A date.

2.4K 281 132
                                    

La tarde transcurría de forma lenta y tranquila. El sol se ponía por el horizonte, bañando las calles de Hawkins con su brillo dorado, llegando hasta el mostrador de Family Videos dónde Steve ordenaba películas de romance, por nombre, clasificación, reseñas, y también por búsqueda común y popular.

A su derecha, Robin acomodaba los casetes que él le ofrecía en un estante cercano. La televisión de fondo creaba un ambiente hogareño. Faltaba un cuarto de hora para abandonar su turno, y aunque era sábado, su día más agitado de la semana, las cosas habían permanecido bastante quietas. Por lo que ambos mantenían una conversación fluida, bien dada. El castaño sin embargo se encontraba un poco alejado de lo distendido, tratando de encontrar palabras para empezar a hablar un tema en especial con ella. Robin lo notaba, pero esperaba pacientemente que él diera el primer paso.

Robin... -Empezó el mayor, queriendo captar su atención. La rubia lo observó, totalmente curiosa, preparada para dejar de lado su tarea y prestarle atención a su amigo.

El teléfono del local sonó. Estruendoso, alterando a quien había tomado una bocanada de aire para comenzar a abrirse con su amiga. Su seño fruncido se hizo presente cuando la ajena hizó un ademán para invitarlo a atender.

De mala gana, contestó. -Family Videos Store. Mi nombre es Steve, ¿en qué puedo ayudarle?

Una risa resonó en la bocina, y hubiera pasado por inadvertida para el castaño, si no fuera porque ese dulce sonido tan familiar logró erizar cada pequeño vello de su cuello. -Qué profesional te oyes, Stevie.

Steve respiró profundamente, pasándose una mano por su ceja derecha, dándose un momento para espiar a Robin antes de girarse sutilmente contra el mostrador, como si eso pudiera amortiguar un poco el tono de su voz. -¿Me extrañas tanto como para llamarme al trabajo, Munson?

El castaño casi podía sentir la sonrisa del ajeno contra el teléfono. La suya era igual. -Ya sabes cómo es esto... Las malas lenguas dicen que basta un beso del rey Steve para ya estar a sus pies.

Steve mordió uno de sus dedos, tratando de calmar la mezcla de emociones que brotaba en su estómago y se reflejaba en su rostro. -Es una extraña forma de contestarme que sí. -Hizó una pausa. Podía escuchar la dulce respiración del otro lado. -Aunque creía que ya te tenía de antes.

No sabía si era su imaginación que jugaba a su favor, pero podía jurar que el contrario se había alejado apenas del teléfono para ahogar un sonido. -Eres muy persuasivo, Harrington.

Su sonrisa era tan grande, tan estúpida. Que cuando se dió cuenta de que Robin lo había estado espiando, la eliminó por completo de su rostro, aclarando su garganta y haciéndose aún más pequeño contra el mostrador, dándole la espalda a la rubia.

¿Puedo ayudarte en algo? -Una risa maliciosa resonó del otro lado.

Bueno... sí. Se me ocurren muchas cosas. -Aquel tono de voz lo erizaba por completo. Eddie definitivamente sabía cómo ponerlo nervioso. -Pero principalmente me gustaría saber cómo prosigue lo de anoche.

Steve miró por encima de su hombro. Robin ya no estaba en su lugar. Frunció sus cejas, buscándola sutilmente por toda la tienda sin soltar el teléfono de su mano. -¿Necesitas un diagrama o algo así?

Eddie resopló. -No es como si yo no tuviera en mente lo que quiero hacerte. -Y Steve juró que se había atragantado de sólo escucharlo hablarle así. Enseguida había captado de nuevo su atención. -Pero sólo preguntaste si nos veríamos hoy, luego te desapareciste como si te hubiera tragado la mismísima tierra. Y que yo sepa, mi querido Harrington... -Alargó su nombre, dando una pausa con suspenso. -Aún no tengo el poder de leer mentes.

Don't ya, big boy? [Steddie] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora