Don't ya, big boy? [Steddie]

Class of ' 86, baby.

Las clases habían tocado su fin, anunciando con esto mismo, el final de aquel año escolar que se llevaba con él a muchos estudiantes que habían logrado -algunos con esfuerzos, otros con facilidad- graduarse de la tan hablada escuela Hawkins. Todo parecía haber vuelto a la normalidad luego de aquel terremoto que había decidido abrir en dos al maldecido pueblo, causando muertes por doquier, escasez y problemas económicos para muchas familias que quedaron desabastecidas ante la perdida de sus, sin decir mayormente todas o absolutamente todas, pertenencias y hogares. El pánico ante tal catástrofe había sacudido al pueblo de una manera poco antes vista, incluso desde el incendio del Centro Comercial. La mirada en las personas que caminaban nuestro solitario pueblo ya no era igual, y fue tan fuerte y shockeante el golpe, que muchas otras cosas habían quedado en el olvido.
Con el tiempo, las acusaciones por parte de los ciudadanos hacía Eddie Munson por la prematura y trágica muerte de la capitana de las porristas, Chrissy Cunningham, había quedado absuelto luego de que -con una gran ayuda del nuevamente y renombrado actual jefe del departamento de policías, Jim Hopper- se tomó la decisión de que el mismísimo Jason Carver había cometido tal crimen brutal, incluyendo algunos otros, con intenciones violentas y claras de dejar al club Hellfire como un culto satánico por un inevitable odio y obsesión ante tal, lo que luego de su muerte salió a la luz, dándole fin al castigo de Eddie para así poder volver a su vida normal, dentro de lo que normal se le puede llamar.
Debajo de aquella alfombra de catástrofe natural que sucumbió a todo Hawkins, son nuestros protagonistas los que saben perfectamente que la culpa era del villano peor creado de nuestro cuento, el mismísimo Vecna. Pero eso era una historia aparte que ellos se reservaban para no causar pánico, ya había suficiente como para seguir alimentando los rumores. Además, de aquella forma, la gente poco a poco volvía a estar a la normalidad, o al menos se intentaba.
Después de todo y luego de todo lo sucedido, habían logrado derrotarlo, otorgando al aire mismo una tranquilidad que creían se les había sido arrebatada desde hace ya años, cuando todo comenzó con la desaparición del ahora ya no tan pequeño Will Byers. Pero ya las cosas no eran así, y fue entonces que nuestros ciudadanos empezaron a relajarse, emprendiendo sus vidas nuevamente. Y es ahí donde recaemos en la noche de la graduación de Eddie.

La gente paseaba de allá para acá con sus togas y birretes correspondientes, en una mezcla de alcohol, cigarrillos, marihuana y algún otro estupefaciente que mejor no mencionar. La fiesta se encontraba armada en el restaurante, hace ya tiempo abandonado, de Benny's Burger. Aquel antro de mala muerte se había transformado en la guarida de cada estúpido adolescente que quisiera esconderse del mundo, al igual que había sido testigo de cada fiesta épica que la escuela Hawkins había decidido montar. Era desagradable de pensar cuántas personas distintas habrían estado tiradas en el suelo del lugar, vomitando en el baño quizás, o incluso teniendo relaciones sexuales en cualquier rincón del lugar. Aquellos pensamientos eran los únicos que brotaban de la mente de un asqueado Steve Harrington, quién esperaba fuera del lugar, con ambas manos en los bolsillos de su campera a la vanguardia de la indecisión de su mente de adentrarse o no al lugar. Lo cierto era que, antes había sido llamado "el rey Steve" por mucho tiempo, ya saben; el alma de la fiesta, el galán, el chico del cabello increíble. Pero luego de haber salvado el mundo... ¿unas cuatro o cinco veces? De monstruos atemorizantes que amenazaban contra su vida y la de todo aquel que le importaba, realmente había perdido el gusto por estar rodeado de gente alcoholizada.

Aunque tampoco es como si quedarse en su casa fuera mejor, analizaba la opción pacíficamente mientras sus ojos se perdían en el tumulto de gente que bailaba al ritmo de una canción de Madonna. Es decir, su mente no había podido estar tranquila luego de todo lo que había sucedido e incluso cuando dormía, la mayor parte de sus sueños terminaban en pesadillas, gritos y sudores nocturnos, lo que derivaba al insomnio, su ahora único compañero. Ninguna opción era atractiva para él.