Cálido como el sol

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Capítulo 5


Yo... esto...

Las palabras se disolvieron en el aire, un aire que parece espesarse con cada segundo que pasa en la estrecha habitación personal del hospital. Las sombras proyectadas por la luz tenue juegan en las paredes, como si fueran espectadores mudos de mi incomodidad.

Ve directo al punto; no tengo todo el día. — Exige con una impaciencia palpable, su voz resonando con una autoridad que parece emanar de su misma esencia.

Cruza los brazos, y su postura, rígida y dominante, parece una estatua tallada en mármol, inquebrantable y eterna.

Es que... inesperadamente... me hizo recordar a alguien de mi pasado y, antes de que pudiera contenerme, ya estaba... discúlpeme, no volverá a ocurrir. — Balbuceo.

Sintiendo cómo un calor ascendente se detiene en mis mejillas, una marea de vergüenza que no podía controlar. Mis palabras, torpes y apresuradas, parecen tropezar unas con otras en su prisa por salir.

El señor Taylor me observa con una quietud desconcertante, su silencio siendo un enigma que no me atrevo a descifrar. Sus ojos, dos pozos de calma, me escrutan con una intensidad que me hace sentir como si estuviera desnudando mi alma.

"Si no me dijo nada, ¿ será que me perdonó ? Sería alentador, pero, ¿ qué extraño ? No es común que haga eso. No obstante, este no es el momento de divagar sobre sus reacciones habituales, ya que en él casi nada sigue un patrón predecible. Es preferible que me retire antes de presenciar un cambio repentino en su decisión."

Tras un breve instante de duda, que se sintió como una eternidad, solicito permiso para retirarme a mi sala. Él responde con un asentimiento casi imperceptible, un gesto que podría haber sido una coincidencia, pero que elijo interpretar como una aceptación.

Y recordando su mención previa sobre la discusión del viaje, decido que es el momento oportuno para buscar el descanso que tanto necesitaba. Cada paso hacia mi sala resuena en el pasillo vacío, un eco de la soledad que siento.

Al llegar, me desplomo en mi camilla, y el sueño me envuelve con rapidez, un oscuro velo que promete olvido, aunque fuera momentáneo, de las angustias del día.

Dos días más tarde...

"Nunca imaginé que añoraría tanto mi apartamento", reflexiono con un suspiro, mientras el sofá color beige, testigo silencioso de tantas noches de mis desvelaciones, recibe el peso de mi cansancio. La sala, un santuario de recuerdos y reflexiones, en el momento parece abrazarme con su familiaridad.

"Es asombroso que realmente fuera quien he estado buscando durante tanto tiempo."

La revelación resuena en mi mente, un eco de una melodía olvidada que ahora volvía a cobrar vida.

Charlotte interior, sumida en sus pensamientos, murmura: "Pero, ¿ qué lo habrá llevado a cambiar ? Y ahora que lo analizo con detenimiento, 'Asher' ni siquiera es su verdadero nombre." La duda se enreda en su mente como la hiedra en una pared antigua.

Persistente y envolvente.

"Algo terrible debió sucederle para que adoptara esa actitud tan distante y fría", me dije a mí misma, sintiendo el peso de la preocupación asentarse en mi pecho, pesado como una losa.

Para entonces sentir como mis dedos se enredan en mi cabello castaño, una distracción táctil frente al enredo de mis pensamientos.

"¡Ay! No empieces a atormentarme ahora, ni siquiera tengo el ánimo para lidiar contigo", me reprendo con una sonrisa resignada, dirigida a la nada.

Corazón EncadenadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora