1| huir de la oscuridad.

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-Como pueden observar, el cerebro de Regan presenta una lesión, en esta parte- señaló la pantalla, al otro lado de la pared, Regan se encontraba inconsciente, conectada a un montón de cables.

Portia se abrazó a Ansel, quién miraba la pantalla preocupado, para luego mirar hacia su hermana menor inconsciente, estaba acostada en la camilla, con su cabeza dentro de aquel escáner con forma de túnel.

-Por esta inflamación que vemos aquí- volvió a señalar el médico, tratando de que se entendiera lo mejor posible- la sangre no fluye correctamente, por esto no despierta.

Asher Bergman pasó una mano por su rostro, no había ido a trabajar ni al viñedo, ni a la agencia de bienes raíces, ni a la compañía, nada de eso valía más que saber si su hija estaría bien. 

-¿No hay forma que Regan se recupere de esa herida?- preguntó Ansel hacia el doctor, quien miró la resonancia con atención.

-Tenemos que suministrarle el medicamento, intentaremos todo lo posible para que Regan se recupere- aseguró- pero si esa inflamación no desaparece, la sangre no fluye con normalidad, es posible que la muerte cerebral llegue antes de las cuarenta y ocho horas. Son horas críticas para su hija.

Portia rompió a llorar, excusándose para salir de la sala, al verla salir, Madison se puso de pie junto a Brandy y Acacia, la mujer negó con la cabeza, soltando un suspiro cansado.

Acacia, Brandy y Madison se habían estado turnando en el hospital, haciéndole compañía a Portia, ayudando en lo que podían, todo en el valle era un desastre, todos estaban totalmente indignados por la pelea en la escuela. ¿Cómo era posible que esos adolescentes armaran tanto alboroto? ¿cómo terminaron dos de ellos al borde de la muerte?

Miguel tenía un poco más de esperanza que Regan.

Regan no despertaba.

Parte de su cabello cobrizo había sido rasurado para poder coser la herida, tenía vendajes, tutores en su muñeca, y corría el riesgo de no despertar nunca más, corría el riesgo de depender de un respirador, nada más para fingir que estaba viva.

Al cabo de un rato, sacaron a Regan de la sala, Madison sintió su corazón doler al ver aquella imagen, Regan totalmente palida, con heridas en su rostro, sus párpados morados, esa no era Reg.

-Chicos, deberían ir a casa y descansar, mañana tiene colegio- recordó Asher- apreciamos mucho que estén aquí, pero no pueden descuidar sus vidas.

Madison quiso reír sin humor, desde que Regan estaba en terapia intensiva,  desde que no despertaba, su vida había vuelto a ser gris, apenas podía explicarlo, pero ya no era lo mismo. Estaba volviendo a ser el mismo chico que era en San Francisco, y odiaba aquello.

-Lo siento, señor Bergman- dijo Brandy- se que se preocupa por nosotros, pero nos quedaremos un rato más.

Asher asintió.

El sensei Lawrence claramente estaba con Miguel, cosa que a Madison le enojaba, si fue dos veces a ver a Regan fue mucho, era injusto. Ni siquiera Tory, la causante de la pelea, se había dignado a visitar a ninguno de los dos convalecientes.

Cuando Madison tuvo que ir a casa, sus padres estaban sentados alrededor de la mesa, esperándolo, su madre alzó la mirada preocupada, mientras se apresuraba a ir hacia el, abrazandolo.

-Cariño, ¿cómo estás?- preguntó Odessa- ¿cómo está tu amiga?

Su padre también parecía bastante preocupado, pues desvió la mirada de los papeles en la mesa, para centrar su atención en el. Madison odiaba todo ese teatro, odiaba la idea de que solo le presten atención, porque su mejor amiga estaba en el hospital.

DON'T BLAME ME; robby keene Donde viven las historias. Descúbrelo ahora