Capítulo 9: Buenas y malas noticias

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Decir que en estos momentos me encontraba bien sería la mentira más grande del mundo, pues aunque intentaba convencerme de ello sabía que no era así. Estaba triste y molesta, desde el día en que recibí mi carta no quería pensar en nada que se relacionara a Tsubasa, el me había dejado muy claro lo que quería y yo estaba dispuesta a olvidarlo. Los días siguientes a ello parecía perdida, estaba distraída y no lograba concentrarme en nada. Todos habían notado aquel cambio tan repentino en mí, Kumi y Yukari no se aburrian de cuestionarme todo el tiempo y parecía que volviamos a la rutina de antes, evitando el mismo tema y con aquel pésimo temperamento cada que alguien lo mencionaba.

Mis esfuerzos por intentar arreglarlo no habían valido la pena, incluso ahora todo parecía estar peor que antes. Antes aún mantenía las esperanzas de que podíamos solucionarlo y volver a ser amigos, pero ahora toda esperanza había desaparecido.

-Pues si es así solo puedo decir que es un idiota- decía Yukari mientras caminábamos de regreso a casa-, no tienes que preocuparte Kumi ya verás que algún día llegará alguien.

-Eso espero, no he tenido suerte con los chicos y la verdad creo que por el momento es mejor quedarme así. Seguiré tu consejo Sanae, a lo único que me dedicaré ahora son a mis estudios y después ya veré que ocurre.

-Haces bien, así no tienes que soportar una desilusión tras otra-dije-es mejor sola

-Oye Sanae, desde hace unos días te noto un poco extraña no habia querido decírtelo pero me veo en la obligación de hacerlo ¿Ha pasado algo malo?

-Para nada porqué lo preguntas

-Ya te lo dije actuas extraño e incluso eres más insoportable de lo habitual, y ese mal temperamento se asocia al mismo tema de antes-hizo una pausa y me miró de reojo-, hace tiempo que quería hacerte esta pregunta sólo espero que no te moleste.

-Dime

-¿Has hablado con Tsubasa?-me detuve al oír ese nombre, aquí íbamos de nuevo.

Permanecí en silencio por un breve momento, Kumi y Yukari dejaron de caminar y me veían esperando mi respuesta. Apreté mis manos con fuerza e intenté controlarme, esta vez si lo había logrado y me sentía orgullosa de ello, sonreí comenzando a caminar nuevamente siendo seguida por ambas.

-No, hace tiempo que dejé de intentarlo, ya me dejó claro todo lo que sentía y lo entiendo. Ahora ya no me importa, la próxima vez que lo vea sólo lo veré como el amargo recuerdo que quedó en el pasado.

-¿Amargo recuerdo?-dijeron al unísono

-¿Qué pasó esta vez?-preguntó Yukari parandose frente a mí bloqueando mi camino.

-Nada importante en realidad, sólo pasó lo que tenía que pasar, no puedes aplazar lo inevitable.

-No lo entiendo, dijiste que habías recibido su respuesta, creí que todo iba mejor

-Oh sí, recibí su respuesta fue tan encantadora-dije con ironía tratando de ocultar lo que realmente sentía. Podia fingir indiferencia pero el dolor dentro de mi era difícil de ocultar

-Pero si recibiste su respuesta todo debería estar mejor ahora-dijo Kumi confundida.

Por su parte Yukari no dijo más, me miraba fijamente y parecía que estaba pensando como si estuviese tratando de entender lo que pasaba, murmuró por lo bajo y no logré escucharla.

-Olvidemos eso-dijo después dando media vuelta y comenzando a caminar.

A partir de ese día dejaron de hacer aquel tipo de preguntas, el tema quedó ahí y esperaba que así se quedara. Pero claramente no sería así, cierto día cuando regresaba a casa me encontré con Yayoi, parecía emocionada y lucía realmente feliz.

El motivo era una gran razón para estarlo: Misugi había terminando su tratamiento y el doctor le había informado que todo estaba bien. Es así como después de varios años ausente, el Príncipe del campo, como solían decirle, finalmente volvía a los campos de fútbol.

Aquella noticia era fascinante, me alegraba mucho por ambos. Sabía que no habia sido sencillo para ninguno pero juntos lo habían superado. En aquel momento una sonrisa triste adorno mi rostro, no era necesario decir el motivo, ver a Yayoi y Misugi juntos sólo me recordaba que yo no había tenido la misma suerte que ellos.

Mientras ambos se apoyaban mutuamente yo tenía que conformarme con avanzar sola, a seguir mi camino para alcanzar mi sueño sin Tsubasa.

Odiaba sentir ese sentimiento cada que lo recordaba, me era difícil aceptar que en realidad todo el odio que le había dirigido en estos 3 años era la forma de intentar ocultar aquel sentimiento, era la manera que había encontrado para no expresar mi tristeza y lo mucho que me afectaba su ausencia, y el hecho de que hubiese roto nuestra promesa. Mi orgullo era grande y me era difícil aceptar que después de todo lo que había pasado aún lo seguía amando.

Con el paso de los días decidí que era mejor continuar y cuando el momento llegara me encargaría de acabar con todo. Seguí con mi rutina olvidando todos los sucesos que ocurrían a mi alrededor y para ser sincera hubiese preferido que así siguieran los días hasta que finalmente pudiera dejar a Tsubasa atrás, pero la vida parecía haberse encaprichado conmigo y solo me mandaba un problema tras otro, como si no fuera ya suficiente con los que tenía.

El mes de febrero había llegado y con el los preparativos del equipo para el mundial, la mala noticia en ello era que faltaba poco tiempo para que él volviera para ocupar su lugar como capitán de la selección juvenil y guiarlos a la victoria, ese siempre había sido su sueño.

La misma preocupación que se había apoderado de mi aquel día en que Genzo me preguntó que pasaría si voleria a ver a Tsubasa volvía nuevamente. Aunque esta vez sólo fue pasajera, lo único en lo que pensaba ahora era en una manera de liberar toda esa bomba de sentimientos que amenazaba con estallar en cualquier momento, era seguro que cuando volvería a verlo ya no me pondría nerviosa, si tuviera a Tsubasa delante de mi lo único que quería hacerle era arrojarle a su cabeza aquel balón que me había regalado de cualquier forma ya no podía causarle más daño cerebral del que tenía.

Contaba los días esperando ese momento, pero a diferencia de antes esta vez no había nada que arreglar, verlo nuevamente solo significaba que después de estos años podriamos darle fin a aquella mentira que juntos habíamos creado.

La mañana había llegado y después de una larga noche estudiando desperté, lo primero que hice fue bajar a la cocina para preparar el desayuno. En la sala se encontraba mi hermano frente al televisor viendo noticias deportivas, pasé sin prestar atención pero la noticia que escuché a continuación me dejo completamente sorprendida.

"Los siete expulsados de la selección juvenil".

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N/A:

¡Hola! ¡hola!

¿Cuánto tiempo ha pasado?

Ésta seria la primera nota después de tanto tiempo y es sólo para agradecer por el apoyo que ha recibido está historia. No saben lo feliz que me hace recibir una notificación nueva con comentarios.

Gracias especiales a quienes siguen la historia desde el comienzo

Y también a quienes se unieron en el camino.

¡Gracias! ✨

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