Comenzaba un nuevo día en la ciudad de San Petersburgo.
La mañana comenzaba con el característico frío de esa hermosa ciudad, en la etapa más dura del invierno.
Un niño de largos y plateados cabellos dormía plácidamente en su cama, disfrutando del calor que las gruesas frazadas le brindaban. Hasta que de pronto escuchó el suave llamado de su madre.
Sintió una suave y cálida mano, a pesar del cruel invierno, acariciando su mejilla, provocando que separara sus párpados, dos zafiros adormilados acostumbrándose a la luz del sol que entraba por la ventana de la habitación. Lo primero que vio fue el rostro de su madre que lo miraba con tanto amor. Ella tenía cabellos rubios tan brillantes como los rayos del sol y sus ojos eran verdes como la esmeralda. Sin dudas su madre era preciosa.
-Vitya, cariño, vamos a desayunar. Tu hermano no deja de moverse. Debe tener hambre -dijo Elizabeth con una resplandeciente sonrisa. El niño la vio levantarse de la cama y caminar hasta la puerta, haciendo obvia la hinchazón de su vientre.
Si, Victor tendría un hermanito y él estaba feliz por esa noticia. Le entusiasmaba la idea de tener algún compañero de travesuras y juegos. Aunque su mamá le decía que debía tener paciencia, ya que su hermano le llevaría unos cuantos años de diferencia y tendría que esperar a que creciera un poco para poder jugar con él.
Ambos disfrutaban de su desayuno entre risas y charlas. A Vitya le encantaba que su madre le contara sus aventuras de niña, y amaba profundamente su sonrisa en forma de corazón que ella le mostraba cada mañana. Observaba cómo su mirada brillaba al hablar sobre su pasión por el ballet. Desde que era una niña era muy buena y según su maestra de aquel entonces, Lilia, iba a tener un gran futuro en la danza.
Por las tardes, Elizabeth se sentaba en su mecedora para comenzar a tejer algunas prendas del tan esperado bebé. Vitya, mientras tanto, se sentaba en el suelo alfombrado a su lado y usaba una pequeña mesa del living para crear sus dibujos y hacerle compañía.
Su padre trabajaba todo el día. Era asistente del vicepresidente de una empresa de seguros, por lo que debía estar las veinticuatro horas disponibles ante cualquier pedido de su jefe que en varias ocasiones lo había desbordado de trabajo, o al menos esa era la explicación que daba.
En esa cálida habitación se escuchaba de fondo las bellas composiciones de Chopin, que tanto le gustaba a Elizabeth. Atenta al tejido, por un momento desvió su mirada y vio a su hijo muy concentrado pintando lo que parecía ser un castillo.
-Listo. Terminé -dijo Vitya con una sonrisa, alzando el dibujo para observar su creación. Elizabeth lo mira con una sonrisa pidiendo que se lo mostrara.
Había dibujado a una princesa de cabellos largos y dorados y un príncipe de pelo gris tomados de la mano con muchos corazones en el aire. Detrás un enorme y hermoso castillo. Su madre estaba encantada con su dibujo y se lo quedó observando por un tiempo.
-¿Qué sucede mamá? ¿No te gusta? Este es el príncipe Sergi y la princesa Elizabeth.
Elizabeth estaba sorprendida de lo tierno y dulce que era Vitya. En ese momento comprendió que su pequeño hijo los veía como esos príncipes de cuentos que se amaban hasta la eternidad. Por dentro se le estrujaba el corazón pensando lo equivocado que estaba. Pero claro que no rompería la imaginación y la inocencia de su adorado niño.
Lo tomó de la mano y suavemente lo empujó hacia ella para rodearlo con sus brazos y agradecer el hermoso dibujo. Escondió su rostro en el pequeño hombro para ocultar sus ganas de llorar y a Vitya, ajeno al dolor, se le dibujó una sonrisa de satisfacción.
-Es hermoso, gracias -dijo. Luego besó su frente.
El pequeño en varias ocasiones veía cómo sus padres se veían alegres y se trataban con cariño. Estaba feliz de ver esas demostraciones de amor entre ellos. Sin dudas su madre tenía razón, el amor es algo maravilloso y a su corta edad mucho no entendía del asunto pero más o menos se daba una idea al verlos juntos.
Hasta que una noche todo cambió.
Su padre no había regresado en dos días y su madre estaba alterada por su ausencia. Por momentos podía ver su expresión de enojo y luego de tristeza. Vitya trataba de no preguntar por su padre porque sabía que su madre estaba así por él. Por un momento llegó a pensar que quizás estaba enfermo y que su madre no quería decírselo. Pero de todos modos decidió callar. En la noche su padre volvió cuando él ya se encontraba en su habitación en un profundo sueño.
De pronto Vitya abrió sus ojos en la oscuridad y unas voces interrumpieron su sueño. Se sentó en su cama para escuchar atentamente la discusión. Víctor estaba confundido, sus padres nunca discutían. Se bajó de la cama para abrir la puerta de su habitación y poder escuchar mejor.
-¡¿Tu crees que soy idiota Sergi?! ¡Vives revolcándote con esa mujer!... y quién sabe con cuantas más -era la voz de su madre entre llantos mientras que su esposo estaba en un profundo silencio tratando de ignorar los reclamos de su esposa.
-¿Cómo puedes hacernos esto? Tendremos otro hijo. Haz estado ausente en todo el embarazo -las lágrimas seguían cayendo. El hombre frunció el ceño sin ser capaz de soportar la situación.
-Elizabeth, ya hablamos de esto muchas veces y te dije que no era buena idea traer otro hijo al mundo. Nuestro matrimonio se terminó desde hace tiempo pero no quieres entenderlo. En cambio sigues con la idea de continuar esta farsa. Ya no quiero fingir más. Sé que no es el momento apropiado para proponerlo pero lo mejor es separarnos. Lo siento.
Un profundo silencio inundó la habitación mientras las frías palabras se asentaban en lo profundo de Elizabeth.
-No me puedes hacer esto, Sergi. No sabes lo que dices, ¿acaso no estás viendo el estado en el que me encuentro? y me dices que quieres que nos separemos. Yo no me voy a separar de ti y... -no pudo continuar, sentía miedo y desesperación de no poder retenerlo a su lado. Muy en el fondo sabía que Sergi ya había tomado la decisión.
Al ver que Elizabeth se acercaba a él dio un paso atrás.
-Basta Elizabeth. La decisión ya está tomada. No quiero seguir jugando a la familia feliz.
Sergi tomó su abrigo y salió de la habitación a pasos apresurados.
Vitya tenía la frente apoyada en la puerta mientras sus lágrimas caían. Estaba asustado. Nunca había escuchado a sus padres discutir. Corrió de regreso a su cama y se tapó para llorar en silencio bajo las gruesas frazadas.
De pronto escuchó el chillido de la puerta que se abría lentamente. Era su madre. Vitya cerró los ojos y fingió estar dormido cuando Elizabeth se recostó a su lado y lo abrazó suavemente para no despertarlo.
-Te amo hijo, eres lo más bonito que me ha pasado -esas palabras que su madre le susurraba fue lo que le dio tranquilidad y alivio a su pequeño corazón. Se sentía tan cómodo en los brazos de su madre, la amaba tanto que no soportaba escuchar sus sollozos. Así que no pudo fingir más y volteó a verla. Ella tapaba su boca con la mano para contener el llanto y sus hermosos ojos estaban totalmente irritados. Con sus pequeñas y suaves manos quitó las lágrimas y le dio un beso en la mejilla.
-Yo también te amo mamá -Elizabeth ya no pudo contenerse y rompió en llanto. La sola presencia de su hijo fue un bálsamo a su corazón.
El despertador sonó escandalosamente. Víctor todavía no deseaba despertar así que de manera brusca apagó el molesto aparato. Se tapó la cabeza con las suaves sábanas para intentar conciliar el sueño, pero no pudo. Se sentó en la cama recorriendo con la mirada toda la habitación.
-Maldición -con una mano tocó su rostro cansado y lleno de sudor.
Los recuerdos que trataba de dejar atrás se entrometieron en sus sueños, donde removió parte de lo que desde niño tuvo que lidiar por las tontas decisiones de sus padres. Recordaba a la perfección las discusiones cada vez más frecuentes e insoportables dentro de su hogar en el último tiempo. Las barbaridades que solían decirse, como si se tratara de una competencia absurda de quien lastimaba más al otro sin siquiera detenerse a pensar, por un momento, que los más perjudicados serían sus hijos.
Ahora ya siendo un hombre, se preguntaba ¿Cómo su madre se atrevía hablarle sobre el amor? Cuando ella se la pasaba encerrada llorando en su habitación, olvidando todo lo que existía a su alrededor. Hasta de su propios hijos por causa del amor.
-El amor apesta -pensó victor. Queriendo dejar de pensar en todo el asunto quitó la colcha que lo cubría y agarró una toalla.
Tomó una refrescante ducha y lentamente se puso el uniforme de la escuela. Bajó las escaleras hasta la cocina para preparar su desayuno. Al entrar encontró a su padre leyendo atentamente el periódico con una taza humeante de café en su mano. Por dentro maldecía. En estos momentos la última persona que quería cruzarse estaba sentada en la barra del desayunador.
Tomó aire y exhalo antes de adentrarse a la cocina, saludando a su padre con un simple hola. Sergi al escuchar el saludo apartó su vista de lo que estaba leyendo y con una suave sonrisa le devolvió el saludo. Victor ignoró la sonrisa amable de su padre y se dirigió hasta la cafetera para servirse un poco de café junto con unas tostadas. Tomó asiento y comenzó a engullir su desayuno en completo silencio revisando su celular,sus mañanas eran así, solo hablaban lo justo y necesario porque siempre terminaba en una discusión.
Cuando entra a la bandeja de entrada encuentra un mensaje de Yuuri, mejor dicho una foto, en donde se lo veía al pelinegro con una resplandeciente sonrisa y guiñandole de manera coqueta. Debajo de la imagen decía: estoy esperando por ti, no tardes. Yuuri se tomó una selfie en la esquina donde se encontraban todos los días, aunque debían llegar juntos a la escuela para aparentar, ellos ya se habían acostumbrado a la compañía del otro y ya lo hacían de manera natural.
Víctor luego de ver esa foto inconscientemente se le dibujó una sonrisa en su rostro y negó con un movimiento de cabeza por las ocurrencias de Yuuri. Luego de que Yuuri le confesara que le gustaba y Víctor lo rechazara, Yuuri aceptó la propuesta de ser amigos. Y así lo hicieron, Yuuri compartía más tiempo fuera de la escuela con él y, aunque pareciera mentira, Victor de alguna manera se había vuelto cercano a Yuuri. Al ruso le agradaba su compañía. Era muy divertido y amable. Aunque al principio le costó un poco acostumbrarse al nipón ya que era un poco intenso, pero luego se relajó y comenzó a disfrutar de su compañía.
Por otra parte esto no pasó desapercibido para Sergi. Hace mucho tiempo que no veía una sonrisa genuina en el rostro de Víctor. Eso lo entusiasmó. Él deseaba que su hijo encontrara una persona que lo quisiera por su forma de ser y que lo amara incondicionalmente.
Sergi tenía una idea de quién era el responsable de esa sonrisa. Desde que conoció a Yuuri sabía que algo especial había en él. Le recordaba mucho a su ex esposa cuando la conoció, esa personalidad alegre y amable que había cautivado su joven e inexperto corazón era muy parecida a la de Yuuri.
-¿Vitya, que ocurre? -preguntó dando pie a una conversación. Anhelaba que confiara en él, que pudieran rearmar el vínculo que hace años se había desmoronado por su culpa. Aún así no perdía las esperanzas de que Víctor pudiera ver en él un gran apoyo y consejero, aunque sea el menos indicado para hacerlo. Después de todo, era su padre, y quería acompañarlo en todo lo que él necesitara.
La voz de sergi hizo que Vítor saliera de sus pensamientos y volvió a la expresión neutral de siempre. Contestando con un "nada" se levantó y recogió los trastos apilados en la mesa sin darle la oportunidad de entrometerse en sus asuntos.
Sergi se desanimó al ver que su hijo no tenía ni la más mínima intención de hablar con él, pero no insistió. Por ahora.
-Déjalo, yo los lavo -el joven ruso lo miró con dudas. Su padre era un hombre muy desordenado y nunca lavó ni siquiera una taza. Siempre se preguntó cómo se las había arreglado con el aseo de la casa después de haberse divorciado.
-Bueno. Solo trata de no romper nada -dijo Víctor con un tono severo. Sergi lo miró con molestia por la advertencia de su hijo.
Cuando Víctor estaba por salir de la cocina su padre lo detuvo.
-Hijo, tu... ¿Te has comunicado con Yura? -Víctor detuvo sus pasos pero no se molestó en voltear. Se quedó unos segundos en silencio mientras que Sergi se preparaba para que lo mandara al demonio, pero jamás sucedió.
-No, pero pronto lo haré -había pasado mucho tiempo que no tenía contacto con su hermano menor y eso le traería problemas. Ya se imaginaba los reclamos de ese gatito mimoso.
Sergi por su parte estaba sorprendido por la contestación tranquila y sin insultos.
-Está bien, sabes lo que sucede cuando ese niño se enoja contigo. Es capaz de tomar un vuelo solo para patearte el trasero -Víctor tomó su mochila y sin darse la vuelta sonrió por lo que su padre decía.
Tenía razón, su hermano cuando se enfadaba lo mejor era desaparecer. Ambos tenían un vínculo muy fuerte, eran inseparables. Cuando Víctor decidió viajar a Japón junto a su padre, Yura trató de mil maneras de convencerlo para que se quedara a su lado, pero no pudo ceder. La decisión estaba tomada. Quería comenzar una nueva etapa en otro país sabiendo que iba a ser difícil para él dejar en Rusia una parte de su familia.
Victor salió de la cocina y caminó hasta el recibidor. Se colocó sus zapatillas, se aseguró de llevar todo lo que iba a necesitar y salió al encuentro con Yuuri.
El sol de la mañana pegaba fuerte y resplandeciente. Sin dudas hoy también sería un día muy caluroso. El ruso caminaba a pasos lento, sin prisa y debajo de las sombras que brindaban esos gigantescos árboles.
A lo lejos en una esquina pudo ver unos cabellos azabaches. Yuuri lo estaba esperando como le había dicho en el mensaje. Caminó unos metros más hasta llegar a su lado dándole su frío saludo de cada mañana, borrando así la radiante sonrisa que Yuuri tenía en su rostro.
-Buenos días, Vitya -si, ahora lo llamaba de esa manera. Cuando escucho al padre del ruso decirle así no dudo ni un minuto en llamarlo de igual forma (aunque él no quisiera).
Caminaban uno al lado del otro en completo silencio, desesperando a Yuuri, aún no acostumbrado a la fría actitud de su acompañante. Si era sincero consigo mismo esas actitudes despectivas de Víctor todavía lo molestaban.
Ese día se veía diferente. Más molesto. Más irritado. Se detuvo abruptamente haciendo que Víctor también lo hiciera, y acercó su rostro observando con los ojos entrecerrados, tratando de descubrir alguna pista de lo que podría estar pasando dentro de esa cabecita suya. Las mejillas del ruso se pintaron de un fuerte carmín por la repentina cercanía, y nervioso desvió la mirada.
-¿Q-Qué te ocurre Yuuri? ¿Por qué me miras así? Quítate -apoyó una mano en el pecho de Yuuri para alejar la penetrante mirada chocolate, no porque le desagradara tenerlo así, sino porque no quería que Yuuri se diera cuenta de que no estaba de ánimos por ese sueño de cuando era niño. Sabía que empezaría con sus preguntas y no tenía ganas de contestar, no por ahora.
El pelinegro trato de disimular asombro al escuchar su nombre salir de esos hermosos labios. Siempre era llamado cerdo, entre otros apodos, que Víctor había elegido para él. Eso le provocó un leve sonrojo y para disimularlo se volteó y comenzó a caminar. Más allá del momento vergonzoso que fue acercarse a su rostro, pudo notar algo de tristeza en su mirada. Yuuri sabía lo que significaba ocultar el dolor. Lo sabía perfectamente.
Entonces sintió la imperiosa necesidad de transmitirle su apoyo, de hacerle saber que estaba ahí para él. Más allá de que los uniera un estúpido juego, siempre estaría a su lado sin importar lo que sucediera. Su corazón así se lo dictaba.
Tomó su mano delicadamente y entrelazó sus dedos con los de Víctor firmemente. No quería soltarlo, deseaba caminar de esta manera con él, disfrutar del silencio donde solo se escuchaban sus respiraciones, logrando crear una atmósfera en donde solo los dos existieran.
Por otro lado Víctor estaba sorprendido por la forma en que Yuuri tomó su mano. No era como en otras ocasiones que lo hacía por obligación. Esta vez era diferente. Hasta podría llegar a decir especial. Cuando posó su mirada azul en los marrones de Yuuri, este le regaló una sonrisa tan genuina que provocó un fuerte sonrojo en las mejillas del ruso.
-Víctor, sabes que puedes contar conmigo. Más allá del acuerdo que tenemos y que ahora nos conocemos un poco más, quiero que sepas que siempre estaré a tu lado, dispuesto a escucharte. Quiero ser eso para ti, un lugar donde encuentres refugio -el cariño desprendía de su voz, pero al escuchar esas palabras Víctor solo se tensó. Yuuri lo notó y prefirió cerrar la boca. No quería incomodar más, sabiendo lo reservado que era con sus sentimientos.
Después de unos largos segundos en silencio Víctor decidió hablar.
-Gracias Yuuri -solo eso pudo decir, estaba conmovido.
Yuuri trató de disimular su asombro. Esperaba que le gritara o que no se entrometiera en sus asuntos, pero no fue así y eso fue suficiente para él.
-De nada Víctor. Solo quería que lo supieras -continuaron su camino tomados de la mano en un cómodo silencio.Gracias por leer 💕
Primero que nada agradecer por tomarse un momento para leer mi historia y también por esperar cada capítulo.
Pido disculpas por la demora, me lleva mucho tiempo escribir un capítulo y luego corregir. En fin esto es muevo para mi y trato de dar lo mejor para que disfruten de esta historia.Siempre agradecer a mi bella anitakiltra por la ayuda que me brinda siempre!
Pero hoy también debo agradecer a otras autoras por tener la buena voluntad de ayudarme. Realmente estoy feliz de contar con personas maravillosas y de buen corazón.
AURORA tu eres una de ellas...
CaroMdez tu también 🥰Quiero que tengan siempre presente que esta historia la hago con mucho esfuerzo y sobretodo con mucho amor.
👆👆👆 La imagen no es mía! 🤤🤤🤤
Créditos a su creador 😍
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Mi novio de mentira (VICTUURI)
FanficUn joven estudiante llamado Yuuri Katsuki hará CUALQUIER COSA para lograr hacer amigos y no ser un solitario perdedor en su escuela.