Trece I; La cena.

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Alyssa y Azael ya habían llegado a la empresa. Ambos subieron por el elevador hasta que los llevó al último piso donde se encontraba las oficinas de Harry y Louis.

Cuando entraron al piso varios empleados les sonrieron y los jóvenes les devolvieron la sonrisa.

Alyssa y Azael finalmente entraron a la oficina de Harry encontrándose a Louis y Harry hablando con un hombre.

—Hol... —Fue interrumpido por el señor.

—¡Llegó el jovencito! —Exclamó el hombre caminando apresuradamente hacia Azael. —¡Pero es que eres todo un hombre!

Azael se aturdió con el acento tan marcado que tenía.

Alyssa hizo una mueca y se deslizó a un lado y corrió hacía Louis y Harry.

—Azael, él es Constantine Georgiou, nuestro diseñador personal. —Explicó Louis. —Hará tu traje para esta noche.

Constantine sonrió.

El hombre era de baja estatura, era rubio, sonreía demasiado, y todo su ser gritaba extravagancia.

—Constantine, es mejor que empecemos ahora. —Comentó Harry. —En una hora Azael tiene un compromiso.

Terapia.

Eso es lo que tenía.

Lo había olvidado.

No le molestaba asistir a terapia, sabía que era algo que necesitaba desde hace años pero odiaba tener que hablar y recordar todo lo que vivió en la casa de sus tíos.

—¡Claro! —Respondió el rubio a Harry. —¡Unas medidas a su cuerpo y listo! —Sonrió nuevamente enseñando su perfecta dentadura.

Constantine se acercó al chico y empezó a medir, no tardaron más de veinte minutos en hacer todo lo necesario para crear el traje de Azael para esa noche.

—Joven, tu hermoso traje estará listo para ti antes de esta bella noche. —Le guiñó un ojo y salió de la oficina.

Harry miró a Azael.

—¿Pasa algo, amor? —Preguntó Harry al menor al mirarlo tan decaído.

—No es nada... —Bajo la mirada.

—Azael... —Acomodó los rizos del chico.

—Es que me duele recordar todo lo que viví hace años. —Limpió rápidamente la lágrima que sintió bajar por su mejilla.

Harry la notó.

—Louis, cariño. —Llamó a su esposo. —Yo llevaré a Azael con la psicóloga.

—Está bien. —Sonrió. —Nos vemos más tarde, Azael. —Se despidió del chico.

Azael le sonrió.

Harry y Azael salieron de la oficina.

Ambos subieron a la camioneta de Harry.

—Pensé que Daniel nos llevaría. —Murmuró Azael.

—No, le dije que no era necesario. —Le sonrió. —¿Quieres hablar?

Azael lo miró y asintió.

Harry arrancó la camioneta y salió del estacionamiento.

Unas minutos en silencio y Azael hablo.

—No quiero dejar de ir a terapia. —Confesó. —Lo necesito pero es doloroso. —Bajo la cabeza. —Recuerdo los golpes, insultos, amenazas y manipulaciones que viví en ese lugar. Me duele por Alyssa, era muy pequeña y cuando la llegaban a golpear yo sentía impotencia al no poder hacer nada. —Unas lágrimas bajaron desde sus ojos grises pero esta vez no quiso limpiarlas. —Aleister no es malo, yo sé que él se comporta de mala manera con ustedes en algunas ocasiones, también puede tener mal genio o puede ser indiferente, pero lo conozco, sé que lo hace porque tiene miedo en confiar como confío en los primos de mamá. —Sollozó. —Mi fecha favorita no es mi cumpleaños, desde que mamá y papá murieron esa fecha se volvió un infierno, a los tíos les gustaba golpearnos o castigarnos en nuestros cumpleaños así no disfrutábamos ni un poco de ese día. ¡Lo hacían por diversión! ¡Éramos solo niños! —Subió un poco su tono de voz.

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