21- "El vuelo del grifo"

98 25 0
                                    

Un rayo desgarró el cielo en dos partes, justo encima de los jovencitos, quienes quedaron paralizados de terror durante varios segundos, a corta distancia del borde del desfiladero. Con las manos apoyadas en las rodillas, trataron de recuperar el aliento, después de una carrera bastante accidentada.

Tthor, sintiendo el peligro tocándoles las espaldas, volvió a tomar a Lee- Won de la mano y comenzó el ascenso al puente móvil, que se elevaba gradualmente hasta terminar en la otra cara del desfiladero.

- Le faltan algunas tablas. Tú, sígueme y yo te aviso cuando tienes que dar un paso largo, ¿de acuerdo?

Lee- Won se aferró a los hombrs de Tthor y comenzó a caminar detrás suyo, pues el puente angosto sólo permitía a un caminante por vez.

Un gruñido demasiado cercano hizo trastabillar a Tthor, que se agarró con fuerza de los costados. Las sogas que servían de barandal estaban viejas y roídas. Las manos de Tthor se resbalaban por la lluvia que parecía no tener fin.

Ante un nuevo gruñido, los jóvenes se dieron vuelta, esperando un ataque inminente. Pero quedaron paralizados frente a lo que vieron: un enorme perro negro, empapado hasta los huesos, parapetado al inicio del puente, mostrando sus colmillos a una media docena de lobos escuálidos y visiblemente rabiosos que lo observaban, también haciendo muestra de sus dientes afilados, a una distancia prudencial.

Tthor reconoció de inmediato al perro. Era ya, a esas alturas, su guardián personal.

- Debemos seguir avanzando.- dijo Lee- Won, quien había vislumbrado la escena por el resplandor de un relámpago lejano.

Tthor dudó. Sabía que podían seguir camino pero no estaba seguro de querer dejar al perro sólo contra seis ó siete lobos hambrientos, por más que éste los superara en tamaño y en peso.

El perro pareció entender la situación porque tras unos  ladridos, emprendió la carrera hacia los jóvenes y, pasando por entre sus piernas, llegó como un rayo hacia el otro extremo del puente. Y desde allí, los miró agitado.

Tthor se preocupó pues ahora quedaban a merced de los lobos, los cuales se acercaban al borde del puente, mostrando sus colmillos. Lee- Won no distinguía claramente la escena pero la mano apretada de Tthor lo puso en alerta.

- ¡¡¡Corre!!!- le gritó Tthor sin soltarlo.

Y emprendieron la carrera, pegados a la pasarela, con los lobos pisándoles los talones. Pero antes de que la desesperación paralizara a los dos muchachos, una centella fuerte y devastadora cayó en la base del puente, incendiando las sogas y los primeros tablones, soltándolo del extremo del desfiladero.

Tthor le gritó a Lee- Won que se sujetara y se asió con fuerza a las sogas que tenía más cerca.

- ¡¡¡Lee- Won!!!- exclamó Tthor cuando notó que las tablas bajo sus pies se agitaba.

- ¡Estoy bien! ¡Estoy bien!- respondió el jovencito colgado de un extremo de la madera que había encontrado cuando sintió la advertencia de Tthor.

El puente que ahora colgaba de un solo extremo, se balanceaba agitadamente de un lado a otro, golpeando en cada movimiento contra los bordes del desfiladero. Tthor miró hacia abajo, en dirección al río, comprobando que alguno de los lobos que habían caído al agua, se alejaban nadando a contra corriente. Y los dos que habían quedado al borde de la otra cara de la montaña, los miraban desconcertados. Un nuevo rayo, algo más débil que el anterior, obligó a los dos animales salvajes a desaparecer detrás de unos arbustos. 

Después de varios tumbos, las sogas y los pocos tablones que aún estaban intactos, quedaron pegados a la cara chorreante de la montaña. Tthor miró hacia arriba y notó que unos veinte metros lo separaban de la cima. Y allí arriba, unos ojos grandes lo miraron fijamente, para luego desaparecer en la oscuridad. 

TTHOR PRAYER Y LA PAILA DE ORFFELIOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora