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—Tengo una idea —dice finalmente Jungkook.

Él se levanta, y yo me siento. La brisa del mar agita mi cabello. Sigo a Jungkook mientras camina hacia el jeep. Se detiene en el maletero y lo abre. Ropa y equipos deportivos yacen esparcidos allí. Él los revuelve un rato antes de encontrar lo que busca.

Una pelota de baloncesto.

—Vamos a jugar.

Mirando la pelota de baloncesto bajo el brazo de Jungkook, me doy cuenta de cuánto tiempo ha pasado desde que papá y yo jugamos. Estando distraído con el último año, el tiempo ha pasado tan rápido y ambos hemos estado demasiado ocupados con nuestras propias vidas.

Jungkook me lanza la pelota y la atrapo. Ha sido tan usada que la mayor parte de las letras ha desaparecido de la superficie de caucho.

—¿Esto te hará sentir mejor?

Jungkook asiente.

—Sí.

Por supuesto, hacer deporte es lo que anima a Jeon Jungkook.

Nos dirigimos hacia la cancha de baloncesto y le lanzo la pelota. La atrapa. Jungkook comienza a girar la pelota en su dedo.

—El primero en anotar diez putos gana —dice.

—Y el ganador pide un deseo —digo—. ¿Trato hecho?

Jungkook se ríe.

—Bien. Trato hecho. Debo advertirte, me han dicho que soy un mal perdedor.

—Yo también —digo—. Nunca he sido fanático de perder. Mis padres incluso hicieron un embargo de juegos de mesa en nuestra casa.

—Genial.

Le lanzo la pelota y él la devuelve. Yo driblo a su alrededor. Estoy tan concentrado en la pelota que no pienso mucho en la presencia de Jungkook a mi espalda. Falseo hacia la derecha, pero giro a la izquierda. Salto y anoto. La pelota rodea el aro antes de entrar.

—Nada mal, Kim —dice Jungkook—. Tienes algunas habilidades.

Las pocas habilidades que tengo palidecen al lado de las de Jungkook. Pronto está arriba 3-1. Las veces que logro arrebatarle el balón, no tengo tiempo para perder antes de lanzar. La pelota rebota en el tablero y aguanto la respiración mientras la veo finalmente deslizarse a través de la red.

La adrenalina corre por mis venas. Mientras jugamos nos olvidamos todo. Nos convertimos en solo dos chicos en una cancha, cada uno tratando de superar al otro. Cada uno de nosotros tratando de ganar.

El sonido de la pelota rebotando en el asfalto se convierte en un espejo de mi propio corazón latiendo. Me pierdo al ritmo, y pronto estamos 8-9, conmigo a la cabeza. Puedo probar la victoria. Está tan cerca.

Jungkook lanza un tiro en salto, efectivamente cuadrándonos. Atrapa la pelota en el rebote. Su cabello está húmedo de sudor y su piel está roja por el esfuerzo. Sin embargo, de alguna forma aún se las arregla para verse bien.

—Estoy impresionado —dice.

—Soy más que una cara bonita —digo.

Jungkook hace rebotar la pelota entre sus piernas y sonríe.

—Ahí está el Kim Taehyung que he llegado a conocer. —Regatea el balón alrededor de mí, burlándose—. El Kim Taehyung del que me estoy enamorando.

Para cuando miro hacia arriba, la pelota ya ha salido de sus manos. Volteo y la veo pasar por la red.

Y así que el juego se acaba.

Sal conmigo, Jeon JungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora