6- "Tormenta e impulso"

116 32 1
                                    

El tamaño del buque lo impresionó tanto a Tthor que, inconscientemente, dio un par de pasos hacia atrás, tropezó con una piedra en punta y cayó al suelo, sentado.

-¡Arriba!- le dijo Darius jalando de su remera y levantándolo con una sola mano.-Te ves un poco pálido. ¿Estás bien, Tthor?

El joven tenía la boca tan seca que no pudo responder.

-Toma, esto te hará sentir mejor.- le dijo el hombrecito y le entregó un pedazo de chocolate, envuelto en un papel dorado que decía: choco- telarañas.

-¿¡Choco-telarañas!?- leyó Tthor, incrédulo.

-Sí, verás, está relleno de una especie de mouse y cuando más la masticas, más crecen las hebras de mouse, simulando ser telarañas que se te enredan por toda la boca...Es divertido comerlo y tiene un sabor único. Y además, aleja el temor...Pruébalo.

- ¿Sólo ese pedazo tiene, Señor Darius?- preguntó Ellysa.

-¿Por qué? ¿Usted también necesita?- dijo Darius preocupado, hurgando en sus bolsillos.- Creo que por aquí tengo más.

-No, no es para mí, es para él. Es el niño más miedoso que hay en el mundo.

Tthor se sintió muy avergonzado y se guardó, sin probar, el pedazo de choco-telaraña en un bolsillo de su pantalón.

Darius miró de reojo, primero a Tthor y luego a su madre, con una expresión de disgusto en su único ojo pero no dijo nada.

Pese a la oscuridad nocturna y el cálido aire de verano que soplaba suave y que comenzaba a envolverlos, el tamaño del buque le provocó a Tthor un sudor frío que le recorrió la espalda y le empapó la camiseta. Él podía ver cada detalle aunque hubiera muy poca luz, sólo la de unas farolas que se erguían a unos veinte metros. Tthor no sabía nada de barcos, nunca había podido distinguir la proa de la popa pero, por alguna razón, le parecía familiar el escudo pintado en las tres banderas que flameaban en los palos: un león dorado erguido en sus patas traseras en el centro de un pabellón azul celeste. Y el mascaron de lo que pensaba acertadamente era la proa lo terminó de embelezar: un corpulento cuerpo masculino unido a una cabeza de carnero con cuernos largos y afilados, barba tupida y un extraño símbolo broncíneo en su frente, el cual Tthor no supo reconocer.

Según Darius, el buque estaba provisto de unos cincuenta cañones y el mismo número de bancos de remeros, con un número de cinco de estos remeros por banco.

Tthor sintió que las piernas le temblaban y que todavía no podía articular palabra. Subió al barco por una robusta escalera detrás de Darius. En un impulso, se aferró al brazo de éste con ambas manos. Darius le sonrió, mostrando abiertamente todos sus dientes deformes y sucios. El ojo sano lo miraba fijamente pero con mucha dulzura. Tthor pareció recuperarse un poco.

-¡Bienvenido a bordo, Tthor Prayer!

El jovencito se sorprendió al escuchar su nombre. Miró hacia delante y vio a cinco personas paradas en formación, saludándole con la venia. Todos vestían capas largas de pieles y debajo se veían pantalones color rojo sangre y pesadas botas con hebillas doradas. Uno de ellos dio un paso adelante y le estrechó la mano:

-Mi nombre es Almirante Gull Inbursti y éste es mi Vicealmirante Murk. Por aquí, por favor.

Quien hacía esa invitación era un hombre alto de avanzada edad con cabellera cana y profundos ojos azules. Mientras que Murk no aparentaba más de veinte años, con cabello marrón y largo atado en una prolija cola de caballo, ojos oscuros pero cálidos, fornido y de sonrisa agradable. Cuando Tthor lo miró, éste le guiñó un ojo y ambos sonrieron, cómplices. Lo que hizo calmar un poco al muchacho.

TTHOR PRAYER Y LA PAILA DE ORFFELIOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora