Tal sentimiento es innecesario

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Capítulo 10.

Tal sentimiento es innecesario.


  •<> Charlotte Green <>•


La imagen de Adán, emergiendo del ascensor con la ropa desgarrada y el cuerpo adornado con tierra y hojas, se clava en mi memoria como una pintura surrealista.

Mila y Olivia, que me acompañaban en la búsqueda de Bryant, quedaron igualmente estupefactas ante su llegada; sus rostros reflejaban una mezcla de sorpresa y diversión que resonaba con la mía.

El desconcierto fue tan grande que aunque en el momento quisismo reirnos, olvidamos como y es algo que agradecimos hasta el cansancio.

Ya que si por algún desliz la risa hubiera salido de nosotras, estoy segura que las consecuencias fueran otras en estos momentos y, para cualquiera que conosca su temperamento es tan claro como el agua.

Dejo mi bolsa sobre el sofá con un suspiro contenido, observando a Bryant dirigirse al refrigerador. Su pequeña mano se estira hacia la botella de agua, y luego, con un esfuerzo tierno, intenta alcanzar un vaso en la repisa. Una sonrisa se dibuja en mi rostro, y me acerco rápidamente para facilitarle el vaso.

Gracias. — Dice él, con una inocencia que desarma.

No es nada. — Respondo, apoyándome casualmente en la meseta, mi codo encontrando su lugar sobre la superficie fría.

La curiosidad me corroe, preguntándome qué aventuras compartieron él y Adán.

Dime, Bryant, ¿ qué le pasó a Adán para que terminara así ? — Indago con suavidad.

Bryant me mira, y un brillo travieso ilumina sus ojos mientras aparta el vaso de sus labios, dejando entrever una sonrisa cómplice.

Lo regañé para que no se portara mal con Char. —Dice, pronunciando mi nombre con un tono que sugiere complicidad mientras toma otro sorbo de agua.

Una risa se escapa de mí, resonando en la habitación.

Y, ¿ cómo lo lograste ? — Mi voz se tiñe de diversión, buscando descubrir más de la historia.

Le jalé el pelo. — Responde con una seriedad que contrasta con la situación.

Imaginar la escena me hace soltar una carcajada, lamentando no haber sido testigo de tal momento.

Pero, ¿ a qué se debió su aspecto tan... salvaje ? — Pregunto, mi curiosidad insaciable.

Bryant vacila, como si sopesara la idea de compartir el secreto, pero finalmente habla.

Subió al árbol para devolver al pajarito a su nido. — Explica, su voz vibrando con una alegría palpable.

Al escucharlo, frunzo el ceño, preocupada. La culpa me pesa por haberlo dejado solo, prometiéndome que no volverá a suceder.

Sin embargo, me aseguro de felicitar a Bryant por permitir que Adán fuera quien escalara el árbol, dada la peligrosa altura.

Nos sentamos en el sofá, y Bryant relata con entusiasmo las hazañas de Adán, quien parece haberse ganado su admiración. Al mencionar su nombre, Bryant se ilumina con emoción.

Pronto, echo un vistazo al reloj de mi celular: son las 8:25 pm. Me tranquiliza haber comprado una pizza en el camino, sabiendo que es tarde para la cena según la rutina de Irina, su madre.

De repente, el timbre suena. Al abrir la puerta, encuentro a Stiven, vestido con un jersey y una sudadera, su cabello recogido en un pequeño moño. Su sonrisa es contagiosa.

Corazón EncadenadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora