Las selecciones siguen durante unos minutos más, hasta que finalmente todos los menores se han sentado en sus mesas correspondientes. En la mesa de profesores, un hombre se levanta. El poco ruido que había en la sala es reducido a nada.
Su voz, fría y monótona, explica unas cuantas normas. Entre estas que no se debe ir al bosque prohibido (si no lo aclaraba, no se enteraba) ni salir por las noches o comer por los pasillos. Francamente, a Frank no le parecen normas tan descabelladas. Lo único, quizás, la prohibición de entrar en una de las alas del castillo o que, si osan incumplir las normas, un tal Flich les castigará severamente con grilletes y no se sabe que más.
Probablemente, no pretenden parecer un enemigo, piensa Frank mientras se replantea la cuestión. Según lo que han descubierto, que quien-tú-sabes ha tomado el ministerio y controla todo Londres es algo así como un secreto en él alguno de los campamentos: Fingen que no, pero todos lo saben. Así que en Londres los magos - o la mayoría - no dicen que quien-tú-sabes ha tomado el poder, aunque así sea y casi todos sean conscientes de ello.
Mientras tanto, el hombre ha acabado de presentar a los dos nuevos profesores, que curiosamente son hermanos. Hay algo en sus rostros que a Frank no le da muy buena espina. Lamentablemente, la mayoría de ellos sí harán estudios muggles, por lo que se tendrán que preocupar por ambos.
En cuanto la voz del profesor cesa, diferentes platos aparecen en la mesa. Frank los observa curioso, mientras algunos alumnos se aventuran a probarlos. Algunos parecen algo confundidos, y se quejan en susurros de la cantidad, variedad y cualidad de la comida, insinuando que en cursos anteriores era mejor. A Frank las dos primeras no le importan, pero es cierto que la comida del Campamento Júpiter es mucho mejor en lo referente al sabor. Las quejas de sus nuevos compañeros le hacen añorar su hogar, las organizadas mesas y sus hermanos, siempre a su lado: los chistes raros de Dakota, las risas de Lavinia, los datos curiosos que Félix siempre está compartiendo... Ahora, en cambio, está rodeado de completos desconocidos.
Mira, probablemente con nostalgia, a Hazel. Ella está mesas allá, pero tampoco parece estar muy dispuesta a conocer a nuevas personas. Lo único es que ella y Annabeth si han pensado, así que ahora fingen conocerse, teniendo alguien con quien hablar. Frank se gira hacia la derecha. Piper se encuentra muy lejos, hablando algunas personas. Y todavía más allá (pero en la misma mesa de todos modos) se encuentra Percy, quien parece haber establecido una amistad con un chico y dos chicas de aproximadamente la misma edad.
Perfecto. Frank se alegra por sus compañeros y sus grandes habilidades para hacer amigos, pero eso no quita que él sigue estando solo. Mira el plato que tiene en frente para evitar mirar a los alumnos que le rodean y acaba tomando una porción de un alimento desconocido. Come lentamente, mientras siente como miles de ojos se posan en él, aunque realmente nadie le mira. Lo cierto es que no sabe como relacionarse exactamente con aquellos que le rodean.
Sus estancias tanto en el campamento Júpiter como en el Argo II han conseguido que, poco a poco, llegue a acostumbrarse a la presencia de otros, perdiendo parte del miedo que sus antiguas inseguridades le aportaban. Tal ha sido su mejora que hasta parece que la capacidad de comunicarse con facilidad sea algo natural en él. Esto, no obstante, no borra toda su infancia. Su gran cuerpo y torpeza le evitaron durante años el poder hacer un amigo, y vivir tan aislado de la sociedad sin duda tampoco ayudaba en absoluto. Así que había crecido prácticamente toda su vida sin más compañía que la de su abuela y su madre, cuando esta estaba ahí. Su primera amiga, de hecho, fue Hazel, teniendo él quince años.
Así pues, y sin el valor suficiente - lo de haber quedado en la casa de los valientes parecía una broma de mal gusto - como para emitir alguna palabra, Frank come en silencio.
O, al menos, hasta que el chico de su derecha se dirige a él.
-Hola, eres de los nuevos, ¿verdad? Ja, qué tonta pregunta, claro que lo eres. Te hemos visto, ¿sabes? Claro que lo sabes, es evidente, después de todo estabas delante de todos, y tampoco es como que pases tan desapercibido. Por cierto, deberías probar el helado de vainilla, está delicioso.
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Mestizos en Hogwarts
FanfictionNarrador: Una carta llega al Campamento Mestizo, en busca de ayuda. Diversos mestizos ofrecen su ayuda a Hogwarts, famosa escuela de magia y hechicería, que, debido a la llegada de cierto mago tenebroso, conocid... Leo: Por un apodo completamente ho...