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Leo comienza a cuestionarse las decisiones del sobrero parlanchín, principalmente la de gritar ante toda la escuela "Ravenclaw" a la hora de seleccionarle a él. Siendo sinceros, lleva planteándose la misma cuestión desde que se sentó en la mesa de los listos. Duda que aumentó al ver que Annabeth - la inteligente del grupo - acabó en otra casa.

Es decir, Leo no es ni mucho menos alguien listo. Lo sabe perfectamente, aunque a veces finja lo opuesto. Leo es el chico estúpido y gracioso del grupo, el humor malo que solo consigue su cometido - hacer reír - por lo incoherente y tonto que suena. No entiende que le hizo pensar al sombrero "Ravenclaw será una buena casa para este sujeto tonto y sin remedio", y lo entiende mucho menos en ese preciso momento: rodeado de buenos Ravenclaws que estudian para exámenes que ni siquiera están a la vista, o simplemente por pura curiosidad e interés.

Hay muchas mesas colocadas por todas partes - algo similar a la cabaña seis, la de Atenea - y en todas ellas hay algún alumno con una pila de libros, una pluma, tinta y pergamino. No se fija demasiado, pero todos ellos parecen leer atentamente, apuntando en sus pergaminos los puntos que les interesan de sus lecturas. Personalmente, Leo considera más cómodas las libretas y los bolígrafos, pero tampoco va a criticar la metodología de la escuela.

Mentira.

Sí, va a hacerlo, y lo hará simplemente porque es estúpido. Parecen todos en ese estulto lugar decididos a llevar una vida como los antiguos: a base de palo y piedra. Escriben con pergamino, ¡pergamino!, y con pluma y tinta, ¡¿cómo podían faltar?! Por si fuera poco, en la escuela no se puede encontrar ni una pizca de tecnología, ¡ni una! Y todo bajo una incoherente justificación de "la magia y la tecnología no funcionan", "la magia impide funcionar a la tecnología" o alguna tontería por el estilo que Leo sigue sin creerse. Es decir, su propia cabaña - máquinas y tecnología - ha colaborado con la de Hécate - magia pura y dura - creando conjuntamente objetos útiles que han ayudado a la mejora del campamento. El propio Festo es un ejemplo de ello: ¡Literalmente ha llegado a despertar a causa de la embrujahabla, que no es otra cosa que magia oral!

Desgraciadamente, esa escuela no parece concebir el concepto de "evolucionar", así que a Leo le faltarán materiales para entretenerse creando nuevas máquinas (probablemente inservibles, de todos modos). Al menos tiene su cinturón portaherramientas mágico, que le permite crear por arte de magia - de nuevo magia y maquinaria conviviendo - aquellas piezas (pequeñas) que necesite. ¿La mala noticia? No puede llevarse el cinturón allá donde desee porque va en contra de la reglamentaria de la escuela, es un peligro y desvelaría su misión superultrasecreta. De hecho, es una suerte el haber podido introducirlo en la escuela, todo gracias a la llamada Minerva McGonagall, puesto que en otra situación - sin alguien interno que supiese y colaborase con ellos - habría resultado imposible. Leo lo agradece, solo así puede mantener una de sus posesiones más preciadas, a la par que puede entretenerse en momentos como aquel.

Evidentemente, lo de construir algo delante de todos los Ravenclaws no es muy sensato. Atacaría directamente a la parte de la "misión superultrasecreta", así que tratando de llamar poco la atención sube por las escaleras dirigiéndose a su nueva habitación. Desgraciadamente hay alguien. Afortunadamente, se trata de una única persona, y no de más. Se trata de uno de sus nuevos compañeros - evidentemente, si no no tendría sentido que se encontrase allí - del cual no sabe su nombre. Con tan solo una mirada, Leo puede deducir que estaba buscando un lugar solitario y tranquilo para leer el ligero tomo que tiene entre las manos, y que lo ha encontrado en la solitaria y tranquila habitación que comparten.

-Hola. - Saluda Leo al desconocido al percatarse que este le observa, con lo que supone es curiosidad.

Recibe como respuesta un conjunto de murmullos incomprensibles que traduce como un "hola tú también". El otro chico acaba por cesar con su palabrería y esconde su rostro detrás del libro.

Leo deja de prestarle atención. Cuidadosamente y tapando la visión del muchacho en el caso de que este decidiera cotillear busca entre sus cosas su preciado cinturón. Toma también algunos libros para - junto con la capa - esconder el objeto mágico.

Sale sin hacer más ruido y baja hasta el primer piso. Busca un lugar desocupado que evite la visón del resto, y lo encuentra detrás de un sillón desocupado. Se esconde allí y usa el cinturón para sacar diversas piezas. Vuelve a esconderlo en seguida, una vez tiene unos cuantos materiales, y comienza con la construcción de ni él sabe qué.

-Oh, hola. - Una voz femenina le despierta de su ensoñación. - Eres el nuevo, ¿no? El que estudiaba en casa.

Se trata de una chica rubia con unos pendientes y collares bastante peculiares. 

-Eh... - Sin duda le habla a él, no hay nadie más por los alrededores - Pues sí.

-Bienvenido a Hogwarts, pues. Soy Luna, Luna Lovegood. ¿Y tú?

-Leo, Leo Valdez.

-Leo Valdez... Me suena. Creo que somos compañeros.

Lo son. Gran parte de las asignaturas que ha hecho por el momento las comparte con la muchacha que tiene delante de él, así que indudablemente son del mismo año. Aunque, claro, la chica sigue siendo más alta que él - aunque no por mucho, lo que es un alivio -.

-Y... ¿Qué haces? - Pregunta sin maldad. Lo único que se puede percibir en su voz es curiosidad.

Leo no sabe que responder, puesto que ya es muy tarde para esconder su nueva creación - todavía en proceso -, así que simplemente sonríe y trata de distraer a la rubia. No lleva ni una semana allí, no puede haberla cagado tan pronto.

-¿Esto? No es nada, tan solo un pasatiempo, una forma de concentrarme. Ya sabes, al ser nuevo tengo que acabar de adaptarme, así que necesito estudiar. Y véase aquí mis libros de estudio. - Toma al azar uno de los libros, abriéndolo de cualquier manera. Quieren las Morias que tenga la mala suerte de mostrárselo a la rubia del revés, pero por suerte ella parece tomárselo en serio.

-¿Ese libro también tiene un mensaje oculto? - Pregunta ella, sin ninguna mala intención. Lo pregunta en serio, se percata Leo, tan en serio que incluso él se pregunta si el libro realmente se puede entender del revés. ¿Es algo común en los libros mágicos?

-Eh... Creo que sí, eso es lo que estaba investigando.

-¿Por eso te has puesto detrás del sillón? Es un sitio un poco extraño para sentarse teniendo un sillón desocupado al lado, pero si quieres mirar si un libro tiene un mensaje secreto supongo que es un buen lugar. Hay algunos compañeros que... ya sabes... son demasiado escépticos.

-¿Bueno, si es un sitio "raro" porque te has acercado? - Pregunta, tratando de defenderse y de cambiar de tema.

-¿No es obvio? Yo también tengo que descifrar algún que otro mensaje oculto. - Enseña una revista de colores llamativos que parece llamarse "el chistilloso". Leo se pregunta si la revista recopila chistes. - Pero hay ciertos Ravenclaws que no acaban de aceptar el quisquilloso como una válida fuente de información. Lo dicho, hay mucho escéptico. En otras ocasiones no me habría preocupado por ello, pero este año... En fin, por el momento prefiero no meterme en problemas, así que este sitio me ha parecido apropiado para leerlo. Aunque no esperaba encontrarme a otro "lunático" por aquí, la verdad.

-¿Cómo que...? - Comienza a formular la pregunta Leo, algo indignado.

-Bien, dado que pareces simpático, te puedo regalar un ejemplar. - Dice, pasándole una de las revistas del "chistilloso". No. Quisquilloso, había dicho ella. - Oh, cierto, no lo he mencionado, pero mi padre es el editor. Si te gusta puedo venderte algún otro tomo.

-¿Eh? Bueno, vale. Gracias.


Pues... Trato de publicar esto cada 9 de cada mes, pero, pues esta vez no se ha podido, así que lo publico con un día de retraso 😅. Espero que podáis disfrutar el capítulo de igual modo. Y nos vemos - si no hay ningún otro tipo de improvisto - el 9 de mayo.

Mestizos en HogwartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora