CAPITULO 20

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             Dedicado a anitakiltra

Advertencia: escenas de maltrato físico y verbal.

La mañana estaba fresca y soleada, era una típica mañana de otoño. El viento hacía bailar las hojas secas dejando que cayeran desde los grandes árboles que adornaban las bellas calles de Hasetsu.

Un niño risueño e inocente, de tan solo ocho años, iba caminando tomado de la mano de su madre. Llevaba un pequeño bolso sobre su hombro izquierdo, dentro del cual la vestimenta que utilizaría para sus clases de ballet reposaba cuidadosamente acomodada, como si de un tesoro se tratase.

Y lo era.

Yuuri Katsuki, a su corta edad, ya tenía en mente aquello que deseaba para el resto de su vida, con una gran ilusión y grandes expectativas, él deseaba llegar a ser un gran bailarín de ballet. Quizá, el mejor de todos.

Su madre, Hiroko, miraba de reojo a su pequeño hijo quien traía una hermosa sonrisa dibujada en el rostro, Yuuri iba jugando a saltar por entre las líneas del pavimento mientras caminaban hacia el estudio de su maestra Minako.

Hiroko era feliz con solo verlo. La emoción de Yuuri era contagiosa, y su alegría hacía que ella estuviera orgullosa de poder apoyarlo en todo lo que su pequeño ángel soñara hacer.

Su maestra, Minako, le había dicho que el pequeño Yuuri tenía mucho potencial y que, eventualmente, con práctica constante y siguiendo sus sueños, probablemente sería uno de los mejores bailarines del mundo.

Hiroko no lo iba a negar, aquellas palabras de habían provocado que un calorcito de orgullo se instalara dulcemente en su pecho, y la hiciera compartir los sueños del niño de sus ojos.

De pronto, dio un traspié que la sacó de sus pensamientos, percatándose de que su hijo había estado a punto de caer al suelo y lastimarse de no ser porque ella lo tenía firmemente agarrado de la mano.

—Hijo, deja de saltar, puedes caerte y lastimarte la cara, o incluso los pies —el pequeño algo asustado por la advertencia de su madre comenzó a caminar correctamente—, recuerdas lo que tu maestra Minako, dijo, ¿verdad? Debes cuidar muy bien tus pies. —Yuuri asintió y ambos compartieron una sonrisa llena de ternura para continuar con su camino.

A medida que pasaba el tiempo, Yuuri se esforzaba cada vez más. A pesar de ser un niño, se tomaba muy enserio las estrictas clases de ballet.
Al observar su concentración y perseverancia, Minako olvidaba su rostro serio por algunos instantes, dejando ver una pequeña sonrisa de satisfacción.
Cada vez que lo veía bailar se sentía emocionada de tener un estudiante tan brillante y disciplinado.

Cuando lo llevaba a competencias o exhibiciones, Yuuri resplandecía. Y, al verlo danzar de esa manera tan delicada y perfecta, Minako no podía evitar saber que tendría un futuro maravilloso en el exigente mundo del ballet profesional.

Quizá nadie pudo adivinar que todo el esfuerzo, todos los sueños y las ilusiones blancas de un pequeño niño, su madre y su maestra, se teñían poco a poco con un gris frío, día tras día por culpa de algo terrible que Yuuri ocultaba de todos como el más oscuro secreto.

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Mi novio de mentira (VICTUURI)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora