se ríe. Yo también me río.

—¿Qué? —pregunta Donny. Se ha perdido ver la audacia y la valentía de esta pareja pública, orgullosa y gay.

Jimin me pilla mirándolos. Me ofrece un asentimiento, y yo se lo devuelvo. He decidido que cuando crezca, quiero ser igual que él.

—Nada. —Es nuestro turno de ordenar—. Solo tomaré una Coca-Cola, por favor.

Donny compra snacks para él y Priya, y le ayudo a llevarlos al Cuacmóvil. Priya llega poco tiempo después. Se ha duchado y cambiado de ropa, y su largo cabello negro mojado está trenzado colgando por su espalda.

Sal conmigo, Jeon JungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora