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—Estoy en casa —le anuncio a nadie en particular mi llegada. Pienso que es lo que debo hacer. A pesar de todo, son mis padres, y creo que siempre me amarán. Que siempre se preocuparán por mi seguridad.

Me detengo para quitarme los zapatos. Eun baja corriendo las escaleras y salta sobre mí. Apenas logro mantenernos a los dos en pie.

—Si alguna vez me vuelves a preocupar así, te mataré yo misma —dice. Retrocede para verme—. Soy demasiado joven para que me salgan canas. Piensa en mi belleza.

Sonrío.

—Gracias, Eun. —Ella asiente y me deja ir.

—¿Dónde están todos? —susurro.

Eun se encoge de hombros.

—Esta casa nunca ha estado más silenciosa.

—Lo siento.

—No es tu culpa.

Tiene razón, pero así se siente. Camino hasta mi dormitorio y cierro la puerta tras de mí. Enciendo una lista de reproducción y presiono aleatorio. La música suena a mi alrededor mientras me siento en mi cama.

Esto no es lo que yo quería. No quiero que mi familia actúe así solo porque soy gay.

No estoy seguro de cuánto tiempo me quedo ahí sentado mirando fijamente al frente, pero finalmente me levanto y me cambio de ropa.

Mi teléfono vibra por una llamada. El nombre de Jen identifica la llamada. Deslizo la pantalla para contestar.

—Hola.

—Tae, ¿estás bien?

—No —digo—. No lo estoy.

—¿Debería ir?

—No, está bien. Estoy bien. Estoy en mi dormitorio.

—¿Qué dijeron tus padres?

—Nada. Aún no los he visto.

Jungkook se calla.

—¿Estás seguro de que no quieres que vaya?

—Con que me llames es suficiente —le digo—. ¿Podemos solo quedarnos así por un momento?

Así que nos quedamos así. Sin hablar. Solo escuchando la respiración del otro. Dejo sonar tres canciones antes de romper el silencio.

—Te llamaré si pasa algo —digo finalmente.

—De acuerdo. Te veré mañana.

—Nos vemos.

Colgamos. Eun golpea mi puerta y asoma su cabeza.

—La cena está lista.

—No tengo hambre.

—Incluso si eso fuera cierto, tienes que enfrentar esto —dice Eun—. Nunca te acobardes delante del enemigo.

—¿Enemigo? Son nuestros padres, Eun.

—Ahora mismo son el enemigo. —Eun agarra mi mano y me saca de mi cama—. Puedes hacerlo. Di lo que tengas que decir. No es sano guardarse las cosas dentro.

—¿Estás segura de que tienes trece años?

—La madurez no tiene nada que ver con la edad. —Me saca del dormitorio, hacia el baño—. Lávate la cara.

Eun me espera mientras sigo sus instrucciones. Me miro fijamente en el espejo. Mi cara se ve pálida, haciendo que los leves moretones destaquen, y mis ojos se ven perdidos. Inhalo para tranquilizarme, pero no sirve de nada. Finalmente me rindo y dejo el baño atrás.

Sal conmigo, Jeon JungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora