Mi novio de mentira (VICTUURI)

CAPÍTULO 18

La tarde fue tan divertida que el tiempo pasó volando y, antes de que Yuuri y Otabek se dieran cuenta, ya se estaba haciendo de noche. Así que decidieron volver a casa.

Ambos caminaban en un cómodo silencio, pero Yuuri sentía la imperiosa necesidad de preguntarle a su amigo sobre Víctor.

Sabía que de Víctor no obtendría respuesta clara. Pero con Otabek ya eran amigos y había más confianza.

—Ota quisiera hacerte una pregunta —Otabek lo miró esperando la pregunta—. Siento que Víctor no te agrada mucho, ¿ocurrió algo entre ustedes?

La observación de Yuuri lo había dejado sin palabras y un poco incómodo ya que no encontraba cómo responder rápidamente sin dejar en evidencia sus sentimientos. ¿Cómo podía explicar que su novio lo había desafiado desde el primer momento en que lo conoció, marcando territorio con su fría mirada de advertencia? Obviamente que Víctor se había dado cuenta de su enamoramiento, no tenía un pelo de tonto. Y en cualquier caso por más que intentara ocultarlo se notaba desde lejos. Todos se daban cuenta. Excepto Yuuri.

Yuuri por su parte sintió la incomodidad, pero de todos modos aguardó por una respuesta.

—Nada pasó. Solo que su presencia es algo… tenebrosa. Como si viniera de las tinieblas —Otabek solo esperaba que esa explicación fuera suficiente. Para su suerte Yuuri se rio de su respuesta y no dijo nada—. Pero aun no entiendo cómo puedes soportarlo. Todo el tiempo está serio y cuando está contigo ni te dirige la mirada ¿alguna vez lo viste sonreír siquiera?

—Sé lo que quieres decir. Pero me gusta así, con su personalidad tan particular. No te voy a negar que al comienzo fue complicado lidiar con su forma de ser, pero estamos bien así y las cosas han ido bien —Yuuri en realidad hablaba de su relación de amistad porque claramente todavía estaba muy lejos de que Víctor aceptara sus sentimientos.

Pasaron a otro tema y después de un rato llegaron a la casa de Yuuri, donde se despidieron muy animosamente prometiendo volver a organizar una salida. Luego de despedirse con una cálida sonrisa, Yuuri se adentró rápidamente a su casa.

Saluda con un abrazo a su padre que se encontraba en la sala muy concentrado leyendo el diario. Después se dirigió a la cocina para saludar a su madre y para que le enseñara a preparar el mejor Katsudon para su junta con Víctor.

—Cariño, por fin regresaste —Hiroko se acerca y besa su mejilla con ternura.

Yuuri le explica lo que tenía planeado para Víctor y su madre se entusiasma con la idea sacando rápidamente todos los utensilios que iba a necesitar Así que sin más preámbulos comenzaron con la preparación, Yuuri observaba cómo su madre, muy concentrada, se organizaba con los ingredientes. Ver a su madre tan contenta cocinando para su novio era algo muy agradable, pero a la vez le invadía la culpa.

La voz de su madre había ahuyentado las voces de su conciencia.

—Hijo, por la tarde vino de visita tu amiga Mila —los ojos de Yuuri se abrieron como platos.

—¡¿Qué?! ¡¿Mila?! —de pronto se sintió ansioso. No podía creer que la chica más popular de la escuela lo había visitado y lo peor de todo que él no estaba en casa para recibirla. Hiroko lo miraba con una ceja levantada mientras asentía en su dirección. No entendía por qué su hijo estaba nervioso o desesperado.

—¿No te dijo que vino? —preguntó a la ligera, llevando los vegetales al lavaplatos. El agua cayó sobre ellos y Hiroko sacó una tabla de picar y un cuchillo—. Es raro porque es tu gran amiga. Y si es tu gran amiga me sorprende que no la hubieras traído ya a la casa.

Percibiendo a lo que quería llegar su madre con el interrogatorio, Yuuri intentó dejar el tema.

Yuuri, que estaba preparando las chuletas de cerdo, se encogió de hombros.